En un emotivo partido, de esos que llaman "no apto para cardíacos", los Cocodrilos de Matanzas perdieron frente a los Vegueros de Pinar del Río, la oportunidad de convertirse, por primera vez con ese nombre, en campeones de una Serie Nacional de Béisbol. Su manager, Víctor Mesa, pareciera quizás, estar condenado a no ganar el título más ansiado por los atletas y público cubanos.
Un choque, en el cual se definía más de un año de duro esfuerzo, entrenamiento, y pasiones. Una oportunidad para regalarle a esta provincia una de las mayores alegrías para un cubano, aquí y allá, dónde se encuentren...saberse primeros en la pelota nuestra es algo que emociona, mucho más allá de otras cuestiones.
Pero el béisbol es un deporte de alta frecuencia, de imposibles predicciones. Uno nunca sabrá cuál será el desenlace de un enfrentamiento hasta que no se cante el out definitivo...así ocurrió la noche de este miércoles, mientras miles de matanceros ciframos nuestras esperanzas en Ariel Sánchez, y permanecimos como piedras abrazados a la imagen del telerreceptor, o mudos en el estadio, no obstante la visible alegría de los pinareños, hasta el doloroso último swing fallido.
Y es que el juego de marras fue de esos que te llenan de fe, de confianza. No desde el inicio, por supuesto, ya que quienes vimos a Joel Suáez permitir una base por bolas y un durísimo triple de David Castillo al right center, encomendamos nuestras esperanzas al Dios de la Pelota y nos aferramos a esas épicas remontadas que luego cuentan los cronistas deportivos. No obstante, el refuezo tunero Yoelkis Cruz, nos devolvió la calma al retirar, sin más contratiempos, y una carrera por debajo, la entrada inicial.
Después comenzó a forjarse la leyenda. Moreira y Ariel entraron como trombas sobre el más valioso del finiquitado torneo, el diestro Yosvani Torres, y un costoso error de Luis Alberto Valdés, ponía en ventaja a los rojos...Duque, con hit, ampliaría la ventaja a 3x1, mientras Cruz caminaba, seguro, el segundo y tercer innings, retirando 13 bateadores consecutivamente y recetando tres ponches a la tanda pativerde.
Pero, como la vida, asi mismo es de enrevesado este deporte. Cruz flaqueó, la energía o las ganas, o la pujanza le abandonaron en el momento clave, y tras dos hits de Peraza y Quintana, y un deadball a Madera, el almirante de la nave roja, trajo al montículo a su más seguro cerrajero, Félix Fuentes, quién en el más desdichado lanzamiento de su vida, le sirvió en bandeja a Luis Alberto Valdés la oportunidad de convertirse en héroe para los más occidentales de Cuba: un grand slam, un batacazo, un sonoro jonrón que enmudeció las gradas escarlatas del Victoria de Girón, mientras que convertía en manicomio la banda de primera base...el juego mnarchaba de golpe y porrazo 6x3.
Tras ese cubo de agua fría, ni Yoanni Yera, ni la excelente actuación del otro refuerzo tunero, Carlos Juan Viera (3 innings retirados, tres ponches propinados y un hit permitido en jonrón de Lorenzo Quintana), pudieron someter el ímpetu ganador de los tabaqueros.
Tampoco pudo hacer mucho el cuatriesquinazo de Eriel Sánchez en la sexta entrada con Yadiel en circulación, que acercó el marcador, insufló energía a los parciales...pero hasta ahí. Costosos ponches de Santoya -en sustitución de Víctor Víctor-, de José Miguel y Lázaro Herrera fueron claves, así como la pobre actuación ofensiva de Yadiel Hernández, quién elevó tres veces y recibió gratis una base.
Pero, más allá de análisis estrechamente deportivos, este equipo de muchachos, esa generación de peloteros y su equipo de dirección, encabezado por el polémico e irreverente Víctor Mesa, merece todo el respeto de la afición y de los amantes del béisbol. Si bien no alcanzaron el objetivo primario de la frase ¡Vamos por más! -entiéndase el campeonato- consolidaron al conjunto entre los más potentes de la contienda, y mantienen el podio alcanzado en la anterior campaña. Pues si bien no hubo avance, no existió retroceso.
Para los fanáticos matanceros, y el que no lo sienta así, por favor, no continúe leyendo, más allá de chanchullos periódisticos durante toda la 53 SNB, demostrado en un tratamiento mediático subliminalmente adverso y provocativo, arengas negativas de todo tipo y ataques personales contra su máxima figura y algún que otro destacado atleta, saberse allí, entre las nubes de la cumbre resulta gratificante.
Y ahora la decepción por la derrota no puede amedrentar las esperanzas, ni negar toda la alegría vivida en estos meses. Jornada tras jornada, de victorias y derrotas. De malas decisiones y acertadas jugadas. El camino hacia la gloria se construye con trabajo duro, energía y también por qué no, con suficiente madurez y entereza, esa que te da los nervios de acero, como Pinar y Urquiola, para saber ganar en Play Off...Ya vendrá la 54 Serie Nacional, y con ella unos nuevos Cocodrilos, quizás tal vez con las ganas más acentuadas para levantar el trofeo.
