A las puertas de la Serie Nacional, lo que más le preocupa a Ramón Moré no son las limitaciones ofensivas de su equipo. Ni siquiera algún otro argumento de peso como la retirada de Pestano o la deserción de Misael Siverio. Sobre todas las cosas, lo que inquieta a Moré es la desmotivación de sus atletas.
Y es lógico, porque contrario a lo que cabría esperar luego de aquel sensacional fin de campaña, los Naranjas no han sido estimulados en la provincia como era menester. Incluso el propio manager apenas recibió un diploma de reconocimiento, para colmo de males, impreso con una fotografía de una versión previa de la escuadra.
Dentro de la contrariedad, Moré sonríe. “Fíjate que yo ni siquiera aparezco en la foto”, me indica, y abunda en otras causas para el desaliento. “Graba bien estas cosas, Contreras, que esos son los poquitos que van colmando el vaso”.
Al momento de ocurrir nuestra entrevista, la salud de Moré acababa de rebasar un duro examen, y el manager debía permanecer ausente de los entrenamientos por indicaciones médicas. Sin embargo, estaba al tanto de cada detalle de las jornadas de alistamiento en el Sandino. Por eso, y también porque no tiene pelos para hablar de lo que piensa, el diálogo discurrió por buen camino, despojado de respuestas ambiguas, innecesarias diplomacias o eufemismos patéticos.
“A Villa Clara va a faltarle el mejor receptor que yo he visto en este país, el mejor brazo zurdo y no tendrá el aporte de los refuerzos –lamenta Moré-, pero nosotros no perdemos la esperanza de clasificar. Te reitero que el problema de fondo no va a estar en el terreno, sino en la mente de los muchachos, en esa desmotivación que podría afectar el rendimiento. No obstante, en su momento hablamos claro con los atletas: el que quisiera asumir la situación se quedaba; el que no, podía irse. Y sí, pensamos estar entre los ocho primeros a pesar de las bajas; total, otros también las han tenido. Sería una vergüenza quedarnos fuera de la etapa decisiva después de coronarnos”.
-¿Satisfecho con la preparación?
-Va bien. Desde un inicio supimos que ésta iba a ser más difícil que la anterior, porque los hombres que integraron el Villa Clara apenas pudieron disfrutar de vacaciones, dado el calendario de la Provincial; eso nos trajo algunos problemas internos, pero al final los muchachos entendieron y están enfrentando los entrenamientos con bastante responsabilidad.
-¿La salida de Jesús Manso deja o no incertidumbre en el área de lanzadores?
-El nuevo coach de pitcheo, Roidel Enríquez, trabajó junto con Manso, tiene su dosis de experiencia y como los atletas son casi los mismos, creo que puede hacerlo con decoro. No tengo temor: cuando yo asumí la dirección, Manso nunca había trabajado al frente del equipo y todo salió de maravillas. Espero que ahora suceda lo mismo.
-Pero sin Pestano no será lo mismo…
-Por suerte contamos con un receptor estelar, que es Yulexis La Rosa. Lo que me preocupa es que él nunca ha sido titular todo el año y eso podría terminar pasándole la cuenta en lo físico. En ese caso, veremos cómo responden los jóvenes que vienen detrás.
-¿Cómo marcha la rehabilitación de Lunar?
-Para nadie es secreto que esa es nuestra principal pieza ofensiva. De momento su evolución muestra progresos y pienso incluirlo en el roster que comience la campaña. Podría o no figurar en las alineaciones iniciales, pero sí lo tendríamos en el grupo.
-¿Hay incorporaciones o bajas notables?
-Cuando el campeonato haya avanzado un poco es posible que subamos a Luis Borroto para redondear el staff de lanzadores. Y en cuanto a las bajas, está el caso de Dian Toscano, al cual suspendimos por un nuevo intento de salida ilegal del país.
