Un tiro de cámaras al dougout de Pinar en los momentos finales en que bateaban los azules, con el empate en tercera y la ventaja en primera, mostraron a uno de los jugadores de los tabaqueros (no pude precisar quién era) rezando (literal e intensamente) a las 11 mil vírgenes: pues tanto dio que lo oyeron en los cielos y le concedieron el deseo: foul fly de Urguellés y un lineazo de Rayko que salió de frente.
Así terminaba un juegazo de pelota de dos equipos que pelearon un gran play off. Claro que me habría gustado ganar, pero de ahí —mi simple Paca—, a la frustración (como ironiza Gustavo Arcos en el trabajo que me envías), va un tramo inmenso.
Pienso (y algo insinué en un artículo anterior) que, si bien Industriales perdió en el juego 7, con las botas puestas, Vargas perdió en el juego 6, cuando no puso lo mejor de su pitcheo tras salir completando el 5to ining Frank Monthie por cantidad de lanzamientos, y dejando el juego a su favor 1 por 0.
Fue una semifinal fuerte (y sin malos ánimos de un equipo hacia el otro), que llegó hasta el juego 7 (ideal de play off) y un encuentro en el que no pude sentarme un momento. De una derrota así se sale satisfecho, porque mi equipo jugó bien, sobre todo porque perdió con grandes rivales, que hicieron —no digo la “hombrada” por lo que tiene la frase de machismo— la hazaña de sacar un play off desde una desventaja de 3 juegos. También escribí tras el quinto partido, que Pinar no tenía que ganar dos seguidos, sino uno, el primero, victoria tras la cual, tendrían que ganar por igual los dos equipos, y la ventaja sicológica la tendrían los tabaqueros, por venir de ganar dos seguidos, y por estar en su terreno.
Paca, eso que me escribes de que “tú sabes muy bien que un juego cerrado se gana por un jonrón, una bola o un error”, un puro cliché, que no tiene nada que ver con el beisbol, ese es el problema que da cambiar de canal en algunos juegos y ver telenovelas (regularmente seudoproductos televisivos entontecedores, que se basan en fórmulas preestablecidas de secuencias y diálogos sensacionalistas, plagados de lugares comunes).
Lo que no sé —ni puede saber nadie ya— es si Industriales ganaría o no el partido, tras ese empate: las posibilidades reales serían entonces de un 50 %; y de que cambió el juego la mala apreciación del árbitro, no es una especulación, es matemática pura. Los pinareños ganaron 2 x1, un quieto en home que se declara out es una carrera de menos para los Leones. Uno más uno es… ¿adivina, Paca?…:¡Dos! Y si dos equipos tienen dos carreras cada uno, están empatados.
Pues Vargas lo predijo, en duras críticas cuando lo entrevistó la TV en los dos primeros partidos: el arbitraje tiene que llamarse a constar pues tiene demasiado protagonismo y está decidiendo los juegos, lo cual no debe pasar, tienen que decidirlos los jugadores. El umpire de home confirmó la profecía (¿le habrá pasado la cuenta por criticón?)
Paca, que Vargas no haya protestado esa jugada, y reclamado el video, pudiera obedecer a que hay regulaciones que limitan los tipos de jugadas a reclamar ante video —lo cual, es bastante poco conocido aún y parece estar muy elástico, según vimos con el tristemente famoso pasaje de la obstrucción del público en el foul al jardín derecho en el quinto juego, en el Latino. En todo caso, mi buena amiga Paca, que la proteste o no, no prueba la justicia de la jugada. Se vio en la cámara lenta, con toda claridad que, aunque era un corrin prácticamente suicida (quizás el arbitro se dejó llevar por la apariencia) Yasmani Tomás se le escapó por debajo pisando el plato antes de ser tocado. No hay dudas, si bien la jugada tampoco era escandalosamente evidente.
Más allá de eso, ganó un equipo que jugó a gran altura, y ya que se habla tanto de nuestro Víctor Mesa, que ha llevado a Matanzas del sótano a los lugares 3 y 2, en las tres últimas temporadas, es bueno reconocer que Pinar del Río cuando lo coge Urquiola es campeón y cuando lo deja va para el sótano. Aplaudo especialmente que en ningún momento guardó para mañana, siempre el juego a ganar fue el de hoy.
Pues… a la Gran Final, amiga Paca, ya tengo el pulóver y la gorra verde. Te confieso que aun en los momentos de más rivalidad he sentido admiración por los muchachos de Urquiola. Quizás porque ha sido – ¡y mira que llevo años viendo beisbol! (ya iba al Latino con mi padre desde los 5 años ¡1966!)-, un play off elegante, a máxima rivalidad y una hidalguía en el terreno, realmente hermosa.
Me resulta ahora curioso, que mi artículo anterior lo cierro precisamente alabando el gran gesto deportivo que inmortaliza el final del juego del play off de 1986, cuando el cuarto bate de Industriales, Agustín Marquetti, le da el jonrón a Rogelio García, dejando al campo a Pinar y coronando a los azules. El público se lanzó al terreno (yo entre ellos), iba como un hormiguero hacia Marquetti; llegando a la segunda almohadilla quien primero le extendió la mano al número 40 de los azules para felicitarlo fue el torpedero pinareño Giraldo González, reconociendo al rival. Sin dudas, uno de los gestos más hermosos de la historia del beisbol cubano. Y, casi 30 años después, se repite la escena, ahora desde el lado azul cuando el equipo Industriales fue a felicitar a los pinareños por su victoria. Los juegos finales fueron tensos, duros, jugados con garra y, para suerte de nuestra pelota, con respeto entre jugadores adversos, lo que encierra una eticidad que, como vemos tiene huellas en la historia de nuestro deporte y merece subrayarse. Perder hermosamente, es otra manera de ganar.
