Se fueron diez juegos, y aunque la muestra aún no es significativa, las tendencias estadísticas se aproximan —y en algunos casos, sobrepasan— a las expectativas: estamos en una serie donde el pitcheo es brutalmente castigado.
La media de efectividad es de 5.50 con un WHIP de 1.68. Con tantos hombres en base por inning es lógico que 947 hayan podido completar el circuito de bases.
Además de los bateadores que entran en circulación pegando de hits, 640 lo han hecho caminando, cortesía de un pitcheo que regala 4.32 bases por bolas, como media, por juego. Siguen siendo las mismas causas de los últimos años: descontrol, falta de comando, limitado pensamiento táctico y pocas herramientas para dominar en situaciones estresantes. Hay excepciones, claro.
Si a ese panorama se añade que es baja la tasa de ponches por cada nueve innings (4.81), casi que uno por cada boleto, se comprende por qué tantas bolas puestas en juego, que ponen en tensión a la defensa cuando no es que se van por encima de las gradas.
Pese a los 145 jonrones, que no es nada malo en este deporte, todavía los bateadores producen mucho por el suelo, por suerte para los pitchers. En la relación rolling out-fly out, el promedio del campeonato es 1.42, y el Poder Aislado (SLU-AVE) no pasa de 140.
Los juegos parecen partidos por la mitad. Cuando explotan o terminan su actuación los abridores, puede suceder cualquier cosa, y ha sucedido en más de una ocasión.
Los abridores caminan, como promedio, dos tercios de juego, pero acumulan saldo negativo de ganados y perdidos (47-51) con apenas 55 salidas de calidad. Este último dato preocupa mucho, porque habla a las claras de que sin estar en buen día, los mentores lo piensan mucho antes de aplicarle la grúa. Saben que, generalmente, es peor el remedio que la enfermedad.
Solo dos rotaciones trabajan por debajo de 3.00 carreras limpias por juego: son los casos de Granma (2.38) y Villa Clara (2.95). Los primeros lideran las salidas de calidad con seis y han ganado cinco de los seis choques de su equipo con una sola derrota; sin embargo, no es igual el aporte de los abridores anaranjados, solo tres han tenido una apertura buena y su tributo al balance del conjunto es muy pobre: 1-1. Matanzas es el único staff que todas las decisiones recaen en la rotación, con cinco salidas de calidad.
La media de efectividad es de 5.50 con un WHIP de 1.68. Con tantos hombres en base por inning es lógico que 947 hayan podido completar el circuito de bases.
Además de los bateadores que entran en circulación pegando de hits, 640 lo han hecho caminando, cortesía de un pitcheo que regala 4.32 bases por bolas, como media, por juego. Siguen siendo las mismas causas de los últimos años: descontrol, falta de comando, limitado pensamiento táctico y pocas herramientas para dominar en situaciones estresantes. Hay excepciones, claro.
Si a ese panorama se añade que es baja la tasa de ponches por cada nueve innings (4.81), casi que uno por cada boleto, se comprende por qué tantas bolas puestas en juego, que ponen en tensión a la defensa cuando no es que se van por encima de las gradas.
Pese a los 145 jonrones, que no es nada malo en este deporte, todavía los bateadores producen mucho por el suelo, por suerte para los pitchers. En la relación rolling out-fly out, el promedio del campeonato es 1.42, y el Poder Aislado (SLU-AVE) no pasa de 140.
Los juegos parecen partidos por la mitad. Cuando explotan o terminan su actuación los abridores, puede suceder cualquier cosa, y ha sucedido en más de una ocasión.
Los abridores caminan, como promedio, dos tercios de juego, pero acumulan saldo negativo de ganados y perdidos (47-51) con apenas 55 salidas de calidad. Este último dato preocupa mucho, porque habla a las claras de que sin estar en buen día, los mentores lo piensan mucho antes de aplicarle la grúa. Saben que, generalmente, es peor el remedio que la enfermedad.
Solo dos rotaciones trabajan por debajo de 3.00 carreras limpias por juego: son los casos de Granma (2.38) y Villa Clara (2.95). Los primeros lideran las salidas de calidad con seis y han ganado cinco de los seis choques de su equipo con una sola derrota; sin embargo, no es igual el aporte de los abridores anaranjados, solo tres han tenido una apertura buena y su tributo al balance del conjunto es muy pobre: 1-1. Matanzas es el único staff que todas las decisiones recaen en la rotación, con cinco salidas de calidad.
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