Claro que el béisbol se parece a la vida, por eso hay que cuidarlo, y dentro de un juego, por demás en las postrimerías, cada pelotero tiene que saber lo que significa, si no está siempre al borde del suicidio, y muere irremediablemente.
Así le pasó ayer en la noche a Ariel Borrero, y la tropa naranja encajó su segundo revés en la edición 56 de la Serie del Caribe, poniéndose literalmente contra la pared en sus aspiraciones de llegar a la ronda de cuatro finalistas.
Lo que ocurrió en el octavo episodio perdiendo 6-5 y con un out, no le puede ocurrir a un corredor que está en tercera, pues tiene la jugada y al receptor de frente. Solo sin saber lo que representa, sin tener conciencia, se comete el suicidio de lanzarse hacia home con el empate en sus piernas.
Anoche se vio a un equipo mucho más parecido a su clase, capaz de codearse con el mejor de los concursantes como Navegantes del Magallanes, con una historia que hace pesar su camiseta, y además, en calidad de anfitrión.
Supo Villa Clara venir de abajo, armarse de otro buen relevo de Yosvani Pérez, quien detuvo el ímpetu del adversario, que permitió que sus compañeros se acercaran en el marcador; robó bases con Yulieski inmenso a la ofensiva, y en el corrido; tocó bola; bateó por detrás del corredor y así comenzó a fabricar carreras
Pero tras Yosvani, los relevos fueron igual de ineficientes que el segmento abridor, además de que el contrario subió con la jugada de home en el octavo, pues vino el clásico si no la haces te la hacen.
Clave del éxito venezolano, la jugada a la defensa en tercera base sobre la línea que empataba el juego; la de la derrota cubana, dos: una, el pitcheo abridor vuelve a fallar y el corrido de Borrero en el octavo.
Ahora, tras el revés 8-5, los cubanos están obligados a vencer hoy a República Dominicana y mañana a Puerto Rico para seguir soñando con la final. En cambio, México es ya el primer clasificado a esa instancia.
Antes de iniciarse el partido, un recorrido por el Caribe a bordo de esa música que también nos une, desde la ranchera, pasando por el merengue, la salsa y el son, se escuchó en el estadio Nueva Esparta, gracias a la voz de Oscar de León, quien aprovechó la circunstancia para dejar al final el Punto Cubano y Alma Llanera, dos iconos del pentagrama de los países que se medían en el terreno de juego.
Así le pasó ayer en la noche a Ariel Borrero, y la tropa naranja encajó su segundo revés en la edición 56 de la Serie del Caribe, poniéndose literalmente contra la pared en sus aspiraciones de llegar a la ronda de cuatro finalistas.
Lo que ocurrió en el octavo episodio perdiendo 6-5 y con un out, no le puede ocurrir a un corredor que está en tercera, pues tiene la jugada y al receptor de frente. Solo sin saber lo que representa, sin tener conciencia, se comete el suicidio de lanzarse hacia home con el empate en sus piernas.
Anoche se vio a un equipo mucho más parecido a su clase, capaz de codearse con el mejor de los concursantes como Navegantes del Magallanes, con una historia que hace pesar su camiseta, y además, en calidad de anfitrión.
Supo Villa Clara venir de abajo, armarse de otro buen relevo de Yosvani Pérez, quien detuvo el ímpetu del adversario, que permitió que sus compañeros se acercaran en el marcador; robó bases con Yulieski inmenso a la ofensiva, y en el corrido; tocó bola; bateó por detrás del corredor y así comenzó a fabricar carreras
Pero tras Yosvani, los relevos fueron igual de ineficientes que el segmento abridor, además de que el contrario subió con la jugada de home en el octavo, pues vino el clásico si no la haces te la hacen.
Clave del éxito venezolano, la jugada a la defensa en tercera base sobre la línea que empataba el juego; la de la derrota cubana, dos: una, el pitcheo abridor vuelve a fallar y el corrido de Borrero en el octavo.
Ahora, tras el revés 8-5, los cubanos están obligados a vencer hoy a República Dominicana y mañana a Puerto Rico para seguir soñando con la final. En cambio, México es ya el primer clasificado a esa instancia.
Antes de iniciarse el partido, un recorrido por el Caribe a bordo de esa música que también nos une, desde la ranchera, pasando por el merengue, la salsa y el son, se escuchó en el estadio Nueva Esparta, gracias a la voz de Oscar de León, quien aprovechó la circunstancia para dejar al final el Punto Cubano y Alma Llanera, dos iconos del pentagrama de los países que se medían en el terreno de juego.