Es la segunda base una de las posiciones más retadoras cuando alguien se traza la encomienda de seleccionar a los diez más completos. La conocida intermedia es una de las plazas más pobladas en calidad de la historia de nuestras Series Nacionales y de la pelota cubana en general.
TRES ÍCONOS
Cierto es que atrás quedaron los tiempos en que para jugar en el centro del terreno –torpedero y camarero especialmente–, no era tan necesario batear. Con poseer manos seguras a la hora de fildear bastaba. La actual época ha cambiado el precepto y ahora es necesario pegarle a la pelota, juegues donde juegues.
Sin embargo, antes de ir al listado, signado por las estadísticas que jerarquizan el rendimiento ofensivo, hay tres jugadores a quienes debemos reverenciar por su indiscutida clase, por lo que han representado para el deporte más seguido en el país y porque son verdaderos íconos de los diamantes beisboleros.
No tuvieron los números de hoy día. El bate de aluminio, vigente en Cuba durante más de 20 años, lo impidió. Dos de ellos, Rey Vicente Anglada y Alfonso Urquiola, comenzaron a jugar en la década de los 70 y el tercero, Félix Isasi, debutó en la tercera Serie Nacional en los años 60, y solo vio el aluminio en los finales de su carrera.
Los tres sentaron cátedra en el béisbol. Isasi nació en Pueblo Nuevo, Matanzas, lugar, predestinado para ser la cuna de peloteros brillantes (entre muchos están Dagoberto Blanco Campaneria, Edmundo Amoros,
Leonardo Cárdenas, Enrique Izquierdo, José Domecq Cardenal, Napoleón Heredia) y fue considerado un pelotero «todo terreno» por sus muchas habilidades: fildeaba, tiraba bien a las bases, corría y era inteligente para robar. No por casualidad en el equipo campeón mundial de Nicaragua-72, Armando Capiró y Agustín Marquetti eran cuarto y quinto bates…y Félix Isasi era el tercero.
Anglada vio interrumpida su carrera por causas ajenas a su voluntad. En solo diez años, de 1972 a 1982, brilló con luz propia, excelente a la defensa, bueno al juego rápido, de toque de bola, corrido y bateo y robo de bases. Campeón mundial, panamericano y centroamericano.
Lo mismo puede decirse de Urquiola. De los tres era el de mayor fuerza al bate con 90 cuadrangulares y un poco menos de 600 impulsadas. Él y Anglada, después del retiro, han desarrollado excelentes carreras como directores. Ellos dos y el yumurino Isasi tienen un sitial en la gloria beisbolera cubana.
PACHECO, PADILLA Y MACÍAS
TRES ÍCONOS
Cierto es que atrás quedaron los tiempos en que para jugar en el centro del terreno –torpedero y camarero especialmente–, no era tan necesario batear. Con poseer manos seguras a la hora de fildear bastaba. La actual época ha cambiado el precepto y ahora es necesario pegarle a la pelota, juegues donde juegues.
Sin embargo, antes de ir al listado, signado por las estadísticas que jerarquizan el rendimiento ofensivo, hay tres jugadores a quienes debemos reverenciar por su indiscutida clase, por lo que han representado para el deporte más seguido en el país y porque son verdaderos íconos de los diamantes beisboleros.
No tuvieron los números de hoy día. El bate de aluminio, vigente en Cuba durante más de 20 años, lo impidió. Dos de ellos, Rey Vicente Anglada y Alfonso Urquiola, comenzaron a jugar en la década de los 70 y el tercero, Félix Isasi, debutó en la tercera Serie Nacional en los años 60, y solo vio el aluminio en los finales de su carrera.
Los tres sentaron cátedra en el béisbol. Isasi nació en Pueblo Nuevo, Matanzas, lugar, predestinado para ser la cuna de peloteros brillantes (entre muchos están Dagoberto Blanco Campaneria, Edmundo Amoros,
Leonardo Cárdenas, Enrique Izquierdo, José Domecq Cardenal, Napoleón Heredia) y fue considerado un pelotero «todo terreno» por sus muchas habilidades: fildeaba, tiraba bien a las bases, corría y era inteligente para robar. No por casualidad en el equipo campeón mundial de Nicaragua-72, Armando Capiró y Agustín Marquetti eran cuarto y quinto bates…y Félix Isasi era el tercero.
Anglada vio interrumpida su carrera por causas ajenas a su voluntad. En solo diez años, de 1972 a 1982, brilló con luz propia, excelente a la defensa, bueno al juego rápido, de toque de bola, corrido y bateo y robo de bases. Campeón mundial, panamericano y centroamericano.
Lo mismo puede decirse de Urquiola. De los tres era el de mayor fuerza al bate con 90 cuadrangulares y un poco menos de 600 impulsadas. Él y Anglada, después del retiro, han desarrollado excelentes carreras como directores. Ellos dos y el yumurino Isasi tienen un sitial en la gloria beisbolera cubana.
PACHECO, PADILLA Y MACÍAS
Ya de cara al listado, la selección es menos complicada cuando se trata del número uno. Y mucho más difícil para escoger los nueve restantes. Es así como podemos calificar la selección de los segundas base más completos en la historia de nuestras Series Nacionales.
Durante más de una década la afición cubana, especialmente santiagueros y capitalinos, discutían cuál de los dos era el mejor, basados unos en su poderoso bateo y otros en la excelencia del fildeo. Pero no hay dudas de que el primero era Pacheco: líder de bateo entre los camareros, tercer impulsador histórico detrás de Kindelán y Muñoz, segundo en jits, solo superado por Enrique Díaz, líder en ops, average de fildeo de 977 en más de 14 000 entradas.
A favor del capitalino Padilla están la excelente combinación de doble play formada por Germán Mesa y el hecho de que bateaba más de lo que se decía popularmente, con promedio por encima de 300, más de 1 900 indiscutibles, además de su excelente 978 de promedio a la hora de ir al campo. Y en tercer lugar ancló un pelotero casi olvidado, que llegó a competir en unos Juegos Olímpicos y en dos mundiales, oriundo de Güira de Melena, Artemisa. Oscar Macías era un excelente bateador con 286 jonrones en su cuenta, 310 de promedio, a solo 40 jits de los 2 000 y una defensa aceptable.
OLIVERA, YOBAL Y DOS MÁS
Los puestos cuatro y cinco fueron para dos figuras que terminaron abruptamente sus carreras en Cuba, Héctor Olivera, hijo, y Yobal Dueñas. El santiaguero Olivera solo participó diez años en la Serie Nacional, estampando muy buenos números, candidato a 2 000 jits y 200 cuadrangulares, además de un buen average de fildeo de 978. El pinareño Yobal fue subcampeón olímpico y dos veces titular mundial. Con 136 jonrones y 133 bases robadas era una combinación de poder y velocidad. Otro candidato a los 2 000 jits, si hubiera jugado unos años más.
No podían faltar en esta relación el «hombre de hierro» de la Isla de la Juventud y el «hombre récord» de la pelota cubana, Alexander Ramos y Enrique Díaz. El primero ostenta la marca de más partidos consecutivos jugados, 1 112, además de promediar de por vida 339, con más de 2 000 jits. El segundo es el pelotero con mayor cantidad de jits (2 378), triples (99), anotadas (1 638) y bases robadas (726), además de veces al bate (7 983) y comparecencias (9 720).
Durante más de una década la afición cubana, especialmente santiagueros y capitalinos, discutían cuál de los dos era el mejor, basados unos en su poderoso bateo y otros en la excelencia del fildeo. Pero no hay dudas de que el primero era Pacheco: líder de bateo entre los camareros, tercer impulsador histórico detrás de Kindelán y Muñoz, segundo en jits, solo superado por Enrique Díaz, líder en ops, average de fildeo de 977 en más de 14 000 entradas.
A favor del capitalino Padilla están la excelente combinación de doble play formada por Germán Mesa y el hecho de que bateaba más de lo que se decía popularmente, con promedio por encima de 300, más de 1 900 indiscutibles, además de su excelente 978 de promedio a la hora de ir al campo. Y en tercer lugar ancló un pelotero casi olvidado, que llegó a competir en unos Juegos Olímpicos y en dos mundiales, oriundo de Güira de Melena, Artemisa. Oscar Macías era un excelente bateador con 286 jonrones en su cuenta, 310 de promedio, a solo 40 jits de los 2 000 y una defensa aceptable.
OLIVERA, YOBAL Y DOS MÁS
Los puestos cuatro y cinco fueron para dos figuras que terminaron abruptamente sus carreras en Cuba, Héctor Olivera, hijo, y Yobal Dueñas. El santiaguero Olivera solo participó diez años en la Serie Nacional, estampando muy buenos números, candidato a 2 000 jits y 200 cuadrangulares, además de un buen average de fildeo de 978. El pinareño Yobal fue subcampeón olímpico y dos veces titular mundial. Con 136 jonrones y 133 bases robadas era una combinación de poder y velocidad. Otro candidato a los 2 000 jits, si hubiera jugado unos años más.
No podían faltar en esta relación el «hombre de hierro» de la Isla de la Juventud y el «hombre récord» de la pelota cubana, Alexander Ramos y Enrique Díaz. El primero ostenta la marca de más partidos consecutivos jugados, 1 112, además de promediar de por vida 339, con más de 2 000 jits. El segundo es el pelotero con mayor cantidad de jits (2 378), triples (99), anotadas (1 638) y bases robadas (726), además de veces al bate (7 983) y comparecencias (9 720).