Ligera disminución en la ofensiva y en el promedio de carreras limpias permitidas, menos jonrones, errores y tiempo de juego en los primeros 238 partidos de la presente 51 Serie Nacional de Béisbol en relación con la anterior campaña, son algunas señales, transcurrido ya el primer tercio de la actual campaña.

Habría que preguntarse: ¿son los actuales parámetros los ideales para nuestro béisbol y, si no lo son, que nos falta para acercarnos al nivel de otras ligas en el mundo?

Soy de la opinión de que batear por debajo de los 280 y lanzar para menos de cinco carreras limpias resultan guarismos aceptables, pues el béisbol moderno apostó hace rato por el aumento de la ofensiva, con bateadores más corpulentos y mejor protegidos a la hora de pararse en el home.

No creo, sin embargo, que fildear para 973 sea algo del otro mundo. Independientemente de que nuestros terrenos —con algunas excepciones— no reúnen los requisitos indispensables para aspirar a la excelencia, tampoco es menos cierto que un gran por ciento de las marfiladas se cometen en los tiros de los jardineros a los cortadores y de estos a las bases.

Toda liga en el mundo tiene el derecho de adoptar medidas para proteger el espectáculo, manteniendo el necesario balance entre ofensiva y defensa. Cuando el ataque es excesivo y batear un cuadrangular es cosa de rutina o, por el contrario, si el pitcheo se comporta impenetrable y nadie puede promediar por encima de los 300, algo anda mal y se impone la corrección a tiempo.

Las Grandes Ligas tomaron medidas cuando hace más de cuatro décadas un solo jugador bateó 300. Japón utilizó cuatro pelotas diferentes, con el equipo home club autorizado a escoger con cuál se jugaba. Nos llegó entonces a nosotros la hora de poner la casa en orden —quizás demoramos un poco— en aras de brindar a la afición una pelota de calidad.

En la tabla que acompaña este comentario hay un dato muy importante: la disminución del tiempo de juego. La extensión de un partido a más de 3 horas fue una de las causas de la salida de este deporte del programa olímpico. El propio presidente de la IBAF, Ricardo Fraccari, lo reconoció el pasado viernes en La Habana y afirmó que se estudian medidas para reducirlo. En Cuba pudiéramos bajar aún más esas 3 horas y 5 minutos si discutiéramos menos y nuestros lanzadores tiraran más strikes. No hay nada que demore más un partido que las bases por bolas.

Bueno es aclarar que ni el aumento de la altura del box ni la utilización de una pelota menos viva le añaden velocidad y control a un pitcher. La falta de conocimientos tácticos y la mala aplicación de la mecánica no pueden corregirse sin un trabajo constante, diario, que parte desde las edades tempranas.

Otro elemento positivo a tener en cuenta es el descanso al finalizar cada subserie. Años atrás abogamos por recesar lunes y viernes, pues la precaria situación de los cuerpos de lanzadores de una buena parte de los equipos no soportaba un calendario de seis juegos seguidos, de martes a domingo. Casi ninguno tiene una rotación de cinco abridores efectivos, además de la conocida debilidad de relevistas y cerradores.

La Serie Nacional 51 durará hasta casi el mes de junio. Falta un buen trecho por recorrer. Veremos al final si logramos poner la casa en orden.

Tomado de beisbolcubano.cu