-Al parecer, el bateo seguirá siendo un punto flaco…
-La fortaleza de Villa Clara volverá a ser el pitcheo, que soporta menos de dos carreras y media por juego y es bien defendido al campo. No contamos con grandes bateadores, mucho menos sluggers, y tampoco somos rápidos… De modo que tenemos que conjugar el juego táctico con el pitcheo y la defensa y buscar por ahí los resultados.
-El año pasado acertaste como nadie en la elección de los refuerzos…
-No te creas que eso fue obra de un milagro. Nosotros nos reunimos varias veces para ir delimitando, e incluso el día de la elección, mientras había gente mirando la gala cultural, solo estábamos pendientes de qué habían pedido los demás, qué quedaba y qué nos faltaba por coger. Lo que más claro yo tenía era que quería peloteros sin mucho nombre, con ganas de imponerse, y que me hacía falta un shortstop en primera ronda, y otro hombre que me impulsara carreras en la segunda. Cuando íbamos para La Habana, te confieso que la única duda estaba en el lanzador. Inicialmente queríamos a Yoelkys Cruz, a Danny Betancourt o a Pablo Millán Fernández, pero en un momento dado le dije a Manso: “Voy a pedir a Jonder”. Él me dijo: “¿Tú crees que te llegue?”, y respondí: “Seguro, nadie lo va a pedir antes que nosotros”. Y así fue.
-¿Y los demás refuerzos?
-A Danel lo cogimos porque entre él y Edilse habían producido más carreras que todo el equipo Villa Clara en la clasificatoria, ese argumento ya era más que suficiente. Ahora, con Varona lo increíble es que nos llegara a la última elección, y lo cogimos a pesar de que antes habíamos valorado a Reutilio Hurtado, un pelotero con más experiencia y acostumbrado a juegos de play off. Pero Varona había tenido una campaña muy superior, y apostamos por él.
-¿Volverás a pujar por los mismos hombres?
-Aunque sabemos bien los puntos débiles de la escuadra, hay que esperar a que evolucione la Serie. Ni yo ni el colectivo de entrenadores tenemos deudas pendientes con nadie, pero es obvio que trataríamos de coger a gente que ya estuvieron con nosotros, porque son peloteros afines a Villa Clara.
-¿Decepcionado con el curso del tema Serie del Caribe?
-Yo siempre les he dicho a los muchachos que no hay que pensar en la Serie del Caribe teniendo un Nacional por ganar. Y ahí está: la Serie es una incógnita todavía. Lo que está claro es que si el estímulo no es ese, las autoridades beisboleras buscarán otro evento al que enviar a Villa Clara, aunque sea con retraso, como sucedió con el Ciego de Ávila que viajó al Challenger de Canadá.
-¿Es cómodo dirigir a Villa Clara?
-A nosotros se nos va una figura importante prácticamente cada año: Leonys, Aledmis, Misael… Es un equipo con el que hay que trabajar muy duro en lo ideológico y en lo mental, porque por lo general los muchachos no ven noticieros, no leen, y en medio del calor del juego quieren estar en el dugout hablando de Messi, de Cristiano y del reguetón. Y todavía hay quienes me cuestionan pensando que uno es el mago Chivichana… Pero yo no soy mago, y aquí cada cual tiene que saber el grado de responsabilidad que tiene con el equipo. Yo solo soy alguien que trata de ser un ejemplo todos los días para sus hombres. Nadie me puede decir que soy un comilón, ni un alcohólico. Yo llego a las sedes de juego y lo que hago es ponerme a revisar papeles y estadísticas que llevo en una maleta, porque a estas alturas ni siquiera tenemos una laptop.
-A la luz del tiempo, ¿cuáles fueron las claves del triunfo villaclareño?
-Ante todo, que nuestro primer lanzador interiorizó su rol en el equipo. Eso, y el trabajo grupal que hicimos, mentalizando para que cada cual tratara siempre de hacer lo que le tocaba en cada situación de juego. Por ejemplo, Pestano apenas bateó durante el campeonato, pero cuando salía a cubrir, nos hacían 1,25 carreras limpias por partido. Igual con Andy Sarduy: su función era sacar double plays, para eso estaba, y eso hacía. A los únicos que yo les exigía ofensiva frecuente eran a Borrero, Edilse, Danel y Yeniet Pérez.