Bromeaba en el título afirmando que dios es Pinareño, realmente no soy muy ducho en teologías, pero… si fuera pinareño ¿será Alfonso Urquiola?
Así terminaba un juegazo de pelota de dos equipos que pelearon un gran play off. Claro que me habría gustado ganar, pero de ahí —mi simple Paca—, a la frustración (como ironiza Gustavo Arcos en el trabajo que me envías), va un tramo inmenso.
Pienso (y algo insinué en un artículo anterior) que, si bien Industriales perdió en el juego 7, con las botas puestas, Vargas perdió en el juego 6, cuando no puso lo mejor de su pitcheo tras salir completando el 5to ining Frank Monthie por cantidad de lanzamientos, y dejando el juego a su favor 1 por 0.
Fue una semifinal fuerte (y sin malos ánimos de un equipo hacia el otro), que llegó hasta el juego 7 (ideal de play off) y un encuentro en el que no pude sentarme un momento. De una derrota así se sale satisfecho, porque mi equipo jugó bien, sobre todo porque perdió con grandes rivales, que hicieron —no digo la “hombrada” por lo que tiene la frase de machismo— la hazaña de sacar un play off desde una desventaja de 3 juegos. También escribí tras el quinto partido, que Pinar no tenía que ganar dos seguidos, sino uno, el primero, victoria tras la cual, tendrían que ganar por igual los dos equipos, y la ventaja sicológica la tendrían los tabaqueros, por venir de ganar dos seguidos, y por estar en su terreno.
Paca, eso que me escribes de que “tú sabes muy bien que un juego cerrado se gana por un jonrón, una bola o un error”, un puro cliché, que no tiene nada que ver con el beisbol, ese es el problema que da cambiar de canal en algunos juegos y ver telenovelas (regularmente seudoproductos televisivos entontecedores, que se basan en fórmulas preestablecidas de secuencias y diálogos sensacionalistas, plagados de lugares comunes).
Lo que no sé —ni puede saber nadie ya— es si Industriales ganaría o no el partido, tras ese empate: las posibilidades reales serían entonces de un 50 %; y de que cambió el juego la mala apreciación del árbitro, no es una especulación, es matemática pura. Los pinareños ganaron 2 x1, un quieto en home que se declara out es una carrera de menos para los Leones. Uno más uno es… ¿adivina, Paca?…:¡Dos! Y si dos equipos tienen dos carreras cada uno, están empatados.
Pues Vargas lo predijo, en duras críticas cuando lo entrevistó la TV en los dos primeros partidos: el arbitraje tiene que llamarse a constar pues tiene demasiado protagonismo y está decidiendo los juegos, lo cual no debe pasar, tienen que decidirlos los jugadores. El umpire de home confirmó la profecía (¿le habrá pasado la cuenta por criticón?)
Paca, que Vargas no haya protestado esa jugada, y reclamado el video, pudiera obedecer a que hay regulaciones que limitan los tipos de jugadas a reclamar ante video —lo cual, es bastante poco conocido aún y parece estar muy elástico, según vimos con el tristemente famoso pasaje de la obstrucción del público en el foul al jardín derecho en el quinto juego, en el Latino. En todo caso, mi buena amiga Paca, que la proteste o no, no prueba la justicia de la jugada. Se vio en la cámara lenta, con toda claridad que, aunque era un corrin prácticamente suicida (quizás el arbitro se dejó llevar por la apariencia) Yasmani Tomás se le escapó por debajo pisando el plato antes de ser tocado. No hay dudas, si bien la jugada tampoco era escandalosamente evidente.
Más allá de eso, ganó un equipo que jugó a gran altura, y ya que se habla tanto de nuestro Víctor Mesa, que ha llevado a Matanzas del sótano a los lugares 3 y 2, en las tres últimas temporadas, es bueno reconocer que Pinar del Río cuando lo coge Urquiola es campeón y cuando lo deja va para el sótano. Aplaudo especialmente que en ningún momento guardó para mañana, siempre el juego a ganar fue el de hoy.
Pues… a la Gran Final, amiga Paca, ya tengo el pulóver y la gorra verde. Te confieso que aun en los momentos de más rivalidad he sentido admiración por los muchachos de Urquiola. Quizás porque ha sido – ¡y mira que llevo años viendo beisbol! (ya iba al Latino con mi padre desde los 5 años ¡1966!)-, un play off elegante, a máxima rivalidad y una hidalguía en el terreno, realmente hermosa.
Me resulta ahora curioso, que mi artículo anterior lo cierro precisamente alabando el gran gesto deportivo que inmortaliza el final del juego del play off de 1986, cuando el cuarto bate de Industriales, Agustín Marquetti, le da el jonrón a Rogelio García, dejando al campo a Pinar y coronando a los azules. El público se lanzó al terreno (yo entre ellos), iba como un hormiguero hacia Marquetti; llegando a la segunda almohadilla quien primero le extendió la mano al número 40 de los azules para felicitarlo fue el torpedero pinareño Giraldo González, reconociendo al rival. Sin dudas, uno de los gestos más hermosos de la historia del beisbol cubano. Y, casi 30 años después, se repite la escena, ahora desde el lado azul cuando el equipo Industriales fue a felicitar a los pinareños por su victoria. Los juegos finales fueron tensos, duros, jugados con garra y, para suerte de nuestra pelota, con respeto entre jugadores adversos, lo que encierra una eticidad que, como vemos tiene huellas en la historia de nuestro deporte y merece subrayarse. Perder hermosamente, es otra manera de ganar.
Bromeaba en el título afirmando que dios es Pinareño, realmente no soy muy ducho en teologías, pero… si fuera pinareño ¿será Alfonso Urquiola?