Hace casi dos meses, el 17 de febrero, cuando la serie nacional del béisbol cubano marchaba apenas por su mitad, comenzamos a alertar sobre la muy probable posibilidad de que en la actual edición llegaran a los play off a discutir el campeonato equipos con menos victorias que otros que, pese a tener mejores resultados, serían eliminados como consecuencia del inadecuado sistema clasificatorio puesto en práctica hace ya varios años.
En aquel comentario sobre el tema, argumentábamos lo siguiente:
“Si se juega por el sistema “todos contra todos”, en el cual cada equipo se enfrenta en seis ocasiones a sus ahora 16 rivales; si se lucha en los mismos terrenos, con las mismas pelotas y bates, con el mismo reglamento, ¿no sería lo más justo que clasificaran para la fase final los ocho mejor ubicados, representen al territorio que representen? El más elemental sentido común así lo indica.
“El argumento principal históricamente esgrimido para mantener las dos “zonas” es que ello garantiza que, en la final, se enfrenten un equipo del occidente y uno del oriente.
“Habría que preguntarse si, en aras de la “rivalidad” entre una y otra parte de la nación, (o el “regionalismo”), es válida, y sobre todo justa, esa argumentación.
“Es absurdo que, con la aplicación del sistema todos contra todos, la clasificación para la fase final se determine por zonas y no por el mayor número de juegos ganados por cada conjunto.
“Cuba es una sola, desde el Cabo de San Antonio hasta la Punta de Maisí. Entonces, ¿resulta razonable que se niegue la posibilidad de que, por ejemplo, en alguna ocasión discutan el título nacional del béisbol Pinar del Río y Artemisa, o Matanzas-Cienfuegos, o Santiago de Cuba-Guantánamo, por el solo hecho de que “pertenecen a una misma zona”.
“Lo único realmente justo es que a los “play off” acudan los ocho equipos que mejores resultados obtengan en la fase clasificatoria, y el campeonato sea disputado, en cada Serie Nacional, por los dos equipos que salgan triunfadores de esos “play off”, independientemente de que sean de una u otra parte del país”.
Unas tres semanas después, concluido ya el segundo tercio del torneo, volvíamos sobre el tema al comprobar, asombrados, que los ocho equipos de la zona oriental, incluido hasta el sotanero Camagüey, tenían balance favorable en sus resultados totales contra los de la occidental, evidencia de la mayor fuerza que, como promedio, tienen las selecciones provinciales de esta parte de la Isla.
Esta situación auguraba que, al concluir la etapa clasificatoria, se quedarían fuera del los play off por el título nacional uno o más equipos orientales que terminaran con mejor balance de ganados y perdidos que el cuarto lugar en occidente, que sí se habría “ganado” el derecho a estar en la final.
Hoy, cuando apenas restan como promedio aproximadamente nueve partidos a cada conjunto para finalizar la etapa clasificatoria de la serie, aquellos pronóstico se tornan una lamentable realidad.
Las pruebas de la injusticia son varias, por lo que sólo relacionaremnos algunas de las más evidentes:
- Ya hay tres conjuntos clasificados para la fase final y, los tres, son de occidente, donde evidentemente resulta más fácil clasificar.
- El primer lugar de la zona oriental, Ciego de Ávila, aún no tiene asegurado matemáticamente su pase a la final, aunque acumula 52 victorias y sólo 36 derrotas, mientras, con dos triunfos menos y un revés más que la selección avileña, Cienfuegos ya tiene asegurado su pase a la final en occidente, pese a ubicarse en el tercer puesto en aquella “liga”. Las Tunas, tercero en el este, con igual cantidad de triunfos que los cienfuegueros (50) y un revés menos, aún no tiene segura su clasificación ante el acecho de Granma y Santiago de Cuba, a sólo dos y medio juegos de distancia.
- Precisamente Santiago de Cuba y Granma, que luchan a brazo partido en el oriente en busca del cuarto puesto clasificatorio, tienen tres victorias más y dos derrotas menos que Sancti Spíritus, que será -¿alguien lo duda?- el cuarto clasificado en el oeste.
Evidentemente, sobran otros argumentos para demostrar cuán injusto es el actual sistema clasificatorio de nuestro mayor pasatiempo nacional.
