Llevo unos cuantos años viendo nuestras Series Nacionales de béisbol, y no recuerdo a un equipo que se haya visto tan afectado por la suspensión de su entrenador.

El castigo a Víctor Mesa ha dejado a Matanzas muy golpeada, primero porque no lo consideraron justo, y luego porque han extrañado su presencia en el puesto de mando.

No pretendo restar mérito a quienes han logrado romper el paso triunfal del conjunto yumurino en esta segunda vuelta, luego de aquella impresionante seguidilla de triunfos, porque algunas derrotas incluso han sido de manera más que contundente, pero todos conocen el peso que tiene el número 32 (el que no juega) en el equipo.

Tampoco quiero enjuiciar la magnitud de la pena impuesta, porque no estaba allí. Incluso pudiera pensar que no está mal, tomando en cuenta cómo ha decidido actuar la Comisión Nacional últimamente en este sentido, y me refiero específicamente a la suspensión del receptor tunero Yosvany Alarcón.

Si esa va a ser la tónica, pues bienvenida sea, porque en los últimos años las indisciplinas han sido demasiadas, y hay que ponerles coto de alguna manera.

Lo que sí lamento es que un conjunto se desmorone de esta manera tras sufrir un castigo semejante, precisamente cuando su objetivo debe ser salir más fortalecido y hacerle ese regalo a su mánager, que no puede estar en la primera línea de combate.

Afortunadamente para la fiel y apasionada afición matancera, la ventaja que poseen en el primer lugar les da la tranquilidad de que estarán invariablemente en la postemporada, y además, es mejor tener la mala racha ahora y no a la hora de la verdad, ¿no?

Esta segunda fase apenas está comenzando y hay tiempo de sobra para recuperarse, así que espero ver de nuevo triunfando a la novena de la Atenas de Cuba, que por mérito propio ha logrado llenar estadios en todo el país en las últimas campañas, algo reservado a los equipos grandes.