-Al parecer nunca perdiste el control de la situación…
-La verdad, fue un equipo que siempre estuvo unido. Oye esta historia para que puedas darte cuenta: en un momento de la postemporada, al papá de Danel le detectaron una enfermedad, y le dimos permiso para que fuera a atenderlo en La Habana. Supuestamente lo habíamos perdido para todo lo que quedaba de evento, pero él viró enseguida de la capital y nos dijo: “Mi hermana va a cuidar al viejo durante las radiaciones. Yo tengo un compromiso con ustedes y lo voy a cumplir”. Cuando yo les conté eso al resto de los jugadores antes de un entrenamiento, fue un gancho que aportó muchísima motivación. Los muchachos aplaudieron a Danel, lo abrazaron, y Freddy Asiel le puso una mano arriba y le dijo: “Este juego yo se lo gano a cualquiera”.
-¿Te dejó alguna enseñanza especial esta corona?
-La primera experiencia que he sacado es que los directores tenemos que tener más paciencia. Yo no discuto nada. Una vez salí del dugout en Ciego y me expulsaron por gusto, y me dije: “No salgo más”. La pelota no es para discutir, y eso se lo inculco a mis atletas, que saben que al que expulsen en un partido, lo sanciono atrás. Yo ni siquiera doy mítin, porque siento que los equipos buenos salen al terreno a ganar y ya está. Si algún pelotero falla en lo disciplinario o lo deportivo, lo llamamos de manera individual y hablamos con él a solas, porque a los hombres no se les ofende y mucho menos en público. Después de eso, tú ves que los muchachos salen al terreno con mayor disposición. Mi éxito en el campeonato pasado se debió en buena medida a mi paciencia. Esa fue la fórmula. La gente me decía: “Tú eres un bobo que no discute”, y yo me limitaba a responder: “¿Y quién te dijo que porque discuta voy a ganar los juegos de pelota?”. Esa filosofía la seguí todo el tiempo y ya ves, terminé campeón.
Y es lógico, porque contrario a lo que cabría esperar luego de aquel sensacional fin de campaña, los Naranjas no han sido estimulados en la provincia como era menester. Incluso el propio manager apenas recibió un diploma de reconocimiento, para colmo de males, impreso con una fotografía de una versión previa de la escuadra.
Dentro de la contrariedad, Moré sonríe. “Fíjate que yo ni siquiera aparezco en la foto”, me indica, y abunda en otras causas para el desaliento. “Graba bien estas cosas, Contreras, que esos son los poquitos que van colmando el vaso”.
Al momento de ocurrir nuestra entrevista, la salud de Moré acababa de rebasar un duro examen, y el manager debía permanecer ausente de los entrenamientos por indicaciones médicas. Sin embargo, estaba al tanto de cada detalle de las jornadas de alistamiento en el Sandino. Por eso, y también porque no tiene pelos para hablar de lo que piensa, el diálogo discurrió por buen camino, despojado de respuestas ambiguas, innecesarias diplomacias o eufemismos patéticos.
“A Villa Clara va a faltarle el mejor receptor que yo he visto en este país, el mejor brazo zurdo y no tendrá el aporte de los refuerzos –lamenta Moré-, pero nosotros no perdemos la esperanza de clasificar. Te reitero que el problema de fondo no va a estar en el terreno, sino en la mente de los muchachos, en esa desmotivación que podría afectar el rendimiento. No obstante, en su momento hablamos claro con los atletas: el que quisiera asumir la situación se quedaba; el que no, podía irse. Y sí, pensamos estar entre los ocho primeros a pesar de las bajas; total, otros también las han tenido. Sería una vergüenza quedarnos fuera de la etapa decisiva después de coronarnos”.
-¿Satisfecho con la preparación?
