Joseíto Ramírez es uno de los cargabates más longevos del béisbol cubano. A punto de cumplir 60 años se mantiene bien activo dentro del terreno de pelota. Desborda optimismo dentro del estadio y su presencia no pasa desapercibida.
Joseíto siempre está alegre y trasmite esa energía donde quiera que esté. Lo encontramos en los entrenamientos de la preselección nacional, ayudando en todo lo necesario.
Le debíamos esta entrevista porque el cargabates de los Cocodrilos de Matanzas vivió la final con el corazón partido a la mitad.
¿Cómo comienzas en esta función de cargabates?
“Gracias a Vicente Díaz y José Prado, miembros de aquellos famosos Incapturables de 1976. Eran vecinos míos y me pidieron para que estuviera como cargabates con Camagüey en la serie provincial. Estuve ese año y después Dagoberto Pedroso me llamó para que fuera cargabates con el equipo de Esmeralda. En ese municipio estuve más de veinte años, me quieren como un hijo adoptivo”.
¿Cuándo llegaste a las series nacionales?
“Comencé con Camagüey en 1976 con Carlos Gómez como director. Estuve también bajo las órdenes de Felipe Sarduy, y muchísimos años con Miguel Borroto como director”.
¿Por qué te mudas al equipo de Matanzas?
“Tengo un récord difícil de igualar: fui cargabates con dos equipos diferentes en la misma serie nacional. Hace ocho años estaba con Camagüey con Luis Guevara como director, pero no clasificamos a la segunda fase. Entonces Víctor Mesa me llamó al estadio Cándido González para que estuviera con Matanzas en la segunda parte del campeonato”.
¿Tu relación con Víctor Mesa?
“Le debo mucho al profesor Víctor Mesa. Me fui a Matanzas porque me gusta mucho la pelota y me daba la posibilidad de estar en la segunda ronda. Decidí seguir con otro equipo. Víctor me dijo que no me moviera del estadio que enviaría un carro a recogerme. Cuando llego al hotel Oasis, en Varadero, en la recepción había un cartel que decía ‘Bienvenido al hotel el mejor cargabates de Cuba: Joseíto Ramírez’. Víctor Mesa merece muchos elogios y le hacía falta al béisbol cubano”.
¿Cómo viviste la final Matanzas-Camagüey?
“Algo muy bonito para mí. Me tocó ser campeón con Matanzas y a cabalidad defendí mi puesto. La gente me dice: tú eres campeón doble y les rectifico. Soy campeón con Matanzas. Incluso la familia estaba dividida porque mi hermano es el fisioterapeuta del equipo Camagüey.
“Cuando llegué a la final en Camagüey la gente me gritaba que iban a comer picadillo de cocodrilo, pero terminé comiéndome el de toro. Una cosa bien jocosa como el público se metía conmigo”.
¿Armando Ferrer?
“Me va muy bien con Ferrer porque mi mentalidad es trabajar. Le doy el matiz como cargabates a mi trabajo. Si yo no defiendo mi trabajo, ¿quién lo hace? Por eso me llevo bien con todos los directores”.
¿Este Matanzas que ganó el campeonato?
“Un equipo muy aguerrido. Siempre enfocado en conseguir el objetivo. Nunca dejamos de hacer un pregame. Peloteros muy entregados como el capitán Yasiel Santoya, como Erisbel Arrubarrena, quien siempre arengaba. Yoanny Yera, hablando y arriba de los muchachos. Eduardo Blanco, cuando íbamos para el comodín en Sancti Spíritus, me dijo: ‘José voy a calentar esto. Lo que hace falta es calentarlo’. Y todavía recuerdo esa frase de Eduardo Blanco”.
El puesto de cargabates es bastante subvalorado dentro de un equipo de béisbol
“Aquí en Cuba no se valora este trabajo. Somos los primeros que llegamos al terreno y los últimos en irnos. Los peloteros nuestros son muy olvidadizos. Siempre se les queda algo en el terreno. Cada vez que termina la práctica hago un recorrido para recoger lo que queda”.
¿Cómo es tu relación con otros cargabates del país?
“Maravillosa. Con el Misi (Roberto Jiménez) de Villa Clara, que ya no trabaja, tengo una relación especial. Me llevo muy bien, sobre todo, con los más experimentados como el Nini (Alberto Hernández) de Pinar del Río, con (Pedro Pablo) Pileta, con Pachequito (Enrique Pacheco) de Industriales, con Fernan (Fernando Hechevarría) de Holguín, con (Reniel) Salcedo de Granma a quien cariñosamente decimos ‘La Salsa’. Todos merecen un gran reconocimiento por su labor”.
Estar en la preselección como cargabates es un reconocimiento a tu trabajo.
“Agradecer al jefe técnico Eizmendi, al director nacional Ernesto Reynoso y a Luis Daniel del Risco que siempre me tienen en cuenta para estas preparaciones. Mi trabajo es meritorio y lo reconocen con este llamado. Han sabido valorar mi forma de trabajo. Puedes ser el mejor cargabates del mundo, pero tienes que ser familiar con los que te rodean. Eso vale mucho”.
