Es tan difícil de alcanzar la triple corona de bateo que ni un superdotado como Orestes Kindelán pudo lograrla, aunque sí lideró los tres departamentos ofensivos que se necesitan para el encumbrado galardón: average, jonrones y carreras impulsadas, en la Serie XXVIII, en 1989. ¿Por qué entonces no le aparece inscrito ese mérito?
En aquella lid el Tambor Mayor, a mi juicio el más temible de los bateadores cubanos desde 1959 hasta hoy, compiló 402 de average, despachó 24 cuadrangulares y remolcó a 58 compañeros. Sin embargo, en esa temporada todavía la estructura dividía en dos zonas al torneo nacional y en la occidental, el receptor capitalino Juan Bravo terminó con promedio al bate de 414 (12 puntos más que el santiaguero), y Juan Carlos Millán, quien defendió la primera base de la antigua provincia de La Habana, trajo para el home 59 anotaciones, una más que el toletero de la zona oriental.
Esa es la razón por la cual en la edición de ayer, cuando comentábamos la posibilidad de que Alfredo Despaigne pueda cristalizar la proeza ofensiva en esta temporada, mencionamos solo a Omar Linares y a Frederich Cepeda, como autores de esa magistral obra, lo cual para nada disminuye la grandeza de un Kindelán al que seguimos extrañando en la caja de bateo.
Linares fue el primer protagonista de una gesta de ese tipo en la Selectiva de 1992, al comandar en promedio con 398, disparar 23 bambinazos e impulsar 58 carreras. Cepeda fue el segundo y el último en obtener el pergamino, en la Súper Liga del 2003, al topar el average en 435, conseguir siete vuelacercas y 20 empujadas.
Para cualquier béisbol en el mundo esta es una de las cimas más difíciles de coronar, pues se trata de encabezar los tres renglones ofensivos que dictaminan la productividad. Solo un dato ilustraría lo extraordinario de esta hazaña: en el béisbol de Grandes Ligas, desde 1876, con la creación de la Liga Nacional de esa pelota, únicamente 14 peloteros consiguieron la hombrada, uno solo de ellos es latinoamericano, justamente el último en ceñirse tan cara diadema, el venezolano Miguel Cabrera, y solo dos han completado la heroicidad en par de ocasiones, Rogers Honrsby (1922 y 1925) y Ted Williams (1942 y 1947).
En aquella lid el Tambor Mayor, a mi juicio el más temible de los bateadores cubanos desde 1959 hasta hoy, compiló 402 de average, despachó 24 cuadrangulares y remolcó a 58 compañeros. Sin embargo, en esa temporada todavía la estructura dividía en dos zonas al torneo nacional y en la occidental, el receptor capitalino Juan Bravo terminó con promedio al bate de 414 (12 puntos más que el santiaguero), y Juan Carlos Millán, quien defendió la primera base de la antigua provincia de La Habana, trajo para el home 59 anotaciones, una más que el toletero de la zona oriental.
Esa es la razón por la cual en la edición de ayer, cuando comentábamos la posibilidad de que Alfredo Despaigne pueda cristalizar la proeza ofensiva en esta temporada, mencionamos solo a Omar Linares y a Frederich Cepeda, como autores de esa magistral obra, lo cual para nada disminuye la grandeza de un Kindelán al que seguimos extrañando en la caja de bateo.
Linares fue el primer protagonista de una gesta de ese tipo en la Selectiva de 1992, al comandar en promedio con 398, disparar 23 bambinazos e impulsar 58 carreras. Cepeda fue el segundo y el último en obtener el pergamino, en la Súper Liga del 2003, al topar el average en 435, conseguir siete vuelacercas y 20 empujadas.
Para cualquier béisbol en el mundo esta es una de las cimas más difíciles de coronar, pues se trata de encabezar los tres renglones ofensivos que dictaminan la productividad. Solo un dato ilustraría lo extraordinario de esta hazaña: en el béisbol de Grandes Ligas, desde 1876, con la creación de la Liga Nacional de esa pelota, únicamente 14 peloteros consiguieron la hombrada, uno solo de ellos es latinoamericano, justamente el último en ceñirse tan cara diadema, el venezolano Miguel Cabrera, y solo dos han completado la heroicidad en par de ocasiones, Rogers Honrsby (1922 y 1925) y Ted Williams (1942 y 1947).
Recuerdo que en el 2013 cuando Miguel Cabrera lo consiguió fue el acontecimiento mas importante de esa temperada en el orden individual de las Mayores, ni siquiera superado por el retiro del gran Mariano Rivera( Apaga y Vámonos)
Ojalá que Despaigne lo consiga este año.
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