Como se esperaba, Cuba y Japón avanzaron a las semifinales en el Campeonato Mundial universitario de béisbol, con sede en varias ciudades niponas. Este miércoles, los criollos apalearon 14-0 a Sri Lanka y sortearon el trámite de la «muerte súbita».

Sin embargo, llamó la atención que no cristalizó el supernocaut en cinco entradas y hubo que jugar siete. Además, ningún bateador cubano pudo llevarse las cercas.

Claro, tampoco se ponchó nadie y la artillería cubana pegó 18 hits. Entre ellos hubo cuatro dobles —de Cerce, Borroto, Despaigne y Lunar—, así como un triple de Frank Camilo. Mientras, el guantanamero Dalier Hinojosa tiró juego perfecto desde la colina, con 16 ponches.

Por supuesto que se trata de una joya de pitcheo, con independencia del rival. Quienes tienen buena memoria recordarán ahora aquel juego perfecto de Lázaro Valle frente a Corea del Sur en la Copa Intercontinental de Puerto Rico, en 1989. Entonces Cuba venció 11-0 en ocho entradas.

Pero les traigo una curiosidad, gracias al archivo prodigioso de nuestro estadístico Benigno Daquinta. Quizá el primer juego perfecto de Cuba en eventos internacionales fue lanzado por el cienfueguero Héctor Olivera, frente a Honduras, en el Mundial juvenil de Maracaibo, Venezuela, en 1970.

Ese partido sí duró las nueve entradas, porque entonces no había nocaut, y Cuba ganó 18-0. Así, Olivera presentó credenciales antes de convertirse en el gran bateador que fue después. Sin dudas, su destino era ser un pelotero estelar, de una forma u otra.

La anécdota viene bien para sazonar este comentario, porque el Mundial universitario sigue completamente desabrido. Veremos si en las semifinales se dan juegos más entretenidos, aunque Cuba ya le ganó 18-0 a su rival de turno, Corea del Sur, en la fase preliminar.

El otro contendiente por el cetro saldrá del duelo entre Estados Unidos y Japón. Los nipones noquearon este miércoles a Taipei de China (13-0), pero no deben ganarle a Estados Unidos.

Si se cumplen los pronósticos, cubanos y norteños discutirán el oro en la final sabatina, que sería un duelo de invictos. Ojalá, para calentar el fin de semana.