Cumplidos los movimientos de jugadores a dos meses de concluir la temporada regular de Grandes Ligas, varios cubanos se vieron involucrados en negociaciones que terminaron por vestirlos con casacas diferentes.

El caso más sonado fue el de Yoenis Céspedes, como ya escribí en este mismo espacio. El granmense pasó de los Tigres de Detroit a los Mets de New York, en una operación que él calificó de “poco inteligente”.

“Detroit está a sólo tres juegos del wild card y todavía queda mucho béisbol -dijo el jardinero-. No creo que fue una buena decisión tirar la toalla tan pronto faltando tanto béisbol, pero bueno, esto es un negocio y ellos sabrán lo que hacen”.

Sin embargo, hubo otro par de movimientos –aunque no fueran en el máximo nivel de juego- con peloteros cubanos como protagonistas. Uno fue el del infielder Héctor Olivera, canjeado a los Bravos de Atlanta tras firmar un contrato de 62.5 millones con los Dodgers de Los Ángeles.

Su debut en las Mayores se esperaba este año, sobre todo a partir de que el santiaguero hiciera trizas la Triple A (.348, 24 hits en 69 turnos), pero una lesión en una pierna lo mandó al dique seco en el mejor momento.

Por su parte, Dayán Viciedo acaba de regresar a los Medias Blancas de Chicago, para los cuales jugó cinco temporadas a partir de 2008.

De 26 años, el oriundo de Villa Clara había acordado en marzo con los Azulejos de Toronto, que lo convocaron a los entrenamientos primaverales y a la postre le dieron la liberación. Luego firmó en junio un contrato de Ligas Menores con los Atléticos de Oakland, que se desprendieron de él hace unos días.

Finalmente –y a mi juicio, por fortuna-, Yasiel Puig continuará en los Dodgers a pesar de que el dueño de la franquicia había declarado que podría ser pieza de cambio “siempre y cuando sea parte de un negocio adecuado”.

Bajo contrato hasta el final de la campaña de 2019, Puig no resultó suficientemente atractivo para los interesados en adquirir servicios en los bosques (su fama de indisciplinado ya cruzó la esquina hace buen rato) y en Los Ángeles seguirán dándose el lujo de verlo hacer del béisbol un grandioso espectáculo con algún que otro episodio de mal gusto.