Mucho antes de que los peloteros yumurinos lucieran la M gótica de Matanzas sobre sus franelas en aquel año de 1967, el nombre de tan ilustre ciudad ya había adornado la historia oficial de los torneos de invierno en la mítica campaña de 1878-79.

Como aquel modesto combinado en los inicios del circuito en el siglo XIX, el Matanzas de las décadas del 60 y el 70, no era de los más competitivos. Nunca, estrellas del talante de Wilfredo Sánchez, su hermano Fernando, Rigoberto Rosique, Tomás Soto, Evelio Hernández, Edwin Walters, Alfredo García, Gaspar Pérez, Luis Fernández, Ernesto William Alfonso o los hermanos Félix y Reinaldo Isasi, pudieron unificar sus fuerzas en un sola pandilla para defender las murallas de la Atenas de Cuba.

Y mientras Matanzas soportó con estoicidad su permanencia en el fondo del estanque hasta su desaparición total hacia mediados de la década del 70, Henequeneros, la otra escuadra de la tierra de los cocodrilos, adornaba su armario del recuerdo con un trofeo en la campaña de 1969-70.

A principios de los 90, se reorganizó por octava ocasión el sistema de competencia de las Series invernales. Tras 19 años de ausencia, reapareció un equipo con el nombre de Matanzas. Aunque, esta segunda versión de la escuadra en la época aficionada tampoco fue muy prolífica en cuanto a resultados colectivos.

Jorge L. Valdés y Lázaro Junco estaban al final de sus carreras, pero otros puntales como Julio G. Fernández, José A. Estrada, Juan L. Baró, Juan Manrique y Eduardo Cárdenas, alcanzaban por esta fecha la plena madurez de su carrera deportiva y tenían mucho que entregarle al conjunto. Los más jóvenes como Lázaro Garro y Ariel Tápanes, marcaban la presencia de una nueva generación que luego se completaría con la llegada de Vaisel Acosta, Amaury Casañas, Michel Abreu, Conrado Silva y Yoandri Garlobo.

En la primera década de la nueva centuria, los Cocodrilos tampoco pudieron estabilizar ni un staff de pitcheo, ni una alineación lo necesariamente sólida para enfrenar el reto de un exigente campeonato como el cubano.

Pero, de repente apareció Víctor Mesa, y todo cambió. En la contienda del 2011-12, el ex jardinero de Villa Clara y de la selección nacional, llegó a la Atenas de Cuba con la misión de lograr lo que antes no habían podido otros, y lo consiguió.

Pese a sus cuestionables y poco ortodoxos métodos de trabajo, Víctor pudo aglutinar un cuerpo de pitcheo alrededor de dos figuras, Jorge A. Martínez y Yohan Hernández. Luego, supo extraer el mejor espíritu competitivo de hombres como Yoandri Garlobo, Guillermo Heredia, José M. Fernández, Yurisbel Gracial, Yasiel Santoya, Ariel Sánchez y Yadiel Hernández.

Resultado: la mejor actuación de un equipo con el nombre de Matanzas después de 1962, y el despertar de un feroz cocodrilo dispuesto a saciar el hambre que les dejó el tercer lugar nacional y la primera aparición en los Playoff de la era aficionada.

Datos de la provincia Matanzas

HECHOS Y FIGURAS DE MATANZAS