Todavía guarda con nitidez el recuerdo de aquella despedida en los convulsos días del éxodo del Mariel de 1980. Su entrañable amigo -compañero de franela en Industriales- vino a confesarle que se iba del país a probar suerte en Grandes Ligas. Una confesión que recibió entonces como quien escucha a un hermano necesitado de un oído receptivo en su hora más crucial.
Rey Vicente Anglada se despedía con dolor de Bárbaro Garbey, sin imaginar que el secreto compartido en amistad sería el germen de un absurdo Vía Crucis que terminó con su brillante carrera beisbolera en Cuba. Garbey había sido separado por supuestas implicaciones en la venta de juegos en la temporada de 1977-1978.
"Me dijo que se iba, que estaba decidido a probarse en el béisbol profesional", recuerda Anglada. "Le pregunté por la familia, pero me respondió que ya lo había pensado todo muy bien... Entonces le di un abrazo y le desee todo lo mejor. Eso fue todo".
El silencio de Anglada sobre la decisión de Garbey le costaría caro. Fue el comienzo de un maquiavélico montaje de sospechas que terminó con acusaciones infundadas de venta de juegos, junto a otros 16 peloteros. El estelar segunda base fue suspendido en el esplendor de su carrera deportiva, en 1982, y sus récords borrados de las estadísticas del béisbol cubano.
Una injusticia colosal
Anglada cumplió prisión por dos años y ocho meses. Se le aplicó una condena por peligrosidad, aunque nunca pudo probarse su participación en delito alguno. Su carrera deportiva quedó congelada en el momento de máxima plenitud, a los 29 años, en lo que califica como una de las más colosales injusticias cometidas por el gobierno cubano contra un deportista en activo.
"Tuve que dejar la pelota cuando mejor hacía las cosas, fue muy duro y es algo que no puede explicarse si uno no lo vive en carne propia, pero uno no puede estar viviendo con una pena durante tanto tiempo", confiesa el ex jugador. "Miro hacia delante, sin rencor, porque guardar resentimientos no trae nada bueno y la vida me ha dado muchas oportunidades de ser feliz".
Las reinvindicaciones llegaron décadas después para el insustituible número 36 de la Nave Azul. Anglada tomó el mando de Industriales en el 2001 y condujo al equipo hasta el título nacional en tres ocasiones, entre el 2003 y el 2006.
También dirigió en dos ocasiones el equipo Cuba y ganó los Juegos Panamericanos en Río de Janeiro, en el 2007.
Pero Anglada tenía aún un abrazo aplazado por largo tiempo. Y en este viaje a Miami para celebrar el 50 aniversario de los Industriales y reencontrarse con su hijo Dyan, de 24 años, estaba también latente la posibilidad de contactar y compartir con su viejo amigo Garbey, residente en Estados Unidos.
Abrazo en Orlando
Así fue que después de una llamada telefónica el día después de la llegada a Miami, todo quedó listo para la cita. Dyan y Rey Vicente Anglada viajaron el pasado domingo 18 hasta Orlando, Florida, para que el abrazo con Garbey, postergado por 33 años, se hiciera realidad.
"Creo que es algo que me faltaba para ponerle punto final a ese capítulo", rememora Anglada, de 60 años. "Es una de las cosas más maravillosas que me han sucedido en este viaje y fue un encuentro entre hermanos, como si el tiempo no hubiera pasado".
Garbey, que se retiró como jugador activo en 1988, tiene ahora 56 años. Fue la primera estrella del béisbol cubano posterior a 1961 que logró escapar de la isla y triunfar en Grandes Ligas. En 1984 se agenció un anillo de Serie Mundial con los Tigres de Detroit. Actualmente se desempeña como entrenador de bateo de los Peoria Chiefs, filial de los Chicago Cubs en la Midwest League.
"Hablamos mucho de nuestras familias y de la bendición que tuvo de ganar una Serie Mundial apenas entró a Grandes Ligas", comentó Anglada. "Le dije que espero que no tengan que pasar otros 33 años para el próximo abrazo".
Rey Vicente Anglada se despedía con dolor de Bárbaro Garbey, sin imaginar que el secreto compartido en amistad sería el germen de un absurdo Vía Crucis que terminó con su brillante carrera beisbolera en Cuba. Garbey había sido separado por supuestas implicaciones en la venta de juegos en la temporada de 1977-1978.
"Me dijo que se iba, que estaba decidido a probarse en el béisbol profesional", recuerda Anglada. "Le pregunté por la familia, pero me respondió que ya lo había pensado todo muy bien... Entonces le di un abrazo y le desee todo lo mejor. Eso fue todo".
El silencio de Anglada sobre la decisión de Garbey le costaría caro. Fue el comienzo de un maquiavélico montaje de sospechas que terminó con acusaciones infundadas de venta de juegos, junto a otros 16 peloteros. El estelar segunda base fue suspendido en el esplendor de su carrera deportiva, en 1982, y sus récords borrados de las estadísticas del béisbol cubano.
Una injusticia colosal
Anglada cumplió prisión por dos años y ocho meses. Se le aplicó una condena por peligrosidad, aunque nunca pudo probarse su participación en delito alguno. Su carrera deportiva quedó congelada en el momento de máxima plenitud, a los 29 años, en lo que califica como una de las más colosales injusticias cometidas por el gobierno cubano contra un deportista en activo.
"Tuve que dejar la pelota cuando mejor hacía las cosas, fue muy duro y es algo que no puede explicarse si uno no lo vive en carne propia, pero uno no puede estar viviendo con una pena durante tanto tiempo", confiesa el ex jugador. "Miro hacia delante, sin rencor, porque guardar resentimientos no trae nada bueno y la vida me ha dado muchas oportunidades de ser feliz".
Las reinvindicaciones llegaron décadas después para el insustituible número 36 de la Nave Azul. Anglada tomó el mando de Industriales en el 2001 y condujo al equipo hasta el título nacional en tres ocasiones, entre el 2003 y el 2006.
También dirigió en dos ocasiones el equipo Cuba y ganó los Juegos Panamericanos en Río de Janeiro, en el 2007.
Pero Anglada tenía aún un abrazo aplazado por largo tiempo. Y en este viaje a Miami para celebrar el 50 aniversario de los Industriales y reencontrarse con su hijo Dyan, de 24 años, estaba también latente la posibilidad de contactar y compartir con su viejo amigo Garbey, residente en Estados Unidos.
Abrazo en Orlando
Así fue que después de una llamada telefónica el día después de la llegada a Miami, todo quedó listo para la cita. Dyan y Rey Vicente Anglada viajaron el pasado domingo 18 hasta Orlando, Florida, para que el abrazo con Garbey, postergado por 33 años, se hiciera realidad.
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