Por muy fluctuante que sea el béisbol, es muy difícil que dicha situación se revierta de la noche a la mañana en los venideros compromisos de la selección nacional, pues, si bien nuestros cátchers tienen calidad, se necesita de algo más (precisión milimétrica y trabajo conjunto) para controlar a los veloces estafadores que encontramos en la arena internacional.
Para Roger Machado, mentor de Centrales en la Serie Especial de preparación rumbo a los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla, Colombia, los máscaras cubanos deben trabajar mucho en la precisión y la potencia de los tiros, así como en la velocidad de los movimientos a la hora de soltar la bola.
El avileño, quien siempre destacó por su defensa y altos promedios de cogidos robando, considera que queda un largo camino por recorrer para dominar a la perfección el arte de mantener a los corredores a raya, y por ello se realiza un trabajo tan serio en los entrenamientos de cara a la lid regional.
«Estamos midiendo permanentemente lo que demoran los receptores en soltar la pelota cuando la reciben del pitcher. Algunos tienen promedios espectaculares de menos de 1,90 segundos, pero otros andan muy por encima de la media, quizá porque se siembran detrás del plato y no consiguen una posición cómoda para realizar un movimiento fluido», explicó Machado.
«Eso es muy peligroso, en particular si coincide con un lanzador de movimientos lentos, porque la efectividad de este aspecto depende muchísimo del trabajo colectivo. Los pitchers deben cuidar mejor a los corredores y los receptores, que están de frente al juego, deben permanecer muy atentos, grabarse en la mente las características de los rivales y saber leer las circunstancias de cada partido. Todos esos detalles los estamos estudiando y mostrándoselos a ellos como paso primario para reducir los tiempos y contar así con más opciones de out», añadió Roger.
Más allá de los tiros a las almohadillas, otras cuestiones de trascendental impacto también se analizan con los máscaras, quienes tienen la importante misión de dirigir el juego y, en muchos casos, de guiar a los serpentineros.
«Por el rol tan importante de los cátchers en el béisbol, nuestros hombres de esa posición deben buscar profundidad en el pensamiento
técnico-táctico. No siempre se dan señas desde el banco, y cuando te dejan solo es imprescindible conocer las características del contrario, como ya expresamos, pero también indagar sobre el repertorio de su lanzador y las características de sus pitcheos», abundó Machado.
En otro orden, el experimentado mentor avileño, tres veces campeón nacional, destacó que uno de los aspectos en los que más se debe trabajar es en el posicionamiento para recibir tiros desde los jardines. «Nuestros receptores casi siempre se van muy adelante y los corredores que se lanzan en abanico logran salir de su alcance. Mejorar esto no es tan complicado, pero demanda práctica y conciencia del jugador».
Y justamente esos dos últimos elementos también son muy necesarios a la hora de enmarcar pitcheos, habilidad muy poco común en Cuba. «En la historia de las series nacionales, siempre se ha cantado más la zona horizontal que la vertical y eso tal vez nos ha creado el mal hábito de salirnos del cajón. Eso perjudica al lanzador y confunde al árbitro, y en los eventos internacionales nos pasa factura porque los umpires son muy estrictos».
En aras de pulir todos esos detalles, además del trabajo de los entrenadores, se cuenta con la experiencia de Yulexis La Rosa, guía de jóvenes promesas como el espirituano Yunior Ibarra y el artemiseño Andy Cosme, quienes han impresionado por sus excelentes números en las métricas evaluadas.
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