Villa Clara y toda Cuba se colgó de su brazo para seguir aspirando. El camagüeyano realizó una verdadera hazaña
Vicyohandri Odelín, el camagüeyano, el refuerzo de Industriales, y ahora de Villa Clara en esta Serie del Caribe, fue un equipo. Cuba entera, no solo la tropa naranja que compite aquí en la 56 edición de la Serie del Caribe, se colgó del brazo de este hombre para mantener viva las aspiraciones de continuar en esta lid de campeones de béisbol de la región.
Odelín rompió el hechizo de 2 años sin un juego completo en la Serie del Caribe.
Y lo hizo justamente cuando era todo o nada, no habría mañana sin un triunfo. Sin embargo, frente a una nómina plagada de jugadores inscritos en las organizaciones profesionales del béisbol estadounidense, el agramontino disertó desde la lomita de lanzar.
Ya había escrito una historia muy parecida a la de anoche, justamente ante el mismo rival, Puerto Rico, en el I Clásico Mundial, en el 2006. En aquella ocasión, hace ocho años, en San Juan, también fue así, o ganaba o junto con sus compañeros regresaba eliminado del torneo. Pero, como ayer, Odelín venció.
El Vicyo, como lo llaman cariñosamente, o para sortear con acierto su nombre, encarna en toda su magnitud esa frase de Lucio Anneo Séneca, más conocido como Séneca el Joven, senador, orador, escritor en el imperio romano, que sentencia: "Vencer sin peligro es ganar sin gloria".
Vestido de héroe, autor del primer triunfo de Cuba en su regreso a estas lides, el camagüeyano fue sencillo al hablar con la prensa y con proverbial cortesía contestó una andanada de preguntas.
"Le dije al profesor Moré que no lo pensara más, yo soy el hombre de ese último juego de esta etapa. Le agradezco muchísimo a él que me hubiera dado la oportunidad, y no lo defraudé, estoy muy feliz por eso, y claro, porque necesitábamos a toda costa este juego", afirmó.
Aunque lo hizo todo, quiso expresar un reconocimiento "a mis compañeros, defendieron cada lance hasta con los dientes. Desde Lunar en primera, Manduley en el campo corto, las atrapadas de Flores en el jardín central, que no es su posición habitual, hasta la magistral jugada de Andy Sarduy en el noveno, dieron también este alegrón", dijo.
No le falta razón, este es el único encuentro en que la selección villaclareña no cometió errores, aunque como dijimos ayer la euforia no nos puede llevar a ponernos una venda en los ojos. Las pifias ahora las puso el contrario, las tres marfiladas boricuas le arrebataron la hazaña al lanzador Joel Piñei-ro, pues ninguna de las anotaciones que toleró las produjo la ofensiva de la mayor de las Antillas, o lo que es lo mismo, lanzó un juego sin carreras.
Mención justa, continuemos con Vicyo, quien hizo 132 lanzamientos hacia home, de ellos 82 strikes. Fue tanto su dominio que tras el primer capítulo, en el que después de dos outs le pegaron jonrón y doble, dominó a 14 adversarios de forma consecutiva, hasta los tres boletos del quinto, uno de ellos, el segundo casi boleando intencionalmente a Eddie Rosario, autor del cuadrangular en el acto de apertura. Luego del escón en esa entrada, despachó a diez, uno detrás de otro.
Esta actuación rompió un hechizo de 2 años, tiempo durante el cual en una Serie del Caribe nadie había lanzado un juego completo.
Sobre la coincidencia de Puerto Rico como rival en dos momentos cruciales, Odelín aseguró que le gustan este tipo de encuentros, "los más difíciles, y he tenido la suerte de poder concentrarme bien. Lo de Puerto Rico, solo es casualidad, si otro hubiera sido el oponente, estábamos obligados a realizar lo mismo".
Explicó que el arma fundamental fue el control, estaba tan metido dentro del juego que las 13 pulgadas de home parecían todo su universo. "En cuanto a lanzamientos, me basé en bolas de rompimiento, tiré también rectas, pero no para dominar, lancé curva y screwball a los zurdos. ¿Y el garabato? Esa fue el arma secreta".
El garabato es un lanzamiento que ni él ni los entrenadores tienen identificado, pero que lo tira desde hace muchos años, es un envío que se cae hacia abajo, y también hace que esa misma variación la describa hacia los lados, en dependencia del agarre de la pelota.
Al cerrar el séptimo, y con el desafío ya con ventaja de 2-1, vimos al mentor Ramón Moré conversar con Odelín en el dogaut y esperamos el cambio de pitcher. Sin embargo, él salió y terminó el partido.
¿Qué le dijo?, le inquirí al director del equipo. "Le pregunté si ya había terminado, y me dijo que no, que él estaba en la valla y de allí había que sacarlo muerto. Si él habló así, no había librito que valga, si él no temía, yo no podía hacerlo tampoco, y decidí dejarlo. Fue una decisión difícil, pero se volvió a ganar la confianza que ya había depositado en él la noche anterior, cuando me pidió la bola".
