El silencio de la noche en La Habana habló por sí solo de los resultados del partido de béisbol que tuvo lugar entre los equipos de Industriales y Ciego de Ávila. No hubo congas, no hubo gritos de alegría ni algazara en los barrios. Industriales perdió.
Durante meses la pelota fue la pasión, la conversación inevitable, el furor desmedido. No importaba ser muy amante del béisbol para estar involucrado en una de las tantas discusiones que se daban sobre quién ganaría el campeonato del deporte que más aman los cubanos.
Y aunque en La Habana, los amores están divididos a la hora de elegir el equipo con que simpatizar, la mayoría sigue a Industriales. Por eso muchos lloraron ayer, cuando en los atisbos de la madrugada, no hubo dudas de la derrota: esta vez Ciego de Ávila fue el campeón. Otra vez Industriales tendrá que esperar por la próxima temporada.
Durante meses la pelota fue la pasión, la conversación inevitable, el furor desmedido. No importaba ser muy amante del béisbol para estar involucrado en una de las tantas discusiones que se daban sobre quién ganaría el campeonato del deporte que más aman los cubanos.
Y aunque en La Habana, los amores están divididos a la hora de elegir el equipo con que simpatizar, la mayoría sigue a Industriales. Por eso muchos lloraron ayer, cuando en los atisbos de la madrugada, no hubo dudas de la derrota: esta vez Ciego de Ávila fue el campeón. Otra vez Industriales tendrá que esperar por la próxima temporada.