Por Boris Luis Cabrera Acosta (Debutando en SwingCompleto)

En los últimos días hay un avispero en las redes sociales con el tema del equipo cubano que participara en el próximo clásico mundial de beisbol. La isla, es un desierto árido y seco ausente de estrellas, de jonroneros y de lanzadores supersónicos. Nuestros ídolos, poco a poco, se han desaparecido de los terrenos y de nuestros televisores, se han llevado las ovaciones, las polémicas de parques y peñas, el espectáculo, las joyas defensivas, las rivalidades, la pasión y el desenfreno. Los estadios están vacíos, las nuevas generaciones prefieren el futbol y el beisbol se nos muere entre las manos.
Los directivos deportivos están renuentes, atrincherados detrás de frases muertas, ondeando las viejas banderas de la guerra fría, escondidos detrás de ideologías obsoletas y panfletos amarillentos. Están renuentes a unificar a todos los cubanos para esta, la más importante de las competencias beisboleras. No quieren a los que emigraron, no aceptan a los que fueron buscando un futuro mejor para sus familias, no les interesa la unidad, el abrazo, la reconciliación.

Vamos desnudos, con la piel tan transparente que se nos ven los huesos, vamos coqueteando con el ridículo y la apatía, con el bochorno y el orgullo herido. Vamos con un escudo de absurdas ideologías y una bandera incompleta, a media asta.

Qué mejor momento para despojarse de prejuicios estériles, para unirnos a todos, para quitarse la camisa de fuerza del agravio y la mala vibra, que justificación perfecta para abrazarnos todos, para poner la bandera cubana en lo más alto de cualquier montaña, para abrirle las puertas al entendimiento, al amor fraternal, que momento único para sacudirse el polvo del absurdo, para levantar el beisbol del hueco oscuro, del fango espeso en que se encuentra.
Nosotros, los cubanos de la isla, no entendemos de muros ni de prohibiciones, no discriminamos ni señalamos con un dedo, no creemos en partidos políticos ni en 90 millas. Cubanos somos todos, donde quiera que estemos, nadie nos puede marcar la piel con números ni puede clasificarnos por pensamientos diferentes ni por patrones escritos. Todos somos cubanos y merecemos defender el honor de nuestra tierra y de nuestro deporte nacional. Un voto por los cubanos que juegan en las grandes ligas, en las ligas menores, en cualquier liga del mundo o en la luna, un voto para hacer un equipo unido, robusto, competitivo, que demuestre nuestra estirpe y nos traiga glorias y alegrías, los cubanos se lo merecen.

Saludos amigos