Luego de referir los brillantes resultados de Osmani Urrutia a su paso por nuestras series nacionales de béisbol es preciso señalar que debutó con el equipo Cuba en la Copa del Mundo del 2001 en China Taipei, donde en su poca participación rindió poco, por lo que fue desestimado en el 2002, para regresar a las filas de la escuadra tricolor en el 2003.

La nueva oportunidad fue bien aprovechada por Osmani, quien se convirtió en puntal de la escuadra cubana, no solo a la ofensiva, sino por su alto rendimiento integral, al extremo de que, a partir de ese momento sobresalió hasta el Mundial de 2007, precisamente en Taipei.

Calificado en la prensa extranjera como El out imposible de la pelota cubana, contribuyó de manera notable a los triunfos en los Panamericanos de Dominicana-2003 y Río de Janeiro-2007, los Juegos Centroamericanos de Cartagena, Colombia-2006, la Copa Mundial de Holanda-2005 y los Juegos Olímpicos de Atenas, Grecia-2004.

Inolvidable es su actuación en el Primer Clásico Mundial-2006. Recuerdo su respuesta a una pregunta de la colega Julia Osendi acerca de la calidad de los lanzadores que se enfrentarían por vez primera: “Bueno, Julita, si no tiran la pelota por debajo de la tierra, nosotros les vamos a batear”.

Fue Osmani uno de los más destacados jugadores a la ofensiva y fresca está en la memoria de los cubanos, su jit decisivo impulsador de dos carreras que aseguraron el triunfo frente a Dominicana en semifinales y el pase a la discusión del título con la selección japonesa, ante la cual disparó par de cohetes en aquella histórica jornada del “Petco Park”, de la ciudad californiana de San Diego.

Pero este hombre humilde, ejemplo dentro y fuera del terreno, no solo paseo por los diamantes del mundo su extraordinaria calidad de atleta, sino su estirpe patriótica, su firmeza de principios, su digna posición al lado del pueblo que lo quiere y lo respeta, la fidelidad a una Revolución que liberó a un país que luchó por más de un siglo para alcanzar la independencia.

Armado de esa actitud que lo dignifica, Osmani Urrutia enfrentó a los mercaderes del béisbol rentado y les hizo tragar sus ofertas millonarias con las que intentaron convertirlo en traidor de un pueblo junto al cual lucha por un futuro mejor.

Retirado del béisbol activo ante una extraordinaria concurrencia que desbordó el estadio Julio Antonio Mella y sus alrededores, Osmani Urrutia recordará siempre tamaña demostración de cariño y respeto.

Yo, que tengo el honor de contarme entre sus amigos; no puedo precisar el momento exacto en que lo bauticé como El Señor de los 400; pero me congratulo ante tal iniciativa, porque no pude encontrar mejor calificativo para quien es capaz de protagonizar hechos extraordinarios y acogerlos como si fueran sencillas acciones cotidianas.

Osmani Urrutia Ramírez es un cubano de pura cepa. Y tiene un corazón que no le cabe en el pecho.

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