Una oleada de peloteros, prácticamente hacienda cola y dándose consejos entre ellos, sobre como abandonar el país, ha estado desquebrajando y poniendo en tela de juicio el fuerte e indestructible prestigio del beisbol cubano, así como el sistema del INDER en sentido general. Varias medidas se han tomado, pero cabe preguntarnos, ¿llegan a tiempo?
Por años una cantidad de especialistas en la materia hemos gritado a los cuatro vientos, mientras echamos agua en canastas de mimbre, todos los problemas que venía presentando el deporte y algunas sugerencias de cómo afrontarlos. Hablamos, y nos dieron por locos, de la inserción en ligas foráneas, de la estimulación de los atletas, del tema retiro, de premiar a los equipos más destacados, de mejorar las instalaciones, de promover mejor el factor asistencia de público, profesionalizar el deporte de punta a punta (árbitros, federativos, atletas, en fin todos), de establecer un canal transparente-inmediato entre la prensa y la Federación, instaurar la transmisión de las Grandes Ligas de beisbol en la televisión cubana y alguna que otro consejo, sano, que nadie quiso oír.
Hoy, desastre tras desastre, el INDER y las autoridades políticas han decidido reaccionar y lo que parecía una utopía hace una década está ocurriendo, muy lentamente, pero ocurriendo. Sin embargo, ¿estará el INDER, la Federación Cubana de Beisbol y el país, a tiempo?
La verdad no la tiene nadie, pues sería como predecir el futuro, adivinar a lo Nostradamus y si algo está claro, es que eso es imposible. Pero sí podemos atrevernos a sopesar las variables en juego, al menos las más importantes.
Creemos que el punto medular aquí, es el prestigio y credibilidad que pueda inspirarle la Comisión Nacional a los propios atletas y la afición, pasando siempre por la prensa, que sigue sin atreverse a dar noticias sin previa autorización.
A estas alturas de la vida, la Comisión se ha contradicho tanto así misma y ha hecho tan poco por los atletas y el espectáculo, que es difícil darle crédito y apostar por ella. Hoy casi nadie (por no ser absoluto) cree en la Federación y sino remítanse al reciente caso de Ariel Pestano, donde dijeron y desmintieron, para a la larga tratar de disfrazar la noticia nombrando a Pestano “entrenador-jugador”.
La tan dilatada y necesaria estimulación a los atletas. No se podía vivir eternamente a puros principios, el hombre tiene que comer, echarle gasolina al carro, arreglar el baño de la casa, pasarse un fin de semana en Varadero y a mera consigna no se logran esas necesidades. El dinero destinado es considerable, y muy bueno, pero no es competitivo con el resto del mundo y no puede cumplir con las necesidades EXISTENTES de cualquier cubano.
La imagen de la Serie Nacional. Con tantos estadios despampanantes y coloridos uniformes que vemos por doquier, es algo más que primitivo y rustico lo que proyecta nuestro mayor espectáculo. Cualquier persona común preferiría trabajar (es un oficio real ser pelotero) en los lugares que tuvieran mejor atmosfera laboral y mejores utilidades.
La integridad física de los beisbolistas. Como los peloteros en Cuba juegan por amor a la camiseta y no hay un sindicato o contrato que responda por ellos, siempre está su integridad física en tela de juicio y a riesgo de ser sobreusados y, una vez inservibles, desechados.
Casos hay, por decenas, de lanzadores a los que les desbaratamos el brazo, atletas que regresaron antes de tiempo de sus lesiones, más otras historias de terror y descuidos.
Las selecciones y su proceso. Este acápite es el más injusto de todos, pues nunca ha quedado claro quién escoge a los equipos Cuba y ahora viene la peor de todas, ¿quienes decidirán a que atleta dejan jugar en el extranjero y a cual no? La “Piña” y los requisitos políticos para ser de los “elegidos” son muy fuertes y un arraigo de 50 años de tradición.
Y, la que posiblemente nunca se arregle, NO ASUMIR LA CULPA del descalabro internacional e interno, tratando siempre de buscar culpables en otras latitudes, sin decir “…estamos muy atrasados en varias categorías y este es el deporte nacional, la pasión de todo un pueblo y tenemos que tratar (al menos tratar) de ser mejores…”
Hay más, pero son de menor cuantía, asi que se las dejamos a discreción de ustedes. Este, señores, no es un trabajo de total pesimismo, sino de realismo puro y duro, sin embargo, seguimos creyendo que el tiempo, en este caso, dirá la última palabra. Nosotros por nuestra parte, ya dijimos la primera.