“Y con esa alegría desbordante Joseíto se retira para ayudar a los peloteros que se preparan rumbo al preolímpico de Arizona. Su vida en el béisbol ha sido bien activa. Ha hecho de su profesión un arte a medio camino entre Camagüey y Matanzas”.
Le debíamos esta entrevista porque el cargabates de los Cocodrilos de Matanzas vivió la final con el corazón partido a la mitad.
¿Cómo comienzas en esta función de cargabates?
“Gracias a Vicente Díaz y José Prado, miembros de aquellos famosos Incapturables de 1976. Eran vecinos míos y me pidieron para que estuviera como cargabates con Camagüey en la serie provincial. Estuve ese año y después Dagoberto Pedroso me llamó para que fuera cargabates con el equipo de Esmeralda. En ese municipio estuve más de veinte años, me quieren como un hijo adoptivo”.
¿Cuándo llegaste a las series nacionales?
“Comencé con Camagüey en 1976 con Carlos Gómez como director. Estuve también bajo las órdenes de Felipe Sarduy, y muchísimos años con Miguel Borroto como director”.
¿Por qué te mudas al equipo de Matanzas?
“Tengo un récord difícil de igualar: fui cargabates con dos equipos diferentes en la misma serie nacional. Hace ocho años estaba con Camagüey con Luis Guevara como director, pero no clasificamos a la segunda fase. Entonces Víctor Mesa me llamó al estadio Cándido González para que estuviera con Matanzas en la segunda parte del campeonato”.
¿Tu relación con Víctor Mesa?
“Le debo mucho al profesor Víctor Mesa. Me fui a Matanzas porque me gusta mucho la pelota y me daba la posibilidad de estar en la segunda ronda. Decidí seguir con otro equipo. Víctor me dijo que no me moviera del estadio que enviaría un carro a recogerme. Cuando llego al hotel Oasis, en Varadero, en la recepción había un cartel que decía ‘Bienvenido al hotel el mejor cargabates de Cuba: Joseíto Ramírez’. Víctor Mesa merece muchos elogios y le hacía falta al béisbol cubano”.
¿Cómo viviste la final Matanzas-Camagüey?
“Algo muy bonito para mí. Me tocó ser campeón con Matanzas y a cabalidad defendí mi puesto. La gente me dice: tú eres campeón doble y les rectifico. Soy campeón con Matanzas. Incluso la familia estaba dividida porque mi hermano es el fisioterapeuta del equipo Camagüey.
“Cuando llegué a la final en Camagüey la gente me gritaba que iban a comer picadillo de cocodrilo, pero terminé comiéndome el de toro. Una cosa bien jocosa como el público se metía conmigo”.
¿Armando Ferrer?
“Me va muy bien con Ferrer porque mi mentalidad es trabajar. Le doy el matiz como cargabates a mi trabajo. Si yo no defiendo mi trabajo, ¿quién lo hace? Por eso me llevo bien con todos los directores”.
¿Este Matanzas que ganó el campeonato?
“Un equipo muy aguerrido. Siempre enfocado en conseguir el objetivo. Nunca dejamos de hacer un pregame. Peloteros muy entregados como el capitán Yasiel Santoya, como Erisbel Arrubarrena, quien siempre arengaba. Yoanny Yera, hablando y arriba de los muchachos. Eduardo Blanco, cuando íbamos para el comodín en Sancti Spíritus, me dijo: ‘José voy a calentar esto. Lo que hace falta es calentarlo’. Y todavía recuerdo esa frase de Eduardo Blanco”.
El puesto de cargabates es bastante subvalorado dentro de un equipo de béisbol
“Aquí en Cuba no se valora este trabajo. Somos los primeros que llegamos al terreno y los últimos en irnos. Los peloteros nuestros son muy olvidadizos. Siempre se les queda algo en el terreno. Cada vez que termina la práctica hago un recorrido para recoger lo que queda”.
¿Cómo es tu relación con otros cargabates del país?
“Maravillosa. Con el Misi (Roberto Jiménez) de Villa Clara, que ya no trabaja, tengo una relación especial. Me llevo muy bien, sobre todo, con los más experimentados como el Nini (Alberto Hernández) de Pinar del Río, con (Pedro Pablo) Pileta, con Pachequito (Enrique Pacheco) de Industriales, con Fernan (Fernando Hechevarría) de Holguín, con (Reniel) Salcedo de Granma a quien cariñosamente decimos ‘La Salsa’. Todos merecen un gran reconocimiento por su labor”.
Estar en la preselección como cargabates es un reconocimiento a tu trabajo.
“Agradecer al jefe técnico Eizmendi, al director nacional Ernesto Reynoso y a Luis Daniel del Risco que siempre me tienen en cuenta para estas preparaciones. Mi trabajo es meritorio y lo reconocen con este llamado. Han sabido valorar mi forma de trabajo. Puedes ser el mejor cargabates del mundo, pero tienes que ser familiar con los que te rodean. Eso vale mucho”.
“Y con esa alegría desbordante Joseíto se retira para ayudar a los peloteros que se preparan rumbo al preolímpico de Arizona. Su vida en el béisbol ha sido bien activa. Ha hecho de su profesión un arte a medio camino entre Camagüey y Matanzas”.