Cuando ya la comitiva beisbolera comienza a dejar esta capital para enrumbarse a la Patria, y poner la mira apuntando a la reanudación de la 52 Serie Nacional, vale un pasaje por quienes tuvieron aquí su primera vez en un equipo Cuba.
José Miguel Fernández, el muchacho de Colón, la segunda base del equipo Matanzas, no solo clasifica como el novato más destacado del equipo Cuba en el III Clásico Mundial de Béisbol, sino que su actuación en el exigente torneo lo catapulta a la condición de jugador clave dentro de la escuadra nacional.
Si un hombre asume, dentro del propio campeonato, la altísima responsabilidad de la tercera plaza en el orden al bate, si además de eso cumple como un consagrado en ella, respondiendo en los instantes cruciales de cada partido, entonces no hay que temer en otorgarle esos galardones.
Tomás debutó con acierto.
Fernández fue el pelotero cubano de mayor average en el certamen. Bateó de 21-11 para elevado 524, con 7 anotadas, 6 impulsadas. Defendió con exactitud el segundo cojín y lo hizo con elegancia y también fue decisivo su desempeño al campo. Su integralidad y peso específico dentro de la selección, vinieron a ratificar lo acertado de inyectar sangre joven a la principal novena de la mayor de las Antillas.
Pero no solo fue el matancero quien destacó en el casillero de los debutantes en el plantel antillano. Yasmani Tomás ha sido otro que llegó para quedarse, pues además de sus cualidades físicas y probado rendimiento a la hora cero, sumó el atributo, pese al estreno en el equipo, de aunar voluntades de convocar a dar más.
El capitalino tuvo 16 turnos al bate, con 6 incogibles, entre ellos un doble y dos jonrones. No abrió como titular, pero se fue ganando el puesto poco a poco y terminó, aunque jugó menos con el tercer slugging de la plantilla, solo superado por los 944 de Alfredo Despaigne y los 895 de Frederich Cepeda. A la defensa viene a redondear un grupo de jardineros al que él le aporta el más sólido brazo, además de la posibilidad de poder desempeñarse en la tercera base.
Raúl González y Andy Ibáñez tuvieron menos oportunidades de salir al campo, sin embargo, el primero demostró estar apto para hacerse del puesto de jugador comodín por excelencia al cubrir cualquier vacante en el cuadro, mientras que si pule algunos detalles defensivos estaría igualmente apto para los jardines.
Los lanzadores Diosdany Castillo y Raciel Iglesias, enseñaron la estirpe de quienes pueden y deben estar en un cuerpo de pitcheo que tiene más deudas que por ciento de cumplimiento. Hoy es el área más débil del elenco, y en la cual hay que trabajar con figuras jóvenes como ellos. Por lo pronto, ambos mostraron la actitud, cada vez que se subieron a la lomita, no regalaron nada, como se dice en el argot, no alejaron la pelota de la zona, si no había swing era strike. Recordar, además, que siempre fueron llamados en situaciones extremas.
Párrafo aparte merece Yander Guevara, quien también apareció cada vez cuando el volcán del adversario entraba en erupción. Yander se estrena a los 27 años en el equipo grande de Cuba, con acierto, inteligencia y mucho coraje. Aunque su primera vez con las cuatro letras le llegó a los 37 años, el zurdo de la Isla de la Juventud, Wilber Pérez, cumplió con su misión cada vez que le dieron la pelota y ratificó que su inclusión, debido a su desempeño en la presente Serie Nacional, fue otro de los aciertos de la composición del plantel.
Con menos protagonismo, Luis Felipe Rivera, y con una primera vez a los 36 años, el también pinero pasa a la historia de este torneo como el que comenzó, en calidad de emergente, el repunte de Cuba en el segundo juego frente a Holanda. El espigado moreno inició esa rebelión, que como ya se sabe, fue protagonizada por los jugadores de la banca, quienes salieron de emergentes en ese episodio.
Siempre hay una primera vez, los que la tuvieron en esta ocasión, en una lid de altísima demanda, cumplieron, unos más, otros menos, pero respondieron a la confianza depositada. Ahora se trata, sobre todo con los más jóvenes, de darles seguimiento, pues serán ellos quienes sean responsables de la nueva generación de la selección nacional, encargada desde ya de asumir el Clásico Mundial del 2017, que tendrá dos años antes el Premiun 12, con los seleccionados que en esta edición se incluyeron entre la docena de vanguardia.
José Miguel Fernández, el muchacho de Colón, la segunda base del equipo Matanzas, no solo clasifica como el novato más destacado del equipo Cuba en el III Clásico Mundial de Béisbol, sino que su actuación en el exigente torneo lo catapulta a la condición de jugador clave dentro de la escuadra nacional.
Si un hombre asume, dentro del propio campeonato, la altísima responsabilidad de la tercera plaza en el orden al bate, si además de eso cumple como un consagrado en ella, respondiendo en los instantes cruciales de cada partido, entonces no hay que temer en otorgarle esos galardones.
Tomás debutó con acierto.
Fernández fue el pelotero cubano de mayor average en el certamen. Bateó de 21-11 para elevado 524, con 7 anotadas, 6 impulsadas. Defendió con exactitud el segundo cojín y lo hizo con elegancia y también fue decisivo su desempeño al campo. Su integralidad y peso específico dentro de la selección, vinieron a ratificar lo acertado de inyectar sangre joven a la principal novena de la mayor de las Antillas.
Pero no solo fue el matancero quien destacó en el casillero de los debutantes en el plantel antillano. Yasmani Tomás ha sido otro que llegó para quedarse, pues además de sus cualidades físicas y probado rendimiento a la hora cero, sumó el atributo, pese al estreno en el equipo, de aunar voluntades de convocar a dar más.
El capitalino tuvo 16 turnos al bate, con 6 incogibles, entre ellos un doble y dos jonrones. No abrió como titular, pero se fue ganando el puesto poco a poco y terminó, aunque jugó menos con el tercer slugging de la plantilla, solo superado por los 944 de Alfredo Despaigne y los 895 de Frederich Cepeda. A la defensa viene a redondear un grupo de jardineros al que él le aporta el más sólido brazo, además de la posibilidad de poder desempeñarse en la tercera base.
Raúl González y Andy Ibáñez tuvieron menos oportunidades de salir al campo, sin embargo, el primero demostró estar apto para hacerse del puesto de jugador comodín por excelencia al cubrir cualquier vacante en el cuadro, mientras que si pule algunos detalles defensivos estaría igualmente apto para los jardines.
Los lanzadores Diosdany Castillo y Raciel Iglesias, enseñaron la estirpe de quienes pueden y deben estar en un cuerpo de pitcheo que tiene más deudas que por ciento de cumplimiento. Hoy es el área más débil del elenco, y en la cual hay que trabajar con figuras jóvenes como ellos. Por lo pronto, ambos mostraron la actitud, cada vez que se subieron a la lomita, no regalaron nada, como se dice en el argot, no alejaron la pelota de la zona, si no había swing era strike. Recordar, además, que siempre fueron llamados en situaciones extremas.
Párrafo aparte merece Yander Guevara, quien también apareció cada vez cuando el volcán del adversario entraba en erupción. Yander se estrena a los 27 años en el equipo grande de Cuba, con acierto, inteligencia y mucho coraje. Aunque su primera vez con las cuatro letras le llegó a los 37 años, el zurdo de la Isla de la Juventud, Wilber Pérez, cumplió con su misión cada vez que le dieron la pelota y ratificó que su inclusión, debido a su desempeño en la presente Serie Nacional, fue otro de los aciertos de la composición del plantel.
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