Casi siempre la Serie Nacional de Béisbol nos trae sorpresas, ya sean jugadores revelaciones o elencos que encadenen una gran temporada en contra de los pronósticos. Cuando esto sucede sus parciales se pellizcan para constatar que no es un sueño y cruzan los dedos deseando que se convierta en algo más que una buena racha.
La defensa de Matanzas ha cometido 12 errores menos que en la temporada anterior.
Justo así deben estar los seguidores de Holguín y Matanzas, cuyos conjuntos esbozan una impresionante trayectoria en el presente clásico de las bolas y los strikes, ubicados en la parte alta de la clasificación de sus respectivas zonas.
Antes de comenzar la Serie, pensaba que los Sabuesos holguineros no llegarían mucho más allá de los 20 éxitos, sobre todo después de perder a su máximo productor, Edilse Silva. No obstante, ya andan por 16 sonrisas y los pronósticos precontienda de casi todos los especialistas han caído al vacío.
En su nómina no abundan rutilantes estrellas, solo sobresale el poderoso Leris Aguilera, pero se han presentado como una novena moldeada bajo el concepto de trabajo en equipo, sin complejo alguno e inspirados para alcanzar el mejor de los resultados bajo la tutela del manager debutante Felicio García.
Su cambio de un año a otro resulta notable e, incluso, con dos derrotas al hilo acumulan ocho victorias más en igual cantidad de encuentros, producto de una mejoría latente en cada renglón de juego, sobre todo en el pitcheo, apartado en el que promediaban 6.28 limpias por choque y ahora andan por 4.28.
Pablo Millán Fernández ha intervenido en diez victorias de los Sabuesos hasta el momento.
Sin embargo, lo que más me llama la atención de los orientales es la capacidad para remontar —son los que más impulsan el empate o la ventaja (34)—, así como la serenidad de sus bateadores a la hora cero, pues han remolcado al 25 % de los hombres en posición anotadora, terceros en toda la justa.
En este último departamento Matanzas lleva el mando, sin incluir el pleito de anoche, y de forma general muy poco se les puede señalar. Batean 310, con 24 cuadrangulares y exhiben excelente tacto (apenas 78 ponches recibidos). Además, marchan punteros en defensa, igualados con Ciego de Ávila, con average de 984 y solo 12 marfiladas.
Por si fuera poco, los yumurinos enseñan las uñas en el pitcheo: son a los que menos les batean (246) y terceros en promedio de limpias (3.19), apoyados en un estelar control, con 114 ponches y 53 pasaportes, 42 menos que hace un año, números impresionantes.
¿Acaso Víctor Mesa es mago? Muchos se hacen esta pregunta, pero no estamos en un cuento de hadas, esto es pelota de verdad y los éxitos son únicamente fruto de su innegable capacidad para motivar sobre la base de la exigencia y el cumplimiento, con un juego alegre, relampagueante, aprovechando el más mínimo desliz del contrario.
Esas son las claves de Matanzas y Holguín, equipos revelaciones, cuyo máximo reto ahora es aguantar la presión y mantener el paso. De momento, su cambio radical de un año a otro con los mismos jugadores, e incluso con menos, vale para repletar estadios y levantar a los parciales de sus asientos.
La defensa de Matanzas ha cometido 12 errores menos que en la temporada anterior.
Justo así deben estar los seguidores de Holguín y Matanzas, cuyos conjuntos esbozan una impresionante trayectoria en el presente clásico de las bolas y los strikes, ubicados en la parte alta de la clasificación de sus respectivas zonas.
Antes de comenzar la Serie, pensaba que los Sabuesos holguineros no llegarían mucho más allá de los 20 éxitos, sobre todo después de perder a su máximo productor, Edilse Silva. No obstante, ya andan por 16 sonrisas y los pronósticos precontienda de casi todos los especialistas han caído al vacío.
En su nómina no abundan rutilantes estrellas, solo sobresale el poderoso Leris Aguilera, pero se han presentado como una novena moldeada bajo el concepto de trabajo en equipo, sin complejo alguno e inspirados para alcanzar el mejor de los resultados bajo la tutela del manager debutante Felicio García.
Su cambio de un año a otro resulta notable e, incluso, con dos derrotas al hilo acumulan ocho victorias más en igual cantidad de encuentros, producto de una mejoría latente en cada renglón de juego, sobre todo en el pitcheo, apartado en el que promediaban 6.28 limpias por choque y ahora andan por 4.28.
Pablo Millán Fernández ha intervenido en diez victorias de los Sabuesos hasta el momento.
Sin embargo, lo que más me llama la atención de los orientales es la capacidad para remontar —son los que más impulsan el empate o la ventaja (34)—, así como la serenidad de sus bateadores a la hora cero, pues han remolcado al 25 % de los hombres en posición anotadora, terceros en toda la justa.
En este último departamento Matanzas lleva el mando, sin incluir el pleito de anoche, y de forma general muy poco se les puede señalar. Batean 310, con 24 cuadrangulares y exhiben excelente tacto (apenas 78 ponches recibidos). Además, marchan punteros en defensa, igualados con Ciego de Ávila, con average de 984 y solo 12 marfiladas.
Por si fuera poco, los yumurinos enseñan las uñas en el pitcheo: son a los que menos les batean (246) y terceros en promedio de limpias (3.19), apoyados en un estelar control, con 114 ponches y 53 pasaportes, 42 menos que hace un año, números impresionantes.
¿Acaso Víctor Mesa es mago? Muchos se hacen esta pregunta, pero no estamos en un cuento de hadas, esto es pelota de verdad y los éxitos son únicamente fruto de su innegable capacidad para motivar sobre la base de la exigencia y el cumplimiento, con un juego alegre, relampagueante, aprovechando el más mínimo desliz del contrario.
Esas son las claves de Matanzas y Holguín, equipos revelaciones, cuyo máximo reto ahora es aguantar la presión y mantener el paso. De momento, su cambio radical de un año a otro con los mismos jugadores, e incluso con menos, vale para repletar estadios y levantar a los parciales de sus asientos.