Muy poco falta para que zarpe el barco que llevará los ocho equipos clasificados a la gran fiesta de la post-temporada. En unos veinte días (quizás menos) levará anclas para llevarse a los privilegiados a la tierra prometida donde se esconde la gloria de la pelota cubana como un tesoro único.

Los aficionados no estarán presentes por primera vez en los graderíos desde que este juego llegó a la isla con los vientos del norte, pero como ha quedado demostrado en esta Serie Nacional número 60 en su etapa clasificatoria, ni eso puede apagar la luz de nuestro más amado espectáculo deportivo.

A estas alturas solo un par de equipos pueden pavonearse por el césped de los estadios con su boleto en la mano (Sancti Spíritus y Granma) y otros ocho tendrán que salir a los terrenos el venidero 5 de enero a pelear por los otros seis restantes. Los duelos están pactados y las decenas de combinaciones matemáticas que hay sobre la mesa nos arrojan disímiles resultados. Pocos elementos nos pueden dar pistas y ni siquiera las estadísticas acumuladas hasta el momento son un bastón efectivo donde apoyar nuestros vaticinios.

El campeonato cubano de pelota se caracteriza, entre otras cosas, por la paridad reinante. La escasez de lanzadores de élite, sobre todo en el bull-pen, hace que nuestra liga sea muy ofensiva y en cualquier momento se pueden cambiar las decoraciones de los desafíos con una seguidilla de batazos. Los equipos súper favoritos quedaron atrás en el tiempo y eso hace mella en la credibilidad de profetas y adivinos beisboleros.

El próximo martes entraremos en la recta final de esta fase. Aquí les dejo a los aficionados los enfrentamientos que restan, el resultado de los diferentes duelos particulares, así como las estadísticas colectivas y los líderes individuales hasta este minuto. Estos elementos ilustran y son un rico alimento para el cálculo, para nuestras motivaciones, y para deshojar desde nuestras casas una por una las probabilidades que aún respiran.