No tememos que se nos tilde de impertinentes reiterativos. Vale la pena si, para las próximas campañas beisboleras, los directivos de este deporte toman conciencia de la necesidad imperiosa de adoptar medidas que eviten en lo adelante las injusticias.
Por Hernán Bosch
En aquel comentario sobre el tema, argumentábamos lo siguiente:
“Si se juega por el sistema “todos contra todos”, en el cual cada equipo se enfrenta en seis ocasiones a sus ahora 16 rivales; si se lucha en los mismos terrenos, con las mismas pelotas y bates, con el mismo reglamento, ¿no sería lo más justo que clasificaran para la fase final los ocho mejor ubicados, representen al territorio que representen? El más elemental sentido común así lo indica.
“El argumento principal históricamente esgrimido para mantener las dos “zonas” es que ello garantiza que, en la final, se enfrenten un equipo del occidente y uno del oriente.
“Habría que preguntarse si, en aras de la “rivalidad” entre una y otra parte de la nación, (o el “regionalismo”), es válida, y sobre todo justa, esa argumentación.
“Es absurdo que, con la aplicación del sistema todos contra todos, la clasificación para la fase final se determine por zonas y no por el mayor número de juegos ganados por cada conjunto.
“Cuba es una sola, desde el Cabo de San Antonio hasta la Punta de Maisí. Entonces, ¿resulta razonable que se niegue la posibilidad de que, por ejemplo, en alguna ocasión discutan el título nacional del béisbol Pinar del Río y Artemisa, o Matanzas-Cienfuegos, o Santiago de Cuba-Guantánamo, por el solo hecho de que “pertenecen a una misma zona”.
“Lo único realmente justo es que a los “play off” acudan los ocho equipos que mejores resultados obtengan en la fase clasificatoria, y el campeonato sea disputado, en cada Serie Nacional, por los dos equipos que salgan triunfadores de esos “play off”, independientemente de que sean de una u otra parte del país”.
Unas tres semanas después, concluido ya el segundo tercio del torneo, volvíamos sobre el tema al comprobar, asombrados, que los ocho equipos de la zona oriental, incluido hasta el sotanero Camagüey, tenían balance favorable en sus resultados totales contra los de la occidental, evidencia de la mayor fuerza que, como promedio, tienen las selecciones provinciales de esta parte de la Isla.
Esta situación auguraba que, al concluir la etapa clasificatoria, se quedarían fuera del los play off por el título nacional uno o más equipos orientales que terminaran con mejor balance de ganados y perdidos que el cuarto lugar en occidente, que sí se habría “ganado” el derecho a estar en la final.
Hoy, cuando apenas restan como promedio aproximadamente nueve partidos a cada conjunto para finalizar la etapa clasificatoria de la serie, aquellos pronóstico se tornan una lamentable realidad.
Las pruebas de la injusticia son varias, por lo que sólo relacionaremnos algunas de las más evidentes:
- Ya hay tres conjuntos clasificados para la fase final y, los tres, son de occidente, donde evidentemente resulta más fácil clasificar.
- El primer lugar de la zona oriental, Ciego de Ávila, aún no tiene asegurado matemáticamente su pase a la final, aunque acumula 52 victorias y sólo 36 derrotas, mientras, con dos triunfos menos y un revés más que la selección avileña, Cienfuegos ya tiene asegurado su pase a la final en occidente, pese a ubicarse en el tercer puesto en aquella “liga”. Las Tunas, tercero en el este, con igual cantidad de triunfos que los cienfuegueros (50) y un revés menos, aún no tiene segura su clasificación ante el acecho de Granma y Santiago de Cuba, a sólo dos y medio juegos de distancia.
- Precisamente Santiago de Cuba y Granma, que luchan a brazo partido en el oriente en busca del cuarto puesto clasificatorio, tienen tres victorias más y dos derrotas menos que Sancti Spíritus, que será -¿alguien lo duda?- el cuarto clasificado en el oeste.
Evidentemente, sobran otros argumentos para demostrar cuán injusto es el actual sistema clasificatorio de nuestro mayor pasatiempo nacional.
No tememos que se nos tilde de impertinentes reiterativos. Vale la pena si, para las próximas campañas beisboleras, los directivos de este deporte toman conciencia de la necesidad imperiosa de adoptar medidas que eviten en lo adelante las injusticias.
Por Hernán Bosch