-Va bien. Desde un inicio supimos que ésta iba a ser más difícil que la anterior, porque los hombres que integraron el Villa Clara apenas pudieron disfrutar de vacaciones, dado el calendario de la Provincial; eso nos trajo algunos problemas internos, pero al final los muchachos entendieron y están enfrentando los entrenamientos con bastante responsabilidad.
-¿La salida de Jesús Manso deja o no incertidumbre en el área de lanzadores?
-El nuevo coach de pitcheo, Roidel Enríquez, trabajó junto con Manso, tiene su dosis de experiencia y como los atletas son casi los mismos, creo que puede hacerlo con decoro. No tengo temor: cuando yo asumí la dirección, Manso nunca había trabajado al frente del equipo y todo salió de maravillas. Espero que ahora suceda lo mismo.
-Pero sin Pestano no será lo mismo…
-Por suerte contamos con un receptor estelar, que es Yulexis La Rosa. Lo que me preocupa es que él nunca ha sido titular todo el año y eso podría terminar pasándole la cuenta en lo físico. En ese caso, veremos cómo responden los jóvenes que vienen detrás.
-¿Cómo marcha la rehabilitación de Lunar?
-Para nadie es secreto que esa es nuestra principal pieza ofensiva. De momento su evolución muestra progresos y pienso incluirlo en el roster que comience la campaña. Podría o no figurar en las alineaciones iniciales, pero sí lo tendríamos en el grupo.
-¿Hay incorporaciones o bajas notables?
-Cuando el campeonato haya avanzado un poco es posible que subamos a Luis Borroto para redondear el staff de lanzadores. Y en cuanto a las bajas, está el caso de Dian Toscano, al cual suspendimos por un nuevo intento de salida ilegal del país.
-Al parecer, el bateo seguirá siendo un punto flaco…
-La fortaleza de Villa Clara volverá a ser el pitcheo, que soporta menos de dos carreras y media por juego y es bien defendido al campo. No contamos con grandes bateadores, mucho menos sluggers, y tampoco somos rápidos… De modo que tenemos que conjugar el juego táctico con el pitcheo y la defensa y buscar por ahí los resultados.
-El año pasado acertaste como nadie en la elección de los refuerzos…
-No te creas que eso fue obra de un milagro. Nosotros nos reunimos varias veces para ir delimitando, e incluso el día de la elección, mientras había gente mirando la gala cultural, solo estábamos pendientes de qué habían pedido los demás, qué quedaba y qué nos faltaba por coger. Lo que más claro yo tenía era que quería peloteros sin mucho nombre, con ganas de imponerse, y que me hacía falta un shortstop en primera ronda, y otro hombre que me impulsara carreras en la segunda. Cuando íbamos para La Habana, te confieso que la única duda estaba en el lanzador. Inicialmente queríamos a Yoelkys Cruz, a Danny Betancourt o a Pablo Millán Fernández, pero en un momento dado le dije a Manso: “Voy a pedir a Jonder”. Él me dijo: “¿Tú crees que te llegue?”, y respondí: “Seguro, nadie lo va a pedir antes que nosotros”. Y así fue.
-¿Y los demás refuerzos?
-A Danel lo cogimos porque entre él y Edilse habían producido más carreras que todo el equipo Villa Clara en la clasificatoria, ese argumento ya era más que suficiente. Ahora, con Varona lo increíble es que nos llegara a la última elección, y lo cogimos a pesar de que antes habíamos valorado a Reutilio Hurtado, un pelotero con más experiencia y acostumbrado a juegos de play off. Pero Varona había tenido una campaña muy superior, y apostamos por él.
-¿Volverás a pujar por los mismos hombres?
-Aunque sabemos bien los puntos débiles de la escuadra, hay que esperar a que evolucione la Serie. Ni yo ni el colectivo de entrenadores tenemos deudas pendientes con nadie, pero es obvio que trataríamos de coger a gente que ya estuvieron con nosotros, porque son peloteros afines a Villa Clara.
-¿Decepcionado con el curso del tema Serie del Caribe?
