Los Medias Blancas de Chicago no son un equipo competitivo en el ámbito de las Grandes Ligas de hoy. En 2005 ganaron su tercera Serie Mundial –en su nómina figuraban los pitchers cubanos José Ariel Contreras y Orlando Hernández-, pero de entonces a la fecha hicieron aguas en sucesivas ocasiones, hasta el desastre clamoroso de la campaña previa.

Lo de 2013 fue un naufragio en toda regla. La tropa estuvo al borde de llegar a la centena de derrotas (63 éxitos-99 fracasos), cosecha que solo no resultó inferior a las de las novenas más débiles de la MLB, Astros de Houston (51-111) y Marlins de Miami (62-100).

Para colmo de males, el ChiSox fue, junto a Miami, el único plantel que no alcanzó las 600 carreras anotadas, y su espantoso resultado en la carretera (26-55) dejó un manto de dudas sobre las posibilidades de dignificar el rendimiento en esta temporada.

Sin embargo, la tropa ha comenzado aceptablemente el año, al punto que una vez cumplidos los primeros 26 juegos había ganado la mitad y se ubicaba a solo 1.5 rayitas de la cumbre en la División Central de la Liga Americana, ocupada por los favoritos Tigres de Detroit. Y algo muy alentador: había pisado el home plate en 143 oportunidades, más que ningún otro plantel.

El peso decisivo en esa remontada lo han cargado (chovinismo aparte) los cubanos. Tres hombres que ahora mismo aparecen entre los más destacados del Big Show dados sus performances ofensivos en lo que va de campeonato.

Dayán Viciedo es uno. Hasta la tarde del lunes, el outfielder comandaba a los bateadores de la Americana con promedio de .367, además de exhibir magníficos guarismos en OBP (.420) y slugging (.544). Otro caso es el de Alexei Ramírez, que esta vez no ha arrancado con su habitual tibieza y combinaba average de .350 con slugging de .524 y 18 carreras impulsadas. El trío lo completa José Dariel Abreu, que está sentando cartas credenciales en su campaña de estreno y marchaba de líder en jonrones (10) y empujadas (31), en ambos casos con records para novatos en el primer mes de competencia.

Sin el aporte desenfrenado de Viciedo, Ramírez y Abreu –la conexión cubana del Chicago White Sox-, sería ilusorio pensar que el conjunto que dirige Robin Ventura se encontrara próximo a la cima de la llave, con todo y que la serie todavía es joven. El villaclareño lucha por cuajar definitivamente en el mejor béisbol del mundo, al tiempo que el de Pinar se ratifica como uno de los torpederos más efectivos del juego y el cienfueguero lucha desde el centro del line up por responder a las expectativas generadas.

De momento, todos viven un período muy dulce con el madero en ristre. La temporada avanzará, y podrían empezar a sentirse pesados los bates, aflorar las dolencias musculares, descender la curva deportiva o aumentar la vulnerabilidad al pitcheo adversario. Es más: sería ingenuo esperar que Viciedo se mantenga al frente de los toleteros, que Ramírez conserve un promedio superior a .320 o que Abreu no pierda su formidable paso de cuadrangulares.

Pero si hay una cosa que no admite discusión es que en estos compases del largo campeonato de las Grandes Ligas, los cubanos se están encargando de elevar a los Medias Blancas sobre el muro de sus reales (y menguadas) posibilidades beisboleras.