Hay una «revolución» en la pelota villaclareña. Lo consiguió un puesto 12, tan doloroso como ajeno para una novena que se jactó de estabilidad por décadas.
Pero antes de remover la novedad, repasemos la página anterior, la 54 Serie Nacional. Cuando hay descalabros similares a este se necesita un culpable, y Liborio tiene uno llevando la cruz, el manager Ramón Moré. El mismo que en la serie 52 veneraron cuando, tras 18 años, devolvió la gloria a la provincia. ¡Acción y reacción!, así actuamos. Se rumora que el manager perdió desde que en esta misma página anunciara que era su cuarto mandato y creía en los ciclos.
Pensar que Moré prefería despedirse desde un puesto 12 o que tiró la toalla de antemano es tan erróneo como presumir que con tres golpes de pecho se arreglarán los problemas de la pelota villaclareña.
Las equivcaciones de Moré están lejos de una entrevista como las soluciones del béisbol, distantes de los «pantalones bien puestos». Aunque falta hace el «sastre» para ajustarlos, y por estos días le pusieron nombre, Luis César Valdés.
El otrora árbitro tiene en una mano el rompecabezas y en la otra, la fe de que las piezas le encajen. No quisieron llamarlo ni director provincial de béisbol ni comisionado, pero algo parecido será. La nomenclatura que le asignaron fue de «jefe del grupo multidisciplinario» que reordena la pelota en Villa Clara. César es solo la cabeza visible del pacto de caballeros que tuvo lugar este jueves en una oficina del «Sandino». Allí estuvieron una veintena de exjugadores (desde Eduardo Paret hasta Pedro Jova) y otros exdirectivos.
¿El objetivo? Encauzar la «revolución» y comprometer a los actuantes. A cada tarea le asignaron un hombre. Desde ya el jefe técnico y preparador físico de todas las categorías del béisbol es Roberto Pupo, todo un maestro en la materia.
El mítico Eduardo Paret velará por los factores que integran el cuadro, con énfasis en una posición, la que él defendió. En los jardines trabajarían Luis Jova y Juan Mesa, mientras en la receptoríala figura de Ariel Pestano se presenta esencial.
En el área del pitcheo no se habían tomado decisiones definitivas, pero suenan los hermanos Manso (Jesús y Adeivis), Eliecer Montes de Oca y el «prestado» Ronny Aguiar (hoy con Ciego de Ávila).
El proyecto no solo mira y esto es vital, a la primera categoría, revisará todo lo referido al pasatiempo nacional. Velará porque la academia sea eso y no un albergue donde se pase el tiempo, como hasta ahora.
Regirá los destinos de los juveniles, dirigidos por el internacional Noel Guerra (dentro del proyecto), y en poco nombrará manager y equipo del sub 23, que este año jugará su liga en el «Sandino».
De ese grupo de personas (incluido el propio César) saldrá quien en definitiva conduzca al «Villa Clara» en la Serie 55. La misión se me antojó en medio de aquella reunión un tanto quijotesca, pero cuando hombres de historia confían en que este es el empujón necesario, me callo. Ellos saben, luego se juzgarán los resultados por el camino.
Disciplina y organización, de lo que más se habló aquella mañana, así con palabras fuertes y siempre «con permiso de la dama». El paso está dado, las piezas se juntaron, ahora queda esperar, y a la prensa, tomarles el pulso.
Pero antes de remover la novedad, repasemos la página anterior, la 54 Serie Nacional. Cuando hay descalabros similares a este se necesita un culpable, y Liborio tiene uno llevando la cruz, el manager Ramón Moré. El mismo que en la serie 52 veneraron cuando, tras 18 años, devolvió la gloria a la provincia. ¡Acción y reacción!, así actuamos. Se rumora que el manager perdió desde que en esta misma página anunciara que era su cuarto mandato y creía en los ciclos.
Pensar que Moré prefería despedirse desde un puesto 12 o que tiró la toalla de antemano es tan erróneo como presumir que con tres golpes de pecho se arreglarán los problemas de la pelota villaclareña.
Las equivcaciones de Moré están lejos de una entrevista como las soluciones del béisbol, distantes de los «pantalones bien puestos». Aunque falta hace el «sastre» para ajustarlos, y por estos días le pusieron nombre, Luis César Valdés.
El otrora árbitro tiene en una mano el rompecabezas y en la otra, la fe de que las piezas le encajen. No quisieron llamarlo ni director provincial de béisbol ni comisionado, pero algo parecido será. La nomenclatura que le asignaron fue de «jefe del grupo multidisciplinario» que reordena la pelota en Villa Clara. César es solo la cabeza visible del pacto de caballeros que tuvo lugar este jueves en una oficina del «Sandino». Allí estuvieron una veintena de exjugadores (desde Eduardo Paret hasta Pedro Jova) y otros exdirectivos.
¿El objetivo? Encauzar la «revolución» y comprometer a los actuantes. A cada tarea le asignaron un hombre. Desde ya el jefe técnico y preparador físico de todas las categorías del béisbol es Roberto Pupo, todo un maestro en la materia.
El mítico Eduardo Paret velará por los factores que integran el cuadro, con énfasis en una posición, la que él defendió. En los jardines trabajarían Luis Jova y Juan Mesa, mientras en la receptoríala figura de Ariel Pestano se presenta esencial.
En el área del pitcheo no se habían tomado decisiones definitivas, pero suenan los hermanos Manso (Jesús y Adeivis), Eliecer Montes de Oca y el «prestado» Ronny Aguiar (hoy con Ciego de Ávila).
El proyecto no solo mira y esto es vital, a la primera categoría, revisará todo lo referido al pasatiempo nacional. Velará porque la academia sea eso y no un albergue donde se pase el tiempo, como hasta ahora.
Regirá los destinos de los juveniles, dirigidos por el internacional Noel Guerra (dentro del proyecto), y en poco nombrará manager y equipo del sub 23, que este año jugará su liga en el «Sandino».
De ese grupo de personas (incluido el propio César) saldrá quien en definitiva conduzca al «Villa Clara» en la Serie 55. La misión se me antojó en medio de aquella reunión un tanto quijotesca, pero cuando hombres de historia confían en que este es el empujón necesario, me callo. Ellos saben, luego se juzgarán los resultados por el camino.
Disciplina y organización, de lo que más se habló aquella mañana, así con palabras fuertes y siempre «con permiso de la dama». El paso está dado, las piezas se juntaron, ahora queda esperar, y a la prensa, tomarles el pulso.