Matanzas vive en una nube por estos días con su equipo de béisbol, el gran candidato a suceder a Villa Clara en el trono de Cuba, algo impensado hace apenas tres años.
Víctor Mesa, su manager, es el gran artífice en el resurgir del béisbol de esa provincia (situada 76 kilómetros al este de la capital cubana, La Habana), cuna de mitos inigualables como el zurdo Jorge Luis Valdés, los hermanos Sánchez y el mismísimo Martín Dihigo, el Inmortal, único jugador del mundo seleccionado al Salón de la Fama de cuatro países.
Mesa llegó al banquillo de los cocodrilos en la temporada 2011-2012 y desde entonces revolucionó los conceptos de juego existentes en ese club, instauró un férreo sistema disciplinario y aunó fuerzas de todos los sectores del territorio por el bien común.
La temporada anterior a su arribo, Matanzas había finalizado en el lugar 14 de la Serie 2010-2011, pocos fanáticos se atrevían a soñar con el cetro, e incluso muchos ni siquiera recordaban, por la lejanía en el tiempo, la fecha exacta de la última coronación de un equipo de la ciudad de los puentes, ocurrida en 1991 con el nombre de Henequeneros.
Víctor revirtió el pensamiento derrotista de los jugadores y la afición a base de un sólido trabajo basado en nuevos métodos y tácticas, algunas poco ortodoxas, pero válidas para el nivel actual del béisbol cubano, en el cual escasean los lanzadores de calidad y los errores mentales afloran diariamente en todos los escenarios de acción.
En su primera campaña como director de Matanzas, el equipo tuvo un ascenso dramático en la tabla de posiciones al pasar del 14 al tercer escaño, tras caer ante Industriales en una memorable semifinal que llegó hasta el séptimo partido.
Entonces muchos pensaron en casualidades banales y en el historial de Víctor, tres veces campeón como jugador en series nacionales pero nunca como manager, amén de ostentar el magro balance de cero triunfos y ocho derrotas en finalísimas (aunque todos sus equipos clasificaron siempre, sin excepción, a la fase de playoffs).
Pero una contienda después, la 2012-2013, Matanzas sostuvo la espiral ascendente, dominó la clasificación general de la etapa regular, y más tarde, tras vencer en semifinales a Sancti Spíritus, logró su pasaporte a la gran final de torneo, en la cual perdió contra Villa Clara, en cinco partidos (algunos etiquetaron a Mesa de eterno perdedor en finales, y ese segundo lugar nacional era solamente obra del destino).
Durante la presente temporada la novena de Matanzas mostró estabilidad en todos los órdenes de juego, en gran medida por la consolidación de algunos jugadores nativos de la provincia como Yadiel Hernández, José Miguel Fernández y el lanzador Yoanni Yera, además de la llegada del forastero Dainer Moreira, para cubrir las paradas cortas.
Para mayor solidez, Mesa reforzó el conjunto para la etapa caliente de la Serie, con el slugger Eriel Sánchez, el utility Raúl González, el abridor Yoelkis Cruz, el relevista intermedio Lázaro Blanco y el taponero Carlos Juan Viera.
Ahora, tanto expertos como fanáticos coinciden en algo impensado hace pocos años: Matanzas tiene el equipo más sólido, versátil y balanceado de la liga, por lo que su candidatura al título es una realidad tangible.
Víctor Mesa y Matanzas están a tres victorias de titularse monarcas del béisbol cubano, una utopía con pies y cabeza que solo el pujante Pinar del Río de Alfonso Urquiola puede desvanecer en el éter.
¿Será el año de Víctor? ¿Matanzas ganará el trofeo de campeón después de 23 años? ¿Alguna utopía dejó alguna vez de serlo?
Lo cierto es que hoy está prevista la continuación del segundo partido de la gran final de la temporada 2013-2014, un choque que comenzó ayer pero quedó suspendido a causa de la lluvia o la providencia como dirían algunos amantes del folklor (a la hora de la suspensión Matanzas perdía 0-1 en el final del tercer inning).
Víctor Mesa, su manager, es el gran artífice en el resurgir del béisbol de esa provincia (situada 76 kilómetros al este de la capital cubana, La Habana), cuna de mitos inigualables como el zurdo Jorge Luis Valdés, los hermanos Sánchez y el mismísimo Martín Dihigo, el Inmortal, único jugador del mundo seleccionado al Salón de la Fama de cuatro países.
Mesa llegó al banquillo de los cocodrilos en la temporada 2011-2012 y desde entonces revolucionó los conceptos de juego existentes en ese club, instauró un férreo sistema disciplinario y aunó fuerzas de todos los sectores del territorio por el bien común.
La temporada anterior a su arribo, Matanzas había finalizado en el lugar 14 de la Serie 2010-2011, pocos fanáticos se atrevían a soñar con el cetro, e incluso muchos ni siquiera recordaban, por la lejanía en el tiempo, la fecha exacta de la última coronación de un equipo de la ciudad de los puentes, ocurrida en 1991 con el nombre de Henequeneros.
Víctor revirtió el pensamiento derrotista de los jugadores y la afición a base de un sólido trabajo basado en nuevos métodos y tácticas, algunas poco ortodoxas, pero válidas para el nivel actual del béisbol cubano, en el cual escasean los lanzadores de calidad y los errores mentales afloran diariamente en todos los escenarios de acción.
En su primera campaña como director de Matanzas, el equipo tuvo un ascenso dramático en la tabla de posiciones al pasar del 14 al tercer escaño, tras caer ante Industriales en una memorable semifinal que llegó hasta el séptimo partido.
Entonces muchos pensaron en casualidades banales y en el historial de Víctor, tres veces campeón como jugador en series nacionales pero nunca como manager, amén de ostentar el magro balance de cero triunfos y ocho derrotas en finalísimas (aunque todos sus equipos clasificaron siempre, sin excepción, a la fase de playoffs).
Pero una contienda después, la 2012-2013, Matanzas sostuvo la espiral ascendente, dominó la clasificación general de la etapa regular, y más tarde, tras vencer en semifinales a Sancti Spíritus, logró su pasaporte a la gran final de torneo, en la cual perdió contra Villa Clara, en cinco partidos (algunos etiquetaron a Mesa de eterno perdedor en finales, y ese segundo lugar nacional era solamente obra del destino).
Durante la presente temporada la novena de Matanzas mostró estabilidad en todos los órdenes de juego, en gran medida por la consolidación de algunos jugadores nativos de la provincia como Yadiel Hernández, José Miguel Fernández y el lanzador Yoanni Yera, además de la llegada del forastero Dainer Moreira, para cubrir las paradas cortas.
Para mayor solidez, Mesa reforzó el conjunto para la etapa caliente de la Serie, con el slugger Eriel Sánchez, el utility Raúl González, el abridor Yoelkis Cruz, el relevista intermedio Lázaro Blanco y el taponero Carlos Juan Viera.
Ahora, tanto expertos como fanáticos coinciden en algo impensado hace pocos años: Matanzas tiene el equipo más sólido, versátil y balanceado de la liga, por lo que su candidatura al título es una realidad tangible.
Víctor Mesa y Matanzas están a tres victorias de titularse monarcas del béisbol cubano, una utopía con pies y cabeza que solo el pujante Pinar del Río de Alfonso Urquiola puede desvanecer en el éter.
¿Será el año de Víctor? ¿Matanzas ganará el trofeo de campeón después de 23 años? ¿Alguna utopía dejó alguna vez de serlo?
Lo cierto es que hoy está prevista la continuación del segundo partido de la gran final de la temporada 2013-2014, un choque que comenzó ayer pero quedó suspendido a causa de la lluvia o la providencia como dirían algunos amantes del folklor (a la hora de la suspensión Matanzas perdía 0-1 en el final del tercer inning).