¡Este será nuestro año! Así han dicho durante casi dos décadas los fanáticos villaclareños que esperan, con paciente impaciencia, porque se rompa esa dolorosa racha sin títulos y nuevamente los naranjas vuelvan a subir a lo más alto del podio, en una Serie Nacional.
Reconocen que he perdido esa paciencia en más de una ocasión y creo que en sus desesperanzas tiene razones convincentes: Villa Clara ha perdido seis finales, cuatro contra Industriales, una contra La Habana y otra ante Pinar del Río.
A pesar de los continuos reveses, de la partida de varias de las principales estrellas, de las promesas que no pudieron cumplir ni Víctor Mesa ni Eduardo Martín Saura, el fanático villaclareño , sigue confiando en su equipo. Y ese, quizás, sea el principal cambio que noto en la muy criticada estructura de la 52 Serie Nacional: nos identificamos con la selección y no importa tanto quién la defienda. Asi dicen.
Mientras los villaclareños corrían hacia el centro del terreno del estadio “5 de septiembre”, después de derrotar a Cienfuegos, en el sexto juego del playoff y avanzar a la final, muchos piensan a voz alta, una vez más: ¡este será nuestro año! ¡Finalmente lograremos otro título nacional!
Mi “otro yo”, el diablito que me recuerda cifras negativas, errores, barridas, poca combatividad en finales anteriores, trataba de calmar mi emoción, pero creo que, al menos hoy, ganó el optimismo.
Reconocen que he perdido esa paciencia en más de una ocasión y creo que en sus desesperanzas tiene razones convincentes: Villa Clara ha perdido seis finales, cuatro contra Industriales, una contra La Habana y otra ante Pinar del Río.
A pesar de los continuos reveses, de la partida de varias de las principales estrellas, de las promesas que no pudieron cumplir ni Víctor Mesa ni Eduardo Martín Saura, el fanático villaclareño , sigue confiando en su equipo. Y ese, quizás, sea el principal cambio que noto en la muy criticada estructura de la 52 Serie Nacional: nos identificamos con la selección y no importa tanto quién la defienda. Asi dicen.
Mientras los villaclareños corrían hacia el centro del terreno del estadio “5 de septiembre”, después de derrotar a Cienfuegos, en el sexto juego del playoff y avanzar a la final, muchos piensan a voz alta, una vez más: ¡este será nuestro año! ¡Finalmente lograremos otro título nacional!
Mi “otro yo”, el diablito que me recuerda cifras negativas, errores, barridas, poca combatividad en finales anteriores, trataba de calmar mi emoción, pero creo que, al menos hoy, ganó el optimismo.