Un choque, en el cual se definía más de un año de duro esfuerzo, entrenamiento, y pasiones. Una oportunidad para regalarle a esta provincia una de las mayores alegrías para un cubano, aquí y allá, dónde se encuentren...saberse primeros en la pelota nuestra es algo que emociona, mucho más allá de otras cuestiones.
Pero el béisbol es un deporte de alta frecuencia, de imposibles predicciones. Uno nunca sabrá cuál será el desenlace de un enfrentamiento hasta que no se cante el out definitivo...así ocurrió la noche de este miércoles, mientras miles de matanceros ciframos nuestras esperanzas en Ariel Sánchez, y permanecimos como piedras abrazados a la imagen del telerreceptor, o mudos en el estadio, no obstante la visible alegría de los pinareños, hasta el doloroso último swing fallido.
Y es que el juego de marras fue de esos que te llenan de fe, de confianza. No desde el inicio, por supuesto, ya que quienes vimos a Joel Suáez permitir una base por bolas y un durísimo triple de David Castillo al right center, encomendamos nuestras esperanzas al Dios de la Pelota y nos aferramos a esas épicas remontadas que luego cuentan los cronistas deportivos. No obstante, el refuezo tunero Yoelkis Cruz, nos devolvió la calma al retirar, sin más contratiempos, y una carrera por debajo, la entrada inicial.
Después comenzó a forjarse la leyenda. Moreira y Ariel entraron como trombas sobre el más valioso del finiquitado torneo, el diestro Yosvani Torres, y un costoso error de Luis Alberto Valdés, ponía en ventaja a los rojos...Duque, con hit, ampliaría la ventaja a 3x1, mientras Cruz caminaba, seguro, el segundo y tercer innings, retirando 13 bateadores consecutivamente y recetando tres ponches a la tanda pativerde.
Pero, como la vida, asi mismo es de enrevesado este deporte. Cruz flaqueó, la energía o las ganas, o la pujanza le abandonaron en el momento clave, y tras dos hits de Peraza y Quintana, y un deadball a Madera, el almirante de la nave roja, trajo al montículo a su más seguro cerrajero, Félix Fuentes, quién en el más desdichado lanzamiento de su vida, le sirvió en bandeja a Luis Alberto Valdés la oportunidad de convertirse en héroe para los más occidentales de Cuba: un grand slam, un batacazo, un sonoro jonrón que enmudeció las gradas escarlatas del Victoria de Girón, mientras que convertía en manicomio la banda de primera base...el juego mnarchaba de golpe y porrazo 6x3.
Tras ese cubo de agua fría, ni Yoanni Yera, ni la excelente actuación del otro refuerzo tunero, Carlos Juan Viera (3 innings retirados, tres ponches propinados y un hit permitido en jonrón de Lorenzo Quintana), pudieron someter el ímpetu ganador de los tabaqueros.
Tampoco pudo hacer mucho el cuatriesquinazo de Eriel Sánchez en la sexta entrada con Yadiel en circulación, que acercó el marcador, insufló energía a los parciales...pero hasta ahí. Costosos ponches de Santoya -en sustitución de Víctor Víctor-, de José Miguel y Lázaro Herrera fueron claves, así como la pobre actuación ofensiva de Yadiel Hernández, quién elevó tres veces y recibió gratis una base.
Pero, más allá de análisis estrechamente deportivos, este equipo de muchachos, esa generación de peloteros y su equipo de dirección, encabezado por el polémico e irreverente Víctor Mesa, merece todo el respeto de la afición y de los amantes del béisbol. Si bien no alcanzaron el objetivo primario de la frase ¡Vamos por más! -entiéndase el campeonato- consolidaron al conjunto entre los más potentes de la contienda, y mantienen el podio alcanzado en la anterior campaña. Pues si bien no hubo avance, no existió retroceso.
Para los fanáticos matanceros, y el que no lo sienta así, por favor, no continúe leyendo, más allá de chanchullos periódisticos durante toda la 53 SNB, demostrado en un tratamiento mediático subliminalmente adverso y provocativo, arengas negativas de todo tipo y ataques personales contra su máxima figura y algún que otro destacado atleta, saberse allí, entre las nubes de la cumbre resulta gratificante.
Y ahora la decepción por la derrota no puede amedrentar las esperanzas, ni negar toda la alegría vivida en estos meses. Jornada tras jornada, de victorias y derrotas. De malas decisiones y acertadas jugadas. El camino hacia la gloria se construye con trabajo duro, energía y también por qué no, con suficiente madurez y entereza, esa que te da los nervios de acero, como Pinar y Urquiola, para saber ganar en Play Off...Ya vendrá la 54 Serie Nacional, y con ella unos nuevos Cocodrilos, quizás tal vez con las ganas más acentuadas para levantar el trofeo.