Físicamente, Yander Guevara no es un atleta impresionante. Pudiera decirse que rompe los estándares de los serpentineros, por lo general hombres altos y corpulentos. Sin embargo, el derecho de 78 kg de peso, natural de Ranchuelo, Villa Clara, se burla de los patrones y reina en los montículos cubanos.
Solo unos años atrás, salía rumbo a las praderas como jardinero, pero en una provincial el mentor avileño Roger Machado percibió la potencia de su brazo y decidió explotar esas condiciones en el box, donde ha progresado hasta convertirse en uno de los lanzadores más estables, incluido en la nómina al Tercer Clásico Mundial de Béisbol.
"Es un honor enorme el llamado al Cuba, es el fruto de mucho trabajo y dedicación. En los dos últimos años he sentido la evolución, tal vez por las características de los entrenamientos en la preselección y la posibilidad de enfrentar rivales foráneos, con herramientas diferentes a los bateadores de la Serie Nacional", confiesa.
"Ahora priorizo el estudio de los contrarios y he mejorado en la concentración, ayudado por una excelente condición física, sin lesiones ni dolencias", añade el as de los Tigres, quien otorga gran valor a la constancia en la preparación.
De repertorio moderado, con recta, slider, curva, sinker y cambio de velocidad como armas, el secreto de Yander es una mecánica sólida, basada en el trabajo en la zona baja, buscando los puntos débiles de los adversarios, tesis sustentada, por ejemplo, en los criterios de Javier Gálvez, uno de los grandes entendidos del pitcheo en Cuba.
"La fórmula ideal para el éxito de los lanzadores radica en la potencia y el buen control sobre sus envíos, principios básicos que quien los posea tendrá ciertas garantías de triunfo", señala el preparador.
Apegado a esas normas, Guevara caminó a sus anchas por el espinado territorio del clásico antillano, en el cual sumó ocho sonrisas, dos tropiezos, fabulosa efectividad de 1,42 (tercero) y aceptable dominio ante zurdos y derechos, que le batearon 260 y 198, respectivamente, además de protagonizar hasta diez salidas de calidad y colocarse como el tercer abridor más laborioso con 82 capítulos y dos tercios, solo superado por su compañero Vladimir García (84,2) y el industrialista Odrisamer Despaigne (83,2).
"Me gusta tirar cada cinco días. La frecuencia de seis o siete es muy amplia, pierdo el ciclo y el descanso no me favorece. Estoy adaptado, incluso, a salir por alguna emergencia desde el bullpen", asegura Yander, quien en los play off del pasado campeonato trabajó más que cualquier otro —55 episodios y dos tercios, desglosados en seis aperturas y dos relevos—, y resultó clave en la consecución de la primera corona en 35 años de historia del conjunto.
En la presente campaña, dado el pobre rendimiento ofensivo de sus compañeros y la inestabilidad de la defensa, Guevara y todo el cuerpo de pitcheo avileño redoblaron esfuerzos para clasificar a la novena rumbo a la segunda fase con notables dividendos, pues el staff resultó el mejor de la lid con 2,41 de promedio de limpias.
"Ha sido muy importante el trabajo de los entrenadores, sobre todo Juan de Dios Peña con los hombres del equipo Cuba y Manuel ‘Camión’ Álvarez, en Ciego, pues moldearon jóvenes comprometidos con su labor, siempre lanzando con cuidado, sin excesos de confianza, porque no son pocos lo oponentes complicados", sentenció.
Solo unos años atrás, salía rumbo a las praderas como jardinero, pero en una provincial el mentor avileño Roger Machado percibió la potencia de su brazo y decidió explotar esas condiciones en el box, donde ha progresado hasta convertirse en uno de los lanzadores más estables, incluido en la nómina al Tercer Clásico Mundial de Béisbol.
"Es un honor enorme el llamado al Cuba, es el fruto de mucho trabajo y dedicación. En los dos últimos años he sentido la evolución, tal vez por las características de los entrenamientos en la preselección y la posibilidad de enfrentar rivales foráneos, con herramientas diferentes a los bateadores de la Serie Nacional", confiesa.
"Ahora priorizo el estudio de los contrarios y he mejorado en la concentración, ayudado por una excelente condición física, sin lesiones ni dolencias", añade el as de los Tigres, quien otorga gran valor a la constancia en la preparación.
De repertorio moderado, con recta, slider, curva, sinker y cambio de velocidad como armas, el secreto de Yander es una mecánica sólida, basada en el trabajo en la zona baja, buscando los puntos débiles de los adversarios, tesis sustentada, por ejemplo, en los criterios de Javier Gálvez, uno de los grandes entendidos del pitcheo en Cuba.
"La fórmula ideal para el éxito de los lanzadores radica en la potencia y el buen control sobre sus envíos, principios básicos que quien los posea tendrá ciertas garantías de triunfo", señala el preparador.
Apegado a esas normas, Guevara caminó a sus anchas por el espinado territorio del clásico antillano, en el cual sumó ocho sonrisas, dos tropiezos, fabulosa efectividad de 1,42 (tercero) y aceptable dominio ante zurdos y derechos, que le batearon 260 y 198, respectivamente, además de protagonizar hasta diez salidas de calidad y colocarse como el tercer abridor más laborioso con 82 capítulos y dos tercios, solo superado por su compañero Vladimir García (84,2) y el industrialista Odrisamer Despaigne (83,2).
"Me gusta tirar cada cinco días. La frecuencia de seis o siete es muy amplia, pierdo el ciclo y el descanso no me favorece. Estoy adaptado, incluso, a salir por alguna emergencia desde el bullpen", asegura Yander, quien en los play off del pasado campeonato trabajó más que cualquier otro —55 episodios y dos tercios, desglosados en seis aperturas y dos relevos—, y resultó clave en la consecución de la primera corona en 35 años de historia del conjunto.
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