Si usted ha seguido estas notas, es posible que se pregunte qué diablos me motiva a desandar –día a día– las interminables peripecias de Camagüey en esta 54 Serie Nacional de Béisbol. Y sus dudas crecerán cuando le comente el resultado de hoy en el primer desafío de la subserie particular ante los Cocodrilos de Matanzas (1-5, favorable a la visita).
Perder contra los dirigidos por Víctor Mesa no tiene nada de sorprendente, y menos si se tienen en cuenta los recorridos de ambas selecciones: Matanzas ubicada en la primera posición, Camagüey anclando en el penúltimo escalón de la tabla, seis partidos más atrás de los llegados desde el pantano.
Aun así la presencia de Vicyoandri Odelín sobre nuestra lomita daba pábulo a las esperanzas del millar de aficionados que se dio cita en el estadio Cándido González para atestiguar el milagro –al parecer imposible– de tres victorias tricolores consecutivas.
Sin embargo, la historia del campeonato no dejaba grandes márgenes al optimismo. La puerta se hizo aun más estrecha desde el mismo primer inning, en el que el "Viyo" mostró señales claras de inefectividad, permitió par de conexiones sólidas y una carrera. En total, el número 23 aceptó una decena de imparables y cinco carreras, a pesar de haber distribuido cinco ponches en cuatro y un tercio de actuación.
Para concluir de una vez con el pitcheo, en nuestro caso pasó lo de siempre: Odelín no caminó como se esperaba; Frank Madan, solo pudo sacar dos outs y no fue capaz de impedir el par de anotaciones que quedaban por cuenta de su antecesor; y Lisander Hernández dominó las restantes cuatro entradas, pero ya el mal estaba hecho.
Pasando al campo de la ofensiva apunto varios detalles significativos. El primero corre por cuenta del zurdo Yoannis Yera, que se convirtió en el tercer lanzador en conseguir cinco éxitos en lo que va de campaña. El cómo lo hizo no podía ser más simple: maniatando a Camagüey a lo largo de ocho innings en los que toleró dos indiscutibles, uno de ellos el jonrón de Dairon Blanco en el capítulo inicial. El hombre fuerte de la lomita cocodrilera también repartió ocho ponches y un pasaje entre los bateadores a los cuales enfrentó, es decir, se mantuvo prácticamente indescifrable para una formación que el sábado había puesto a temblar al pitcheo villaclareño.
Sin pretender títulos de gurú creo poder señalar dos puntos más que grises en la estrategia camagüeyana durante el compromiso de esta tarde. El primero recae en el bateo, que ante un pitcher dominante no apeló a ninguna alternativa desestabilizadora o que al menos lo hiciera desgastarse. Todo lo contrario, al llegar al cajón los camagüeyanos parecían más preocupados por irse lo más pronto posible que por buscar alguna opción que les permitiera anclar en alguna de las almohadillas.
El otro aspecto sobre el cual me asalta la duda es la dirección de serpentineros. Vistos los tropiezos de Odelín desde el mismo primer lanzamiento, ¿era realmente imprescindible mantenerlo hasta que fuera demasiado tarde?; e incluso con las infinitas carencias que tiene nuestra nómina de segunda línea ¿Madan resultaba la opción más indicada –siendo como es– un lanzador lento al igual que el "Viyo"?
A estas alturas ya poco importan cómo y por qués, pues la derrota es firme y está archivada en los registros. El malestar queda solo por lo que pudiera haber sido y no fue. Esa duda que –volviendo a la pregunta que iniciaba este comentario– mueve a tantos a seguir la senda que conduce al "Cándido"; a mí, a redactar estas líneas; y a usted a leerlas, pues quien sabe, tal vez un día Camagüey dé la clarinada.
Perder contra los dirigidos por Víctor Mesa no tiene nada de sorprendente, y menos si se tienen en cuenta los recorridos de ambas selecciones: Matanzas ubicada en la primera posición, Camagüey anclando en el penúltimo escalón de la tabla, seis partidos más atrás de los llegados desde el pantano.
Aun así la presencia de Vicyoandri Odelín sobre nuestra lomita daba pábulo a las esperanzas del millar de aficionados que se dio cita en el estadio Cándido González para atestiguar el milagro –al parecer imposible– de tres victorias tricolores consecutivas.
Sin embargo, la historia del campeonato no dejaba grandes márgenes al optimismo. La puerta se hizo aun más estrecha desde el mismo primer inning, en el que el "Viyo" mostró señales claras de inefectividad, permitió par de conexiones sólidas y una carrera. En total, el número 23 aceptó una decena de imparables y cinco carreras, a pesar de haber distribuido cinco ponches en cuatro y un tercio de actuación.
Para concluir de una vez con el pitcheo, en nuestro caso pasó lo de siempre: Odelín no caminó como se esperaba; Frank Madan, solo pudo sacar dos outs y no fue capaz de impedir el par de anotaciones que quedaban por cuenta de su antecesor; y Lisander Hernández dominó las restantes cuatro entradas, pero ya el mal estaba hecho.
Pasando al campo de la ofensiva apunto varios detalles significativos. El primero corre por cuenta del zurdo Yoannis Yera, que se convirtió en el tercer lanzador en conseguir cinco éxitos en lo que va de campaña. El cómo lo hizo no podía ser más simple: maniatando a Camagüey a lo largo de ocho innings en los que toleró dos indiscutibles, uno de ellos el jonrón de Dairon Blanco en el capítulo inicial. El hombre fuerte de la lomita cocodrilera también repartió ocho ponches y un pasaje entre los bateadores a los cuales enfrentó, es decir, se mantuvo prácticamente indescifrable para una formación que el sábado había puesto a temblar al pitcheo villaclareño.
Sin pretender títulos de gurú creo poder señalar dos puntos más que grises en la estrategia camagüeyana durante el compromiso de esta tarde. El primero recae en el bateo, que ante un pitcher dominante no apeló a ninguna alternativa desestabilizadora o que al menos lo hiciera desgastarse. Todo lo contrario, al llegar al cajón los camagüeyanos parecían más preocupados por irse lo más pronto posible que por buscar alguna opción que les permitiera anclar en alguna de las almohadillas.
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