El receptor de los Leones de la capital, Frank Camilo Morejón, viene ‘tejiendo’ su temporada más lucrativa con el madero, donde proyecta terminar encima de .300 de promedio por primera ocasión en su décimo segunda temporada detrás del home plate.
Luego de una leve lesión en su cuello, el enmascarado azul regresó al orden ofensivo de Industriales, y lo hizo por la puerta grande con un bambinazo –entre sus tres jits- ante Granma, el primero en su carrera para dejar rival en el terreno del parque Latinoamericano.
El vuelacercas trascendió como su segundo bateado en una novena entrada y el quinto en una serie, lo cual pasa a ser su nuevo record personal, superando sus cuatro en las 45 y 54 Series Nacionales.
Muchos se preguntan cuál ha sido el cambio que le ha permitido, luego de 66 juegos, marchar con promedio de .304 (66 hits en 212), porcentaje de embasado de .382 y 16 extra bases; además de varias marcas implantadas en el orden personal.
La clave principal radica en la confianza que le ha dado el manager Javier Méndez, quien desde el inicio le confió las riendas de todo el trabajo detrás de home.
“Frank es un chico trabajador y exigente con sí mismo. Sé lo feliz que está por esta campaña porque sé cuánto le gusta batear. Aunque también, él adora estar recibiendo detrás del plato, y recuerdo desde los juveniles que ya se hablaba mucho sobre su futuro”. Comentó Javier.
Nadie mejor que el tiempo consiguió hacerle comprender muchas cosas del bateo. Su manera de expresarse con el madero en mano esta temporada, si la revisamos bien, podemos entender que él se ha despejado las viejas tendencias que solían detener hasta sus mejores rachas ofensivas.
Muchos bateadores en un momento determinado dejan prolongar errores, pensando que en su estrategia mental y táctica no se van a registrar. Pues sí, muchas veces en la mente se quedan algunas malas tendencias que son las que llevan a los jugadores al slum (ofensivo)”.
El magistral bateador Tony Gwim, ocho veces campeón de bateo en la liga nacional en las mayores, decía que un bateador se hace bueno cuando realiza en el cajón de bateo las ‘cosas pequeñas’..
“Quedarte un rato más tomando práctica de bateo. Recurrir a los entrenadores en caso de slum, fallos o simplemente para chequear”. Afirmaba Gwim
Para Gwim, la repetición fue la vía que lo condujo a los mejores resultados”.
Ahí radica el mejoramiento en la producción de Frank Camilo.
Con un poco más de paciencia y no la ansiedad de antaño, quizás ya aplicando con mayor veracidad su conocimiento de la zona de strike, ha podido hacer ajustes que le han dado un giro a su rendimiento.
Elevó a un 57% sus conexiones de línea hacia el jardín izquierdo y central, convirtiendo el 12% de los elevados para out que promedio en el pasado certamen, en batazos que hicieron mejorar su promedio.
Ahora él desecha la mayor cantidad de envíos malos en la zona de afuera, privilegio de su ojo de bateo que ha hecho posible que cuando le lancen por dentro, él esté sentado esperando y escogiendo sin agitación.
Esa ha sido una clave más de las que han cambiado la temporada del cátcher azul.
Un swing trabajando más para contacto, obviando con más frialdad hacerle swing al primer pitcheo, mejor selección — ¡paciencia, paciencia! —, e intentando no halar los envíos que normalