El problema de las elecciones es que, inevitablemente, miramos más a un lado que a otro, entonces, cuando ya hemos avanzado y las cosas no son como creíamos, pensamos en el otro lado con un poco de reserva y mucho asombro por aquello que en su momento no supimos apreciar.

Creo que esto le ha sucedido a muchos analistas deportivos y aficionados. Con la mirada puesta en dar pronósticos y señalar favoritos han dejado a un lado aquellos elementos que transforman el deporte en un fenómeno social que despierta todo tipo de pasiones y mueve multitudes.

Los comentarios, especializados o no, dan al equipo de Los Cocodrilos de Matanzas como favorito para imponerse al plantel de los Piratas de La Isla de la Juventud en la semifinal occidental de la Liga Cubana de Beisbol.

Ello no es descabellado teniendo en cuenta el desempeño de los pupilos de Víctor Mesa durante todo el torneo regular. Pero el deporte, es más que un pronóstico y ambos equipos lo están demostrando. Lo sucedido durante estos cincos juegos expone que ambos planteles merecen la victoria, aunque esto no guste a los fanáticos.

La mayoría de los vaticinios apuntaron a que el equipo de La Isla de la Juventud se incluiría entre los ocho mejores del torneo. Pero eso era todo. Siquiera los cronistas más avezados o los aficionados más expertos presagiaban la presencia del plantel en las semifinales.

Debe reconocerse que la tarea era difícil. Si bien los Piratas jugaban a un gran nivel, no era lógico pensar que equipos de sobrada historia en esta competición como los Vegueros de Pinar del Río o los Leones de la capital se quedaran fuera de los Play Off.

Pero al final, ni siquiera la lógica aristotélica ha logrado despojarse de la subjetividad. Por tanto siempre hay que dejar una posibilidad a lo que parece imposible.

De manera magistral la Isla quedó entre los cuatro mejores equipos del torneo, y de ahí en adelante la agenda pública y mediática no ha podido desligarse de ese tono desconfiado que abre una brecha a la posibilidad de que, en lo logrado hasta aquí por ese plantel, tiene peso la suerte y casualidad.

Decir que Los Piratas son un equipo aguerrido, luchador, que no se da por vencido nunca, que tiene unas ganas tremendas…..son frases agradables al oído pero un tanto minimalistas.

Todos los conjuntos que intervienen en la Liga tienen esas cualidades, unos más que otros, pero las tienen; porque todos quieren ganar, ofrecer un buen espectáculo y sobre todo, cada uno sueña con levantar el trofeo de campeones.

Los Piratas han obtenido este resultado porque han jugado un béisbol de calidad en los tres renglones de juegos; porque su manager José Luis Rodríguez Pantoja se ha mostrado inteligente en el momento de tomar decisiones; porque su mejor hombre: Michel Enríquez ha asumido el liderazgo que le corresponde; porque Danny Aguilera no necesita participar en un juego de las estrellas para demostrar su sobrada calidad en la lomita de lanzar; porque cuentan con el mejor cerrador de la pelota cubana: Héctor Mendoza y porque al final estos son solo algunos nombres.

En los deportes colectivos hay líder, jugadores claves en momentos decisivos, pero todos son protagonistas y este conjunto luce en el terreno como una gran familia

Parece contradictorio, pero a veces no ser favorito es algo bueno porque la gente valora más las victorias. Cuando el favorito gana, la alegría de sus parciales es inmensa, pero nada más, a fin de cuentas no está haciendo nada extraordinario sino lo que debía hacer.

En correspondencia con este criterio lo hecho por Matanzas durante toda la etapa clasificatoria no tiene nada de extraordinario. Ser el equipo con más victorias y mantener un altor nivel en los tres renglones de juego: bateo, pitcheo y defensa era lo que debía hacer y una vez más, lo hizo.

Víctor Mesa dirigió una muy buena preparación, la cual garantizó que los jugadores de la banca suplieran con mucho oficio las ausencias de los titulares.

El jardinero Yadiel Hernández y el inicialista Yasiel Santoya se mantuvieron entre los líderes ofensivos durante toda la primera etapa fungiendo como bujías dentro del plantel. Yonder Martínez y Yoanny Yera desde el montículo tuvieron destacadas actuaciones y como es tradicional en este conjunto todos han tenido su momento de juego.

Desde la cima Matanzas se vio una vez más entre los cuatro grandes de la pelota cubana. Hoy, está a punto de quedar en un destacado tercer lugar, no porque haya jugado mal, sino porque su rival lo ha hecho mejor.

En vísperas del sexto juego, y posiblemente el final si los piratas consiguen la victoria, muchos continúan con la mirada hacia el otro lado. Entre el análisis de las incontables variables descuidan lo esencial. Lo escenificado en el terreno por ambos conjuntos le resta importancia al ganador, que será quien mejor juegue.

Particularmente estoy satisfecha porque he disfrutado de tres juegos de calidad, donde cada mentor-creo que adecuadamente-ha movido sus cartas, trazado sus estrategias; donde cada equipo ha luchado, ha sufrido y sobre todo ha sentido cada momento de juego.

Aunque los errores han sido frecuentes y costosos, sobre todo para los Cocodrilos, no empañan un espectáculo que nadie quiso presagiar. Quizás era más fácil señalar un posible ganador que vaticinar una serie de Play Off, donde se impusiera el buen juego sobre las sombras que han empañado la competición en los últimos tiempos.