-Yo siempre les he dicho a los muchachos que no hay que pensar en la Serie del Caribe teniendo un Nacional por ganar. Y ahí está: la Serie es una incógnita todavía. Lo que está claro es que si el estímulo no es ese, las autoridades beisboleras buscarán otro evento al que enviar a Villa Clara, aunque sea con retraso, como sucedió con el Ciego de Ávila que viajó al Challenger de Canadá.
-¿Es cómodo dirigir a Villa Clara?
-A nosotros se nos va una figura importante prácticamente cada año: Leonys, Aledmis, Misael… Es un equipo con el que hay que trabajar muy duro en lo ideológico y en lo mental, porque por lo general los muchachos no ven noticieros, no leen, y en medio del calor del juego quieren estar en el dugout hablando de Messi, de Cristiano y del reguetón. Y todavía hay quienes me cuestionan pensando que uno es el mago Chivichana… Pero yo no soy mago, y aquí cada cual tiene que saber el grado de responsabilidad que tiene con el equipo. Yo solo soy alguien que trata de ser un ejemplo todos los días para sus hombres. Nadie me puede decir que soy un comilón, ni un alcohólico. Yo llego a las sedes de juego y lo que hago es ponerme a revisar papeles y estadísticas que llevo en una maleta, porque a estas alturas ni siquiera tenemos una laptop.
-A la luz del tiempo, ¿cuáles fueron las claves del triunfo villaclareño?
-Ante todo, que nuestro primer lanzador interiorizó su rol en el equipo. Eso, y el trabajo grupal que hicimos, mentalizando para que cada cual tratara siempre de hacer lo que le tocaba en cada situación de juego. Por ejemplo, Pestano apenas bateó durante el campeonato, pero cuando salía a cubrir, nos hacían 1,25 carreras limpias por partido. Igual con Andy Sarduy: su función era sacar double plays, para eso estaba, y eso hacía. A los únicos que yo les exigía ofensiva frecuente eran a Borrero, Edilse, Danel y Yeniet Pérez.
-Al parecer nunca perdiste el control de la situación…
-La verdad, fue un equipo que siempre estuvo unido. Oye esta historia para que puedas darte cuenta: en un momento de la postemporada, al papá de Danel le detectaron una enfermedad, y le dimos permiso para que fuera a atenderlo en La Habana. Supuestamente lo habíamos perdido para todo lo que quedaba de evento, pero él viró enseguida de la capital y nos dijo: “Mi hermana va a cuidar al viejo durante las radiaciones. Yo tengo un compromiso con ustedes y lo voy a cumplir”. Cuando yo les conté eso al resto de los jugadores antes de un entrenamiento, fue un gancho que aportó muchísima motivación. Los muchachos aplaudieron a Danel, lo abrazaron, y Freddy Asiel le puso una mano arriba y le dijo: “Este juego yo se lo gano a cualquiera”.
-¿Te dejó alguna enseñanza especial esta corona?
-La primera experiencia que he sacado es que los directores tenemos que tener más paciencia. Yo no discuto nada. Una vez salí del dugout en Ciego y me expulsaron por gusto, y me dije: “No salgo más”. La pelota no es para discutir, y eso se lo inculco a mis atletas, que saben que al que expulsen en un partido, lo sanciono atrás. Yo ni siquiera doy mítin, porque siento que los equipos buenos salen al terreno a ganar y ya está. Si algún pelotero falla en lo disciplinario o lo deportivo, lo llamamos de manera individual y hablamos con él a solas, porque a los hombres no se les ofende y mucho menos en público. Después de eso, tú ves que los muchachos salen al terreno con mayor disposición. Mi éxito en el campeonato pasado se debió en buena medida a mi paciencia. Esa fue la fórmula. La gente me decía: “Tú eres un bobo que no discute”, y yo me limitaba a responder: “¿Y quién te dijo que porque discuta voy a ganar los juegos de pelota?”. Esa filosofía la seguí todo el tiempo y ya ves, terminé campeón.