Carlos Baerga, el timonel de los Indios de Mayagüez, monarca de la Liga profesional de ese país, fue una estrella en las Grandes Ligas, y al preguntársele por la labor de Odelín, expresó: "Fue magistral, nunca repitió un lanzamiento, trabajó a cada uno de los peloteros como si los conociera de mucho tiempo. Le ponía a la bola, luego le quitaba, incluso ya en conteo, movió la pelota por toda la zona de strike. Fue un pitcheo de lujo el que tuvimos delante".
Sobre el equipo cubano, manifestó que le había dicho a sus muchachos que no podían dejar de atacar, que un conjunto aguerrido, con calidad y con conocimiento del béisbol, como Cuba, cuando está en situación apretada no perdona, y eso fue lo que nos pasó. Le doy también mucho crédito a esos jugadores, siempre se los he dado.
LA SIGUIENTE ECUACIÓN
¿Y después de todo, qué? Pues habría que esperar por la siguiente ecuación. Hoy Cuba descansa, mientras Navegantes del Magallanes, se enfrenta a los Indios de Mayagüez, y los dominicanos Tigres del Licey lo hacen contra los mexicanos del Naranjeros de Hermosillo. Si los boricuas vencen, Villa Clara recogerá las maletas y a casa. Si ocurre lo contrario, se necesitaría que los felinos terminaran la fase clasificatoria con dos victorias, y entonces el viernes las naranjas cubanas se medirían al primer lugar de la clasificación. Solo así, continuaría Villa Clara en competencia.
Abordamos a Moré y le precisamos ¿si pasa eso, quién sería el abridor? Al oído me lo dijo, y como no me pasa por la mente que sea un secreto, les cuento que el nombre que mencionó fue el de otro camagüeyano, el joven Norge Luis Ruiz.
Pero recordemos, si tuviéramos la suerte de llegar hasta semifinales y allí escribir otra hazaña, incluso, si alcanzáramos la final y más aún, si la ganamos, no olvidar que el béisbol cubano tiene una cuenta pendiente con su desarrollo, es decir, con su proyección. En el deporte no hay enemigo, solo emulación pacífica, como decía el Barón Pierre de Coubertin, restaurador de los Juegos Olímpicos, mas sirva la frase de José de San Martín, uno de los próceres de América Latina, para superar nuestros males: "Si hay victoria en vencer al enemigo, la hay mayor cuando el hombre se vence a sí mismo".
Vicyohandri Odelín, el camagüeyano, el refuerzo de Industriales, y ahora de Villa Clara en esta Serie del Caribe, fue un equipo. Cuba entera, no solo la tropa naranja que compite aquí en la 56 edición de la Serie del Caribe, se colgó del brazo de este hombre para mantener viva las aspiraciones de continuar en esta lid de campeones de béisbol de la región.
Odelín rompió el hechizo de 2 años sin un juego completo en la Serie del Caribe.
Y lo hizo justamente cuando era todo o nada, no habría mañana sin un triunfo. Sin embargo, frente a una nómina plagada de jugadores inscritos en las organizaciones profesionales del béisbol estadounidense, el agramontino disertó desde la lomita de lanzar.
Ya había escrito una historia muy parecida a la de anoche, justamente ante el mismo rival, Puerto Rico, en el I Clásico Mundial, en el 2006. En aquella ocasión, hace ocho años, en San Juan, también fue así, o ganaba o junto con sus compañeros regresaba eliminado del torneo. Pero, como ayer, Odelín venció.
El Vicyo, como lo llaman cariñosamente, o para sortear con acierto su nombre, encarna en toda su magnitud esa frase de Lucio Anneo Séneca, más conocido como Séneca el Joven, senador, orador, escritor en el imperio romano, que sentencia: "Vencer sin peligro es ganar sin gloria".
Vestido de héroe, autor del primer triunfo de Cuba en su regreso a estas lides, el camagüeyano fue sencillo al hablar con la prensa y con proverbial cortesía contestó una andanada de preguntas.
"Le dije al profesor Moré que no lo pensara más, yo soy el hombre de ese último juego de esta etapa. Le agradezco muchísimo a él que me hubiera dado la oportunidad, y no lo defraudé, estoy muy feliz por eso, y claro, porque necesitábamos a toda costa este juego", afirmó.
Aunque lo hizo todo, quiso expresar un reconocimiento "a mis compañeros, defendieron cada lance hasta con los dientes. Desde Lunar en primera, Manduley en el campo corto, las atrapadas de Flores en el jardín central, que no es su posición habitual, hasta la magistral jugada de Andy Sarduy en el noveno, dieron también este alegrón", dijo.
