La Serie Nacional de Beisbol en Cuba continua en tela de juicio.


Esta vez puede parecer una incongruencia sin sentido o un alarde de pesimismo contenido, pero ni una ni la otra, la verdad es que la pelota cubana sigue siendo tan esclava como siempre y mientras sea un instrumento del estado, sus deficiencias están condenadas al envejecimiento, la impopularidad y el descredito.


Ciertamente hace solo unos días publiqué “¿Mejora el beisbol cubano?” y la tónica era positiva, optimista. Sin embargo no he cambiado de parecer, pues la Federación Cubana del deporte y el gobierno, han sido forzados a mejoras con algo de positivismo, a la vez que la fuga masiva de atletas ha propiciado la explosión de estos en las Grandes Ligas, que es, sin dudas, un beneficio para todos, inclusive los que mal dirigen la pelota en la isla.

La noticia que me ha traído hasta el teclado, esta noche, viene del “Diario de Cuba” donde el tema es que las familias de José Miguel Fernández y Lázaro Herrera acaban de perder las casas que les habían otorgado.

De manera mediática la palabra “desalojo” causó el boom deseado y las opiniones de muchos lectores estuvieron divididas, pues al ser “medios básicos” las casas perdidas, de manera legal, son del estado. Los comentarios, tuvieron de todo, pero esa es otra muestra del poco valor que tienen los peloteros cubanos y en su defecto, el ciudadano común.

No quiero tomar partido en la decisión de sacar a las respectivas esposas, no obstante se pueden varias aristas del problema que fueron omitidas.

· ¿Cómo es posible que el títere Higinio Vélez, (quien funge aun como Comisionado Nacional pues no aparece nadie para sustituirlo, que cumpla tan bien sus tareas de no hacer nada y poner la mejilla) no pueda confirmar a la prensa el abandono del país de estos peloteros y una simple funcionaria de la Vivienda Provincial si pueda dar crédito a que esos atletas no están en Cuba y pierden sus privilegios?

· ¿Dónde está la revolución de los pobres, la que protege a los que más lo necesitan, cuando dos esposas han sido abandonadas por sus maridos y ahora en vez de recibir el apoyo de su gobierno (que aún lo es) lo que tienen es un desalojo público y dramático?

· ¿Y la asociación de peloteros que tiene que interesare por sus miembros?

La última pregunta es pura retórica sarcástica, pues eso no existe en Cuba. Ya llegaré a ese punto.

El asunto es que ya ni Herrera, ni Fernández, son interés del gobierno, la Federación o la prensa oficialista, o lo que es lo mismo: ya sus records, alegrías, sudor y gloria brindada a la pelota cubana no cuenta.

Punto aparte para el despojo humano en el que se ha convertido Víctor Mesa, a quien no brindo un calificativo más burdo y duro por respeto a quienes leen estas líneas, quien rayando en el oportunismo y la prepotencia, ha pasado a ser de uno de los peloteros más populares y queridos, a la figura a odiar, por méritos propios.

Con Víctor no hay de otra que aceptar que se robó aquella frase profética-maléfica de: “…con la revolución todo, sin la revolución nada…”

La pelota cubana, después del 59, NUNCA fue libre. En honor a la verdad, el deporte, de manera general, se desarrolló en toda la isla y Cuba apareció de manera más sonora en el mundo internacional, pero el beisbol tuvo que conformarse con el amateurismo y esfumarse del mejor escenario del orbe, las Grandes Ligas.

Le preguntas a un aficionado común quienes son Tony Fossa o Orestes Destrade y quedarán boquiabiertos, sin saber que ambos son peloteros nacidos en Cuba y que tuvieron el privilegio de representarnos en la MLB en las décadas del 80 y 90 del pasado siglo. Tal ha sido nuestra “lejanía” forzada.

Doloroso resulta, tras las actuaciones de los nuestros en este 2014 en la Gran Carpa, ver en los rostros de las estrellas de los primeros 40 años de Series Nacionales la incertidumbre de “pude haber triunfado allí”. Más penoso aun los olvidados, los Romelio Martínez, Lázaro Junco, Julio German Fernández, Evenecer Godínez, Eddy Rojas, José Modesto Darcourt y una lista interminable de peloteros, que raras veces jugaban eventos ultramar y bien pudieron haber tenido carreras en las Mayores.

Nunca voy a sugerir o recomendar a ningún pelotero que abandone el país poniendo en riesgo su vida, pero ya no hay ilusión, no hay futuro. Tantas salidas no pueden estar equivocadas. Es duro ser inmigrante, pero más duro aceptar la pena de ser un elemento más del régimen y que el día que decidas, por pura voluntad y con todo tu derecho, a cambiar el rumbo, estarás tu (y los tuyos) a expensas de esbirros que vendrán exigiendo por las únicas y pocas cosas que te han dado, cuando como deportista has ganado mucho más y te has conformado con poco.

Cuba se propuso subsistir con frases como “el amor de mi pueblo” o “millones de seguidores” y condenó a cientos de atletas a vivir vidas comunes, en vez de las que merecieron por su talento y sacrificio.

La no existencia de un retiro digno ha estado golpeando seriamente las bases de la pelota cubana y la aparición de Antonio Pacheco, el verano pasado, pidiendo asilo en la Florida, llevó las cosas a otro nivel. Una de las caras del gobierno no pudo más, una “vaca sagrada” tuvo que emigrar. ¿Qué puede quedar para el resto de los peloteros comunes?

¿Qué sentido tiene que más de 400 peloteros anualmente participen en la Serie Nacional, que es el mayor espectáculo sociocultural del país, y que ninguno de ellos este representado por una asociación de peloteros o un sindicato?

Simple, todos han sido, son y serán “esclavos” del “Coliseo” cubano, que no merecen quienes lo representen y hagan apelaciones por ellos, pues como piezas de ese fracasado dominós, su único propósito debe ser entretener, jamás diferir y mucho menos “traicionar”.

Concluyendo les pido no se pongan pesimistas, no dejen que nadie haga eso con ustedes. Tenemos el talento para llenar las Grandes Ligas de peloteros exitosos y también esta aquello de que “no hay mal que dure 100 años…”

Sin más por ahora,

Daniel de Malas Andreu.