Real Academia de la Lengua Española (RAE), significado de breve: «que tiene poca longitud o duración. Muy pronto. Corto, sucinto, conciso, efímero». He tenido que releer el diccionario de la RAE porque tal vez le hayan cambiado el sentido a la palabra breve. Sin que medien muchas explicaciones, aunque serán comentadas, usted, amigo lector, comprenderá los porqués de la preocupación con el adjetivo.
Definitivamente, parece que gusta el morbo, la «bola» y el rumor. No se habla claro, y el artilugio más utilizado es generalizar. ¿Acaso no es una salida muy suspicaz usar frases como «en pocas horas» o «en breve» para referirse a un período de tiempo? Obvio, lo usamos todos para salir de un apuro o de una pregunta donde no conviene especificar.
Esta semana al pitcher villaclareño le ratificaron la sanción que lo separó de su equipo desde el 17 de febrero pasado. Pero hasta este sábado nada fue oficial, porque nadie oficial había dado una respuesta. Ni fueron breves ni fueron justos. Como hay muchos lunares ocultos en el asunto, se prolongó el silencio, tal como se hizo cuando Ariel Pestano estaba en la mira nacional.
No obstante, quedan letras por escribir, palabras por emplear y hasta papeles que enseñar. Solo falta que haya un interesado en explicarle a Cuba entera qué sucede. Porque sigue siendo inexplicable que una sanción de nueve partidos por un pelotazo considerado «intencional» se convierta en una temporada completa, y no se trata de un lanzador medio, del montón, sino el número uno, el mejor del año pasado.
No se entiende que el agredido sea proporcionalmente más castigado que el agresor. No se entiende que se haga una reclamación y sea apenas la semana pasada cuando llegue la sanción oficial. ¿Qué se reclamó entonces? No se entiende que no se entienda. Y en medio de todo esto, el pueblo villaclareño que escribe, llama, se queja y que junto a Freddy Asiel clamaba justicia. Les han dejado de brazos cruzados, mientras que al de Corralillo le han dicho: «Con Villa Clara no, con el Cuba tal vez».
Con esas prácticas, otra vez botaron el sofá y no arreglaron el problema. Se mutila el béisbol cubano entre tantos secretos y fallos, entre tantos límites y excesos, según convenga. Lanzar pegado es un arte en el béisbol, y no algo que hay que castigar. Si no un grande de la talla de Pedro Luis Lazo hubiera tenido que plantar tabaco en una vega, y no brillar desde la lomita.
Nada resulta convincente en este caso, ni las aristas que demoraron tanto, ni la Comisión que revisó el caso y cuya composición tampoco se supo. Como no hay justificación para tamaña medida ---al menos así lo considero--, nada de lo que ha sucedido entre paréntesis luego debió suceder. Inexplicables papeles, inexplicable fallo.
Definitivamente, parece que gusta el morbo, la «bola» y el rumor. No se habla claro, y el artilugio más utilizado es generalizar. ¿Acaso no es una salida muy suspicaz usar frases como «en pocas horas» o «en breve» para referirse a un período de tiempo? Obvio, lo usamos todos para salir de un apuro o de una pregunta donde no conviene especificar.
Esta semana al pitcher villaclareño le ratificaron la sanción que lo separó de su equipo desde el 17 de febrero pasado. Pero hasta este sábado nada fue oficial, porque nadie oficial había dado una respuesta. Ni fueron breves ni fueron justos. Como hay muchos lunares ocultos en el asunto, se prolongó el silencio, tal como se hizo cuando Ariel Pestano estaba en la mira nacional.
No obstante, quedan letras por escribir, palabras por emplear y hasta papeles que enseñar. Solo falta que haya un interesado en explicarle a Cuba entera qué sucede. Porque sigue siendo inexplicable que una sanción de nueve partidos por un pelotazo considerado «intencional» se convierta en una temporada completa, y no se trata de un lanzador medio, del montón, sino el número uno, el mejor del año pasado.
No se entiende que el agredido sea proporcionalmente más castigado que el agresor. No se entiende que se haga una reclamación y sea apenas la semana pasada cuando llegue la sanción oficial. ¿Qué se reclamó entonces? No se entiende que no se entienda. Y en medio de todo esto, el pueblo villaclareño que escribe, llama, se queja y que junto a Freddy Asiel clamaba justicia. Les han dejado de brazos cruzados, mientras que al de Corralillo le han dicho: «Con Villa Clara no, con el Cuba tal vez».
Con esas prácticas, otra vez botaron el sofá y no arreglaron el problema. Se mutila el béisbol cubano entre tantos secretos y fallos, entre tantos límites y excesos, según convenga. Lanzar pegado es un arte en el béisbol, y no algo que hay que castigar. Si no un grande de la talla de Pedro Luis Lazo hubiera tenido que plantar tabaco en una vega, y no brillar desde la lomita.
Nada resulta convincente en este caso, ni las aristas que demoraron tanto, ni la Comisión que revisó el caso y cuya composición tampoco se supo. Como no hay justificación para tamaña medida ---al menos así lo considero--, nada de lo que ha sucedido entre paréntesis luego debió suceder. Inexplicables papeles, inexplicable fallo.