Sin más por ahora,
Daniel de Malas Andreu.
Por años una cantidad de especialistas en la materia hemos gritado a los cuatro vientos, mientras echamos agua en canastas de mimbre, todos los problemas que venía presentando el deporte y algunas sugerencias de cómo afrontarlos. Hablamos, y nos dieron por locos, de la inserción en ligas foráneas, de la estimulación de los atletas, del tema retiro, de premiar a los equipos más destacados, de mejorar las instalaciones, de promover mejor el factor asistencia de público, profesionalizar el deporte de punta a punta (árbitros, federativos, atletas, en fin todos), de establecer un canal transparente-inmediato entre la prensa y la Federación, instaurar la transmisión de las Grandes Ligas de beisbol en la televisión cubana y alguna que otro consejo, sano, que nadie quiso oír.
Hoy, desastre tras desastre, el INDER y las autoridades políticas han decidido reaccionar y lo que parecía una utopía hace una década está ocurriendo, muy lentamente, pero ocurriendo. Sin embargo, ¿estará el INDER, la Federación Cubana de Beisbol y el país, a tiempo?
La verdad no la tiene nadie, pues sería como predecir el futuro, adivinar a lo Nostradamus y si algo está claro, es que eso es imposible. Pero sí podemos atrevernos a sopesar las variables en juego, al menos las más importantes.
Creemos que el punto medular aquí, es el prestigio y credibilidad que pueda inspirarle la Comisión Nacional a los propios atletas y la afición, pasando siempre por la prensa, que sigue sin atreverse a dar noticias sin previa autorización.
A estas alturas de la vida, la Comisión se ha contradicho tanto así misma y ha hecho tan poco por los atletas y el espectáculo, que es difícil darle crédito y apostar por ella. Hoy casi nadie (por no ser absoluto) cree en la Federación y sino remítanse al reciente caso de Ariel Pestano, donde dijeron y desmintieron, para a la larga tratar de disfrazar la noticia nombrando a Pestano “entrenador-jugador”.
La tan dilatada y necesaria estimulación a los atletas. No se podía vivir eternamente a puros principios, el hombre tiene que comer, echarle gasolina al carro, arreglar el baño de la casa, pasarse un fin de semana en Varadero y a mera consigna no se logran esas necesidades. El dinero destinado es considerable, y muy bueno, pero no es competitivo con el resto del mundo y no puede cumplir con las necesidades EXISTENTES de cualquier cubano.
La imagen de la Serie Nacional. Con tantos estadios despampanantes y coloridos uniformes que vemos por doquier, es algo más que primitivo y rustico lo que proyecta nuestro mayor espectáculo. Cualquier persona común preferiría trabajar (es un oficio real ser pelotero) en los lugares que tuvieran mejor atmosfera laboral y mejores utilidades.
La integridad física de los beisbolistas. Como los peloteros en Cuba juegan por amor a la camiseta y no hay un sindicato o contrato que responda por ellos, siempre está su integridad física en tela de juicio y a riesgo de ser sobreusados y, una vez inservibles, desechados.
Casos hay, por decenas, de lanzadores a los que les desbaratamos el brazo, atletas que regresaron antes de tiempo de sus lesiones, más otras historias de terror y descuidos.
Las selecciones y su proceso. Este acápite es el más injusto de todos, pues nunca ha quedado claro quién escoge a los equipos Cuba y ahora viene la peor de todas, ¿quienes decidirán a que atleta dejan jugar en el extranjero y a cual no? La “Piña” y los requisitos políticos para ser de los “elegidos” son muy fuertes y un arraigo de 50 años de tradición.
Y, la que posiblemente nunca se arregle, NO ASUMIR LA CULPA del descalabro internacional e interno, tratando siempre de buscar culpables en otras latitudes, sin decir “…estamos muy atrasados en varias categorías y este es el deporte nacional, la pasión de todo un pueblo y tenemos que tratar (al menos tratar) de ser mejores…”
Hay más, pero son de menor cuantía, asi que se las dejamos a discreción de ustedes. Este, señores, no es un trabajo de total pesimismo, sino de realismo puro y duro, sin embargo, seguimos creyendo que el tiempo, en este caso, dirá la última palabra. Nosotros por nuestra parte, ya dijimos la primera.
Sin más por ahora,
Daniel de Malas Andreu.