Que nadie reste protagonismo a Los Parranderos de Chambas; son, por derecho propio, los monarcas de la XXXVIII edición del Campeonato Provincial de Béisbol, primera categoría. Ahora bien, lo que no podía haber pasado, pasó, y a la postre influyó, en cierta medida, en el resultado.
¿Les cuento? Los chamberos llegaron el pasado miércoles a la Ciudad del Gallo presionados, estaban obligados a ganar el doble juego contra Morón para obtener la corona. De hacerlo, concluirían con igual balance que Bolivia (15-3), mas tenían a su favor haber vencido en el enfrentamiento particular. O sea, los cunagüeros depositaban sus esperanzas en un desliz. Pasemos a los hechos.
Al comenzar el primer choque, ocurrió lo insólito: los moronenses no reunían sobre el diamante la cantidad de peloteros necesarios para oficializar el encuentro, y al árbitro no le quedó más remedio que "cantar" el forfeit. Para el segundo desafío, apenas lograron completar la alineación, y, obvio, cayó un aguacero de batazos que concluyó en nocaut de 10x0 a favor de Los Parranderos.
En resumen, final feliz para Chambas, e impotencia para los bolivianos, a quienes siempre les asaltará la duda de qué hubiese pasado si, en realidad, Morón hubiese vendido cara la derrota; a fin de cuentas, se trataba de los monarcas defensores.
Según Víctor Cuesta, comisionado de la disciplina en el territorio, en estos momentos se analizan las causas de las ausencias, con el fin de aplicar las sanciones pertinentes a aquellos que de forma injustificada incurrieron en el hecho.
A pesar de la desafinación moronense —una total falta de ética ante el contrario y la afición— no se puede dejar de reconocer que los chamberos tuvieron una actuación de lujo durante todo el torneo y sumaron un merecido séptimo título a sus vitrinas. Lamentable que ese desperfecto haya deslucido el espectáculo en la última fecha.
¿Les cuento? Los chamberos llegaron el pasado miércoles a la Ciudad del Gallo presionados, estaban obligados a ganar el doble juego contra Morón para obtener la corona. De hacerlo, concluirían con igual balance que Bolivia (15-3), mas tenían a su favor haber vencido en el enfrentamiento particular. O sea, los cunagüeros depositaban sus esperanzas en un desliz. Pasemos a los hechos.
Al comenzar el primer choque, ocurrió lo insólito: los moronenses no reunían sobre el diamante la cantidad de peloteros necesarios para oficializar el encuentro, y al árbitro no le quedó más remedio que "cantar" el forfeit. Para el segundo desafío, apenas lograron completar la alineación, y, obvio, cayó un aguacero de batazos que concluyó en nocaut de 10x0 a favor de Los Parranderos.
En resumen, final feliz para Chambas, e impotencia para los bolivianos, a quienes siempre les asaltará la duda de qué hubiese pasado si, en realidad, Morón hubiese vendido cara la derrota; a fin de cuentas, se trataba de los monarcas defensores.
Según Víctor Cuesta, comisionado de la disciplina en el territorio, en estos momentos se analizan las causas de las ausencias, con el fin de aplicar las sanciones pertinentes a aquellos que de forma injustificada incurrieron en el hecho.
A pesar de la desafinación moronense —una total falta de ética ante el contrario y la afición— no se puede dejar de reconocer que los chamberos tuvieron una actuación de lujo durante todo el torneo y sumaron un merecido séptimo título a sus vitrinas. Lamentable que ese desperfecto haya deslucido el espectáculo en la última fecha.
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