Cuando comenzó la 53 Serie Nacional de Béisbol y estudiamos los rosters de cada conjunto, nuevamente observamos que Pinar del Río presentaba una nómina muy similar a la del último lustro, en la que se incluían 20 campeones de la edición del 2011, cuando el mentor Alfonso Urquiola tomó las riendas del conjunto y obtuvo su segundo pergamino en funciones de dirección.
Al ver esos detalles, enseguida nos asaltaron las mismas dudas que nos habían acechado en las dos campañas precedentes. ¿Cómo es posible que casi el mismo grupo haya pasado de la cima a ocupar los puestos diez y ocho en los años sucesivos? ¿Acaso existieron problemas internos entre los elementos del plantel que imposibilitaron mantener al menos una línea ganadora?
Con todas esas interrogantes en la mano coincidio con quienes, sin demeritar el trabajo de las anteriores direcciones, afirman que Urquiola podía tener una incidencia positiva en recuperar a esa generación, y no se equivocaron.
URQUIOLA…TALISMÁN
Comenzó el campeonato y los Vegueros impusieron un paso estable, siempre en zona de clasificación, labrando el camino rumbo a la inclusión entre los ocho mejores y luego hacia la postemporada, hacia donde avanzaron como la segunda mejor escuadra del certamen, motivo suficiente para nombrar a Urquiola como una fundamental joya de la corona pinareña.
Los primeros en reconocer al flamante director monarca son sus propios jugadores, que vieron en el “Relámpago de Bahía Honda” a un guía excepcional, capaz de comprender las necesidades del equipo más allá del ámbito deportivo.
“Hemos contado con un cuerpo de dirección muy completo, acoplado, de mucha experiencia y conocimientos, que tiene una forma especial de tratar con los atletas y fomenta la unidad entre todos los elementos del conjunto”, aseguró el lanzador Yosvani Torres, quien contó con la confianza de su manager para consolidarse como el as indiscutible de la rotación.
“Alfonso es un buen mentor y compañero, sabe trabajar, aglutina, nos da ánimo, nos ayuda y muestra su apoyo en cada instante, eso es primordial para ser un manager ganador”, añadió el derecho de Minas de Matahambre, que obtuvo 18 victorias en la justa, sumados sus tres éxitos en la postemporada.
Por su parte, el inicialista William Saavedra, bujía ofensiva en los play off, aseguró que “más que un director ha sido un padre, nos ha guiado siempre por el buen camino”.
A todos estos valores podemos sumar el gen triunfador de Urquiola, quien formó parte activa de las seis novenas de Vegueros coronadas en 1978, 1981, 1982, 1985, 1987 y 1988, y además, ya anda por tres pergaminos como estratega (1998, 2011 y 2014).
PARA LLEGAR AL CIELO SE NECESITA…
Sin dudas, la presencia del avezado conductor marcó un punto de inflexión en el rendimiento de los pativerdes, que contaron con un gran trabajo de su pitcheo y de los principales bateadores, aunque también los actores “secundarios” jugaron un papel determinante.
Por ejemplo, el utility Osniel Madera transitó por la campaña sin mucho brío, pero en el importante quinto encuentro de la final despachó el cuadrangular de su vida. “Empaté el juego en el noveno al conectar una recta, después me mentalicé para batear ese lanzamiento y salió el jonrón”, espetó Madera, quien reconoció el alto nivel de Matanzas, un rival al que no se le podía dar chances.
En ese sentido, también el zurdo Julio Alfredo Martínez expresó lo complicado que resulta lanzar frente a los yumurinos, aunque explicó que pudo salir airoso gracias al trabajo realizado antes de la competencia con los entrenadores Jesús Guerra, Juan Carlos Oliva, Raciel Sánchez y Jesús Bosmenier.
Por su parte, otro de los puntales de la rotación, Vladimir Baños, apuntó que el final de la Serie fue un intenso y no llegó en las mejores condiciones al duelo con Industriales, “pero después trabajé con calma, sin desesperarme y salió un buen resultado en el tercer partido de la final”.
El derecho también alabó la actuación de los jóvenes del pitcheo pinareño, pues sin ellos no hubieran llegado tan lejos. “Hicieron su trabajo, salieron a nuestro rescate cuando lo requeríamos y no se puede dejar de felicitarlos”, espetó, en clara referencia a su tocayo, el talentoso Vladimir Gutiérrez, nombrado Novato del Año.
Precisamente, el bisoño de 18 abriles afirmó que la razón de ser del conjunto es la afición, a quien tratan de darle el mejor espectáculo. Sin dudas, los parciales pativerdes pueden considerarse otro diamante de la corona pinareña, pues montaron una fiesta exquisita en el Capitán San Luis, con los coros más divertidos en la historia del béisbol cubano, y luego, cerca de un millar de vueltabajeros devoraron más de 260 kilómetros a fin de presenciar, en vivo y en directo, la coronación de su novena, que les dio una merecida alegría.
Al ver esos detalles, enseguida nos asaltaron las mismas dudas que nos habían acechado en las dos campañas precedentes. ¿Cómo es posible que casi el mismo grupo haya pasado de la cima a ocupar los puestos diez y ocho en los años sucesivos? ¿Acaso existieron problemas internos entre los elementos del plantel que imposibilitaron mantener al menos una línea ganadora?
Con todas esas interrogantes en la mano coincidio con quienes, sin demeritar el trabajo de las anteriores direcciones, afirman que Urquiola podía tener una incidencia positiva en recuperar a esa generación, y no se equivocaron.
URQUIOLA…TALISMÁN
Comenzó el campeonato y los Vegueros impusieron un paso estable, siempre en zona de clasificación, labrando el camino rumbo a la inclusión entre los ocho mejores y luego hacia la postemporada, hacia donde avanzaron como la segunda mejor escuadra del certamen, motivo suficiente para nombrar a Urquiola como una fundamental joya de la corona pinareña.
Los primeros en reconocer al flamante director monarca son sus propios jugadores, que vieron en el “Relámpago de Bahía Honda” a un guía excepcional, capaz de comprender las necesidades del equipo más allá del ámbito deportivo.
“Hemos contado con un cuerpo de dirección muy completo, acoplado, de mucha experiencia y conocimientos, que tiene una forma especial de tratar con los atletas y fomenta la unidad entre todos los elementos del conjunto”, aseguró el lanzador Yosvani Torres, quien contó con la confianza de su manager para consolidarse como el as indiscutible de la rotación.
“Alfonso es un buen mentor y compañero, sabe trabajar, aglutina, nos da ánimo, nos ayuda y muestra su apoyo en cada instante, eso es primordial para ser un manager ganador”, añadió el derecho de Minas de Matahambre, que obtuvo 18 victorias en la justa, sumados sus tres éxitos en la postemporada.
Por su parte, el inicialista William Saavedra, bujía ofensiva en los play off, aseguró que “más que un director ha sido un padre, nos ha guiado siempre por el buen camino”.
A todos estos valores podemos sumar el gen triunfador de Urquiola, quien formó parte activa de las seis novenas de Vegueros coronadas en 1978, 1981, 1982, 1985, 1987 y 1988, y además, ya anda por tres pergaminos como estratega (1998, 2011 y 2014).
PARA LLEGAR AL CIELO SE NECESITA…
Sin dudas, la presencia del avezado conductor marcó un punto de inflexión en el rendimiento de los pativerdes, que contaron con un gran trabajo de su pitcheo y de los principales bateadores, aunque también los actores “secundarios” jugaron un papel determinante.
Por ejemplo, el utility Osniel Madera transitó por la campaña sin mucho brío, pero en el importante quinto encuentro de la final despachó el cuadrangular de su vida. “Empaté el juego en el noveno al conectar una recta, después me mentalicé para batear ese lanzamiento y salió el jonrón”, espetó Madera, quien reconoció el alto nivel de Matanzas, un rival al que no se le podía dar chances.
En ese sentido, también el zurdo Julio Alfredo Martínez expresó lo complicado que resulta lanzar frente a los yumurinos, aunque explicó que pudo salir airoso gracias al trabajo realizado antes de la competencia con los entrenadores Jesús Guerra, Juan Carlos Oliva, Raciel Sánchez y Jesús Bosmenier.
Por su parte, otro de los puntales de la rotación, Vladimir Baños, apuntó que el final de la Serie fue un intenso y no llegó en las mejores condiciones al duelo con Industriales, “pero después trabajé con calma, sin desesperarme y salió un buen resultado en el tercer partido de la final”.
El derecho también alabó la actuación de los jóvenes del pitcheo pinareño, pues sin ellos no hubieran llegado tan lejos. “Hicieron su trabajo, salieron a nuestro rescate cuando lo requeríamos y no se puede dejar de felicitarlos”, espetó, en clara referencia a su tocayo, el talentoso Vladimir Gutiérrez, nombrado Novato del Año.
Precisamente, el bisoño de 18 abriles afirmó que la razón de ser del conjunto es la afición, a quien tratan de darle el mejor espectáculo. Sin dudas, los parciales pativerdes pueden considerarse otro diamante de la corona pinareña, pues montaron una fiesta exquisita en el Capitán San Luis, con los coros más divertidos en la historia del béisbol cubano, y luego, cerca de un millar de vueltabajeros devoraron más de 260 kilómetros a fin de presenciar, en vivo y en directo, la coronación de su novena, que les dio una merecida alegría.