Ronney Muñiz es un joven jugador matancero de 18 años, 1.88 metros de estatura y 99 kilogramos de peso. Esta es su temporada de novato en la Serie Nacional, pero desde la lid Sub-23 constatamos que su fortaleza en el rectángulo ofensivo le permite disparar bolas de fuego cuando hace swing con el madero.
Y si alguien lo sufrió en carne propia fue el lanzador de los Piratas de la Isla de la Juventud, Pedro Luis Guzmán, quien el pasado 18 de agosto, en la subserie contra los Cocodrilos yumurinos, recibió un pelotazo en pleno rostro por una línea de Muñiz.
«Uno siempre sale a buscar un buen contacto, para botarla o pegarle bien al centro del terreno. Yo sentí que en ese momento había bateado con todo, pero cuando me di cuenta de lo que había pasado no pude ni llegar a primera. He estado pendiente de Guzmán desde entonces, mis padres se han mantenido en contacto con él y su familia», relató Muñiz al colega Dayán García.
Tras el golpe, Guzmán fue intervenido quirúrgicamente en el hospital Héroes de Baire, en Nueva Gerona, donde ahora se encuentra en proceso de recuperación. «En ese lanzamiento perdí un poco la visión del home, y la bola me dio en el pómulo, sin rozarme la mano o el guante. Por suerte no quedé inconsciente, y pude hablar con mis compañeros. Les pedí que llamaran a mi familia y le dijeran que estaba todo bien», relata en diálogo con nuestro diario el abridor de los pineros.
Su padre, quien también se llama Pedro Luis, seguía el partido por televisión en Consolación del Sur, tierra natal del pitcher pinareño, y hasta tiene el momento guardado. «Él siempre me pide que grabe los juegos para examinar después sus deficiencias y puntos fuertes. Cuando vimos el pelotazo fue muy difícil por la lejanía y la incertidumbre saber con exactitud qué pasaba, pero nos calmamos al escuchar su mensaje», asegura el padre del serpentinero, quien agradece a los pineros por su calor humano, preocupación y atención.
Guzmán, luego de salir del estadio Cristóbal Labra rumbo al hospital, fue atendido por la doctora Maricely Pérez Rodríguez, especialista maxilofacial. «Es una profesional muy dedicada que me ha dado seguimiento cada minuto. Ella realizó la primera intervención el día del bolazo por dentro de la boca, en aras de que no existiera una afectación estética, y una semana después notó otra pequeña fractura debajo del ojo y entonces decidió hacer la segunda operación, la cual salió perfecta», explica el jugador de los Piratas, quien, a pesar de no tener fecha exacta de retorno al trabajo, asegura que más temprano que tarde volverá a lanzar.
«No me han dado detalles sobre cuándo puedo regresar, pero ahora solo pienso en cumplir los plazos de recuperación. Tengo 30 años, me siento bien, sin molestias en el brazo, y se qué puedo reincorporarme», asegura el serpentinero, quien se encuentra en Nueva Gerona acompañado por su padre, su madre Dianelis Ortiz y su novia Daylín Páez.
«El riesgo de recibir un pelotazo lo tienen todos los peloteros, es algo que no se puede evitar, y justo por eso debe levantarse tras este golpe, regresar y aportar a los Piratas», concluyó su padre.
Y si alguien lo sufrió en carne propia fue el lanzador de los Piratas de la Isla de la Juventud, Pedro Luis Guzmán, quien el pasado 18 de agosto, en la subserie contra los Cocodrilos yumurinos, recibió un pelotazo en pleno rostro por una línea de Muñiz.
«Uno siempre sale a buscar un buen contacto, para botarla o pegarle bien al centro del terreno. Yo sentí que en ese momento había bateado con todo, pero cuando me di cuenta de lo que había pasado no pude ni llegar a primera. He estado pendiente de Guzmán desde entonces, mis padres se han mantenido en contacto con él y su familia», relató Muñiz al colega Dayán García.
Tras el golpe, Guzmán fue intervenido quirúrgicamente en el hospital Héroes de Baire, en Nueva Gerona, donde ahora se encuentra en proceso de recuperación. «En ese lanzamiento perdí un poco la visión del home, y la bola me dio en el pómulo, sin rozarme la mano o el guante. Por suerte no quedé inconsciente, y pude hablar con mis compañeros. Les pedí que llamaran a mi familia y le dijeran que estaba todo bien», relata en diálogo con nuestro diario el abridor de los pineros.
Su padre, quien también se llama Pedro Luis, seguía el partido por televisión en Consolación del Sur, tierra natal del pitcher pinareño, y hasta tiene el momento guardado. «Él siempre me pide que grabe los juegos para examinar después sus deficiencias y puntos fuertes. Cuando vimos el pelotazo fue muy difícil por la lejanía y la incertidumbre saber con exactitud qué pasaba, pero nos calmamos al escuchar su mensaje», asegura el padre del serpentinero, quien agradece a los pineros por su calor humano, preocupación y atención.
Guzmán, luego de salir del estadio Cristóbal Labra rumbo al hospital, fue atendido por la doctora Maricely Pérez Rodríguez, especialista maxilofacial. «Es una profesional muy dedicada que me ha dado seguimiento cada minuto. Ella realizó la primera intervención el día del bolazo por dentro de la boca, en aras de que no existiera una afectación estética, y una semana después notó otra pequeña fractura debajo del ojo y entonces decidió hacer la segunda operación, la cual salió perfecta», explica el jugador de los Piratas, quien, a pesar de no tener fecha exacta de retorno al trabajo, asegura que más temprano que tarde volverá a lanzar.
«No me han dado detalles sobre cuándo puedo regresar, pero ahora solo pienso en cumplir los plazos de recuperación. Tengo 30 años, me siento bien, sin molestias en el brazo, y se qué puedo reincorporarme», asegura el serpentinero, quien se encuentra en Nueva Gerona acompañado por su padre, su madre Dianelis Ortiz y su novia Daylín Páez.
«El riesgo de recibir un pelotazo lo tienen todos los peloteros, es algo que no se puede evitar, y justo por eso debe levantarse tras este golpe, regresar y aportar a los Piratas», concluyó su padre.
¡Sé el primero en comentar!