Utilizados en el béisbol desde tiempos inmemoriales, en fecha tan remota como el 10 de septiembre de 1889, cuando el lanzador Mickey Welch fue sacado a batear por un regular (Hank O'Day) del equipo de los Gigantes de Nueva York, los emergentes no tienen el protagonismo de las grandes estrellas de un plantel, sin embargo, su papel es bien importante dentro del juego.
Por lo general, son minimizados, sin recordar que muchos han decidido juegos y hasta campeonatos, con el añadido de que su función es una de las más complicadas, por las altas dosis de concentración y flema que se deben tener al salir al plato con la responsabilidad de conectar a la hora buena.
En los registros históricos, nadie olvida el espectacular vuelacercas como emergente de Antonio Pacheco con las bases llenas sobre una recta de Pedro Luis Lazo, para darle a Santiago de Cuba el título en una final ante Pinar del Río. Pacheco estaba sentado en el banco debido a una sacrolumbalgia y, aun así, fue capaz de botarle la pelota al estelar Lazo.
Otro jonrón inolvidable conectado por un emergente fue el del japonés Kosuke Fukudome en el partido de semifinales entre nipones y sudcoreanos correspondiente al Primer Clásico Mundial. Fukudome salió del dugout a enfrentar a un lanzador con inmensos recursos como Byung-Hyun Kim y, con su batazo, cambió la historia del juego, en lo que sin duda fue la mejor movida del mentor Sadaru Oh en el torneo.
Importantes y utilísimos, así pueden ser catalogados los peloteros que van al plato fríos a enfrentar a un serpentinero, casi siempre dominante, para tratar de emparejar o poner delante al equipo, lo que supone mucha presión sobre sus hombros.
¿Se utiliza bien en nuestra Serie?
No todos los hombres poseen características para batear de emergentes, necesitan un temperamento ecuánime, pues por regla general su función está presionada por el ambiente en el estadio y la situación del desafío. Estudiar al serpentinero rival antes de llegar al plato es obligatorio: imposible tener éxito si no sabe cuál es su mejor lanzamiento, si abre o no con strike, cuál es su rompimiento más utilizado.
Durante la primera etapa de la 53 Serie Nacional, en una gran cantidad de casos se evidencia la mala utilización del emergente. Por ejemplo, Cienfuegos empleó a 17 jugadores en ese rol y el resultado no pudo ser peor: siete jits en 57 turnos, para un escuálido 123 de promedio. Solo los suplentes de los conjuntos Artemisa y Villa Clara promediaron 300 o más, mientras la Isla fue el que menos cantidad utilizó (nueve), aunque en la actual segunda ronda ya va por ocho, con destaque para Jorge Alberto Tartabull, con par de inatrapables en dos turnos.
En total, durante la 53 Serie se utilizaron 220 emergentes, casi 14 por seleccionado, quienes promediaron 222, por debajo de la media del torneo. Llama la atención la cifra de 36 novatos, un contrasentido, porque se supone que el emergente debe acumular cierta experiencia.
Entre todos, sobresalió el matancero Yoandi Garlobo (¿recuerdan su jit en el Clásico que le ganó el puesto de designado regular del equipo?) quien conectó seis imparables en 15 turnos oficiales al bate, para average de 400. Y, no por causalidad, los suplentes utilizados por los ocho clasificados para la segunda fase compilaron por encima de 250, como muestra la tabla.
De cara a los duelos que se avecinan en la ronda decisiva, algunos conjuntos que han comenzado por debajo de sus posibilidades madero en ristre, como Industriales, Santiago de Cuba y los propios pineros, tendrán que plantearse seriamente el trabajo con sus emergentes.
Por lo general, son minimizados, sin recordar que muchos han decidido juegos y hasta campeonatos, con el añadido de que su función es una de las más complicadas, por las altas dosis de concentración y flema que se deben tener al salir al plato con la responsabilidad de conectar a la hora buena.
En los registros históricos, nadie olvida el espectacular vuelacercas como emergente de Antonio Pacheco con las bases llenas sobre una recta de Pedro Luis Lazo, para darle a Santiago de Cuba el título en una final ante Pinar del Río. Pacheco estaba sentado en el banco debido a una sacrolumbalgia y, aun así, fue capaz de botarle la pelota al estelar Lazo.
Otro jonrón inolvidable conectado por un emergente fue el del japonés Kosuke Fukudome en el partido de semifinales entre nipones y sudcoreanos correspondiente al Primer Clásico Mundial. Fukudome salió del dugout a enfrentar a un lanzador con inmensos recursos como Byung-Hyun Kim y, con su batazo, cambió la historia del juego, en lo que sin duda fue la mejor movida del mentor Sadaru Oh en el torneo.
Importantes y utilísimos, así pueden ser catalogados los peloteros que van al plato fríos a enfrentar a un serpentinero, casi siempre dominante, para tratar de emparejar o poner delante al equipo, lo que supone mucha presión sobre sus hombros.
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No todos los hombres poseen características para batear de emergentes, necesitan un temperamento ecuánime, pues por regla general su función está presionada por el ambiente en el estadio y la situación del desafío. Estudiar al serpentinero rival antes de llegar al plato es obligatorio: imposible tener éxito si no sabe cuál es su mejor lanzamiento, si abre o no con strike, cuál es su rompimiento más utilizado.
Durante la primera etapa de la 53 Serie Nacional, en una gran cantidad de casos se evidencia la mala utilización del emergente. Por ejemplo, Cienfuegos empleó a 17 jugadores en ese rol y el resultado no pudo ser peor: siete jits en 57 turnos, para un escuálido 123 de promedio. Solo los suplentes de los conjuntos Artemisa y Villa Clara promediaron 300 o más, mientras la Isla fue el que menos cantidad utilizó (nueve), aunque en la actual segunda ronda ya va por ocho, con destaque para Jorge Alberto Tartabull, con par de inatrapables en dos turnos.
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