Quizás el error del receptor Lázaro Herrera, que dio la victoria 3x2 a los Tigres en extrainnings, haya restado espectacularidad al cierre de la subserie contra los Cocodrilos. Pero una sentencia ajena a cualquier libro, o catálogo de béisbol, plantea que "los partidos cerrados se definen o por un batazo, o por un pifia", y en esta ocasión ocurrió la menos atractiva.

El estadio José Ramón Cepero se volvió a quedar pequeño para topes como el acontecido la noche de este lunes, que se auguraba atractivo por estar empatado a una victoria para cada bando.

En duelo de pitcheo, el matancero Joel Suárez hechizó a la ofensiva del Ciego de Ávila y, en siete entradas, solo recibió dos indiscutibles y llegó a retirar a 14 bateadores en línea. En este aspecto, se hizo sentir la carencia de bateadores zurdos en el plantel local, pues Suárez, lanzador lateral, recurrió al rompimiento del home hacia afuera que descolgó a más de un avileño.