Pinar se va a la Serie del Caribe, pero igual puede vestir de azul y rojo y decir “Cuba” en la casaca. Puede incluso ganar finalmente el trofeo de campeón, y en el terreno acaso no haya un solo pelotero oriundo de esa tierra de tabaco y gente buena.
Yo acabo de regresar de donde los campeones, y doy fe de que los pinareños están descontentos con la decisión de reforzar hasta los dientes al equipo. Vi sostener ese criterio en la peña del Fajardo provincial, y en el parque Colón, y en las tribunas del Capitán San Luis…
Ellos querían –seguramente habían soñado con- ver a sus ídolos en Puerto Rico; esto es, a Luis Alberto combinado con Castillo y Saavedra para el doble play, o a Donal asumiendo la misión medular en el line up. Sin embargo, esas cosas no van a suceder.
Cuba optó por asistir con el team Cuba a un torneo de clubes –que no de selecciones-, y ahora tiene la exigente, exclusiva misión de ganar o ganar. Si pierde el campeonato, no faltarán la burla y el desdén. Y lo peor: si triunfa, la victoria no tendrá visos de heroicidad.
Dejemos algo en claro por enésima vez desde el año pasado: nuestros contrarios en la Serie del Caribe no refuerzan sus rosters, sino que los remiendan a medida que pierden peloteros por requerimientos de sus clubes de Ligas Mayores. Van al evento no con lo que tienen, sino con lo que pueden.
Y yo digo (mejor, me pregunto): ¿por qué tanto temor a perder un evento? ¿Será que nos queremos engañar y creernos que ganar en Puerto Rico equivaldría a mostrar el nivel verdadero de nuestro campeonato nacional? ¿Será que Pinar carecía de posibilidades para contender?
A mi juicio, la tropa de Urquiola habría estado apta para la batalla con siete refuerzos. Digamos, un catcher ofensivo, un utility de cuadro, tres relevistas y un par de abridores. A fin de cuentas, jardineros le sobraban (en sus filas estuvieron el año anterior Duvergel, Laza, Santos y Quiala), y aunque no atraviesen ahora mismo por su mejor momento, jugadores como Saavedra y Castillo son de probado rendimiento en series cortas.
Vuelvo con las preguntas: ¿por qué fueron excluidos Laza y Quiala, que estuvieron allí en la temporada previa e inclusive repiten en esta? ¿Y qué criterio dejó fuera a Vladimir García? ¿Por qué no se llamó a filas a pitchers como Baños e Isbel, que tanto trabajaron para la causa verde? ¿Será justo negarle a Reinier León esta oportunidad de jugar por su tierra extrafronteras, luego de haber cumplido diez campañas y más de cinco mil entradas en la pradera central de los vegueros?
Por engañosa, la ecuación debe ser revertida. En la Serie del Caribe, más que “Pinar del Río es Cuba”, lo correcto sería decir “Cuba es Pinar del Río”.
por: Michel Contreras
Yo acabo de regresar de donde los campeones, y doy fe de que los pinareños están descontentos con la decisión de reforzar hasta los dientes al equipo. Vi sostener ese criterio en la peña del Fajardo provincial, y en el parque Colón, y en las tribunas del Capitán San Luis…
Ellos querían –seguramente habían soñado con- ver a sus ídolos en Puerto Rico; esto es, a Luis Alberto combinado con Castillo y Saavedra para el doble play, o a Donal asumiendo la misión medular en el line up. Sin embargo, esas cosas no van a suceder.
Cuba optó por asistir con el team Cuba a un torneo de clubes –que no de selecciones-, y ahora tiene la exigente, exclusiva misión de ganar o ganar. Si pierde el campeonato, no faltarán la burla y el desdén. Y lo peor: si triunfa, la victoria no tendrá visos de heroicidad.
Dejemos algo en claro por enésima vez desde el año pasado: nuestros contrarios en la Serie del Caribe no refuerzan sus rosters, sino que los remiendan a medida que pierden peloteros por requerimientos de sus clubes de Ligas Mayores. Van al evento no con lo que tienen, sino con lo que pueden.
Y yo digo (mejor, me pregunto): ¿por qué tanto temor a perder un evento? ¿Será que nos queremos engañar y creernos que ganar en Puerto Rico equivaldría a mostrar el nivel verdadero de nuestro campeonato nacional? ¿Será que Pinar carecía de posibilidades para contender?
A mi juicio, la tropa de Urquiola habría estado apta para la batalla con siete refuerzos. Digamos, un catcher ofensivo, un utility de cuadro, tres relevistas y un par de abridores. A fin de cuentas, jardineros le sobraban (en sus filas estuvieron el año anterior Duvergel, Laza, Santos y Quiala), y aunque no atraviesen ahora mismo por su mejor momento, jugadores como Saavedra y Castillo son de probado rendimiento en series cortas.
Vuelvo con las preguntas: ¿por qué fueron excluidos Laza y Quiala, que estuvieron allí en la temporada previa e inclusive repiten en esta? ¿Y qué criterio dejó fuera a Vladimir García? ¿Por qué no se llamó a filas a pitchers como Baños e Isbel, que tanto trabajaron para la causa verde? ¿Será justo negarle a Reinier León esta oportunidad de jugar por su tierra extrafronteras, luego de haber cumplido diez campañas y más de cinco mil entradas en la pradera central de los vegueros?
Por engañosa, la ecuación debe ser revertida. En la Serie del Caribe, más que “Pinar del Río es Cuba”, lo correcto sería decir “Cuba es Pinar del Río”.
por: Michel Contreras