Cargada de motivaciones avanza la 60 Serie Nacional de Béisbol, que desde su primera semana nos regala el clásico beisbolero Industriales-Santiago de Cuba y pone al encumbrado Camagüey frente al elenco más estable en las últimas cuatro campañas, Las Tunas.
Una de las más bienvenidas iniciativas es la de reconocer a los mejores jugadores con premios que llevarán los nombres de los inmortales de la pelota en la Isla. Así, el reconocimiento al más valioso recibirá el trofeo Martín Dihigo, considerado el mejor beisbolista nacido en nuestra geografía, capaz de lograr más de 260 victorias como lanzador o compilar más de 400 a la ofensiva, desde distintas posiciones, y brillar en calidad de mánager.
Al novato del año se le otorgará el galardón Yadier Pedroso, lanzador artemiseño, quien en su estreno en las campañas nacionales ganó 11 partidos, con efectividad de 2,47. Ramón Carneado, el único mentor con cuatro coronas consecutivas, será la condición que se le otorgará al mejor director, y el ejemplo de Alfredo Paz encumbrará al árbitro más destacado.
Para que siempre viva detrás de home, el receptor más sobresaliente tendría el honor de vibrar con el nombre de Juan Castro; la primera base será homenajeada con la investidura de Daniel Hernández, avileño que jugó con Orientales en la I Serie Nacional, autor del primer doble en estas lides y del primer jonrón con bases llenas. El laurel Andrés Telemaco corresponderá a los intermedistas y recordará a quien fuera el primer guantanamero en integrar un equipo Cuba. Para los espirituanos, Owen Blandino representa tanto, que el equipo de esa provincia lleva el sobrenombre de los Gallos por él, apodado así por su combatividad en la tercera base. El mejor brazo de un torpedero en nuestro béisbol, el de Agustín Arias, será la distinción para el más sobresaliente en el campo corto.
El que más brille en el jardín izquierdo rememorará al matancero Erwin Walter, el primer líder bateador de estas contiendas; el que lo haga en el central, rendirá tributo al Satélite Oriental, Fermín Laffita, y el que sea el del derecho, sentirá la fineza en el toque de bola y la rapidez en las bases del capitalino Eulogio Osorio. Para el lanzador diestro, el mérito lo llevará a ser el émulo de uno de los más grandes que han pasado por la lomita, merecedor del epíteto de Héroe de Cartagena, José A. Huelga, en tanto la sutileza y la hidalguía de Santiago «Changa» Mederos serán reverenciadas en el pitcher zurdo. Nada más justo que el mejor estadio lleve el título de Palmar de Junco, en tanto que el mejor grupo de anotación lo haga con el de Jesús Pitz, quien dotó de la metodología a la enseñanza de la anotación y codificación.
La pelota honra, con su nueva hornada, a varias figuras que la hicieron grande e imprescindible para el sentimiento de los cubanos.
Una de las más bienvenidas iniciativas es la de reconocer a los mejores jugadores con premios que llevarán los nombres de los inmortales de la pelota en la Isla. Así, el reconocimiento al más valioso recibirá el trofeo Martín Dihigo, considerado el mejor beisbolista nacido en nuestra geografía, capaz de lograr más de 260 victorias como lanzador o compilar más de 400 a la ofensiva, desde distintas posiciones, y brillar en calidad de mánager.
Al novato del año se le otorgará el galardón Yadier Pedroso, lanzador artemiseño, quien en su estreno en las campañas nacionales ganó 11 partidos, con efectividad de 2,47. Ramón Carneado, el único mentor con cuatro coronas consecutivas, será la condición que se le otorgará al mejor director, y el ejemplo de Alfredo Paz encumbrará al árbitro más destacado.
Para que siempre viva detrás de home, el receptor más sobresaliente tendría el honor de vibrar con el nombre de Juan Castro; la primera base será homenajeada con la investidura de Daniel Hernández, avileño que jugó con Orientales en la I Serie Nacional, autor del primer doble en estas lides y del primer jonrón con bases llenas. El laurel Andrés Telemaco corresponderá a los intermedistas y recordará a quien fuera el primer guantanamero en integrar un equipo Cuba. Para los espirituanos, Owen Blandino representa tanto, que el equipo de esa provincia lleva el sobrenombre de los Gallos por él, apodado así por su combatividad en la tercera base. El mejor brazo de un torpedero en nuestro béisbol, el de Agustín Arias, será la distinción para el más sobresaliente en el campo corto.
El que más brille en el jardín izquierdo rememorará al matancero Erwin Walter, el primer líder bateador de estas contiendas; el que lo haga en el central, rendirá tributo al Satélite Oriental, Fermín Laffita, y el que sea el del derecho, sentirá la fineza en el toque de bola y la rapidez en las bases del capitalino Eulogio Osorio. Para el lanzador diestro, el mérito lo llevará a ser el émulo de uno de los más grandes que han pasado por la lomita, merecedor del epíteto de Héroe de Cartagena, José A. Huelga, en tanto la sutileza y la hidalguía de Santiago «Changa» Mederos serán reverenciadas en el pitcher zurdo. Nada más justo que el mejor estadio lleve el título de Palmar de Junco, en tanto que el mejor grupo de anotación lo haga con el de Jesús Pitz, quien dotó de la metodología a la enseñanza de la anotación y codificación.
La pelota honra, con su nueva hornada, a varias figuras que la hicieron grande e imprescindible para el sentimiento de los cubanos.
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