No le falta razón, este es el único encuentro en que la selección villaclareña no cometió errores, aunque como dijimos ayer la euforia no nos puede llevar a ponernos una venda en los ojos. Las pifias ahora las puso el contrario, las tres marfiladas boricuas le arrebataron la hazaña al lanzador Joel Piñei-ro, pues ninguna de las anotaciones que toleró las produjo la ofensiva de la mayor de las Antillas, o lo que es lo mismo, lanzó un juego sin carreras.
Mención justa, continuemos con Vicyo, quien hizo 132 lanzamientos hacia home, de ellos 82 strikes. Fue tanto su dominio que tras el primer capítulo, en el que después de dos outs le pegaron jonrón y doble, dominó a 14 adversarios de forma consecutiva, hasta los tres boletos del quinto, uno de ellos, el segundo casi boleando intencionalmente a Eddie Rosario, autor del cuadrangular en el acto de apertura. Luego del escón en esa entrada, despachó a diez, uno detrás de otro.
Esta actuación rompió un hechizo de 2 años, tiempo durante el cual en una Serie del Caribe nadie había lanzado un juego completo.
Sobre la coincidencia de Puerto Rico como rival en dos momentos cruciales, Odelín aseguró que le gustan este tipo de encuentros, "los más difíciles, y he tenido la suerte de poder concentrarme bien. Lo de Puerto Rico, solo es casualidad, si otro hubiera sido el oponente, estábamos obligados a realizar lo mismo".
Explicó que el arma fundamental fue el control, estaba tan metido dentro del juego que las 13 pulgadas de home parecían todo su universo. "En cuanto a lanzamientos, me basé en bolas de rompimiento, tiré también rectas, pero no para dominar, lancé curva y screwball a los zurdos. ¿Y el garabato? Esa fue el arma secreta".
El garabato es un lanzamiento que ni él ni los entrenadores tienen identificado, pero que lo tira desde hace muchos años, es un envío que se cae hacia abajo, y también hace que esa misma variación la describa hacia los lados, en dependencia del agarre de la pelota.
Al cerrar el séptimo, y con el desafío ya con ventaja de 2-1, vimos al mentor Ramón Moré conversar con Odelín en el dogaut y esperamos el cambio de pitcher. Sin embargo, él salió y terminó el partido.
¿Qué le dijo?, le inquirí al director del equipo. "Le pregunté si ya había terminado, y me dijo que no, que él estaba en la valla y de allí había que sacarlo muerto. Si él habló así, no había librito que valga, si él no temía, yo no podía hacerlo tampoco, y decidí dejarlo. Fue una decisión difícil, pero se volvió a ganar la confianza que ya había depositado en él la noche anterior, cuando me pidió la bola".
Carlos Baerga, el timonel de los Indios de Mayagüez, monarca de la Liga profesional de ese país, fue una estrella en las Grandes Ligas, y al preguntársele por la labor de Odelín, expresó: "Fue magistral, nunca repitió un lanzamiento, trabajó a cada uno de los peloteros como si los conociera de mucho tiempo. Le ponía a la bola, luego le quitaba, incluso ya en conteo, movió la pelota por toda la zona de strike. Fue un pitcheo de lujo el que tuvimos delante".
Sobre el equipo cubano, manifestó que le había dicho a sus muchachos que no podían dejar de atacar, que un conjunto aguerrido, con calidad y con conocimiento del béisbol, como Cuba, cuando está en situación apretada no perdona, y eso fue lo que nos pasó. Le doy también mucho crédito a esos jugadores, siempre se los he dado.
LA SIGUIENTE ECUACIÓN
¿Y después de todo, qué? Pues habría que esperar por la siguiente ecuación. Hoy Cuba descansa, mientras Navegantes del Magallanes, se enfrenta a los Indios de Mayagüez, y los dominicanos Tigres del Licey lo hacen contra los mexicanos del Naranjeros de Hermosillo. Si los boricuas vencen, Villa Clara recogerá las maletas y a casa. Si ocurre lo contrario, se necesitaría que los felinos terminaran la fase clasificatoria con dos victorias, y entonces el viernes las naranjas cubanas se medirían al primer lugar de la clasificación. Solo así, continuaría Villa Clara en competencia.
Abordamos a Moré y le precisamos ¿si pasa eso, quién sería el abridor? Al oído me lo dijo, y como no me pasa por la mente que sea un secreto, les cuento que el nombre que mencionó fue el de otro camagüeyano, el joven Norge Luis Ruiz.
Pero recordemos, si tuviéramos la suerte de llegar hasta semifinales y allí escribir otra hazaña, incluso, si alcanzáramos la final y más aún, si la ganamos, no olvidar que el béisbol cubano tiene una cuenta pendiente con su desarrollo, es decir, con su proyección. En el deporte no hay enemigo, solo emulación pacífica, como decía el Barón Pierre de Coubertin, restaurador de los Juegos Olímpicos, mas sirva la frase de José de San Martín, uno de los próceres de América Latina, para superar nuestros males: "Si hay victoria en vencer al enemigo, la hay mayor cuando el hombre se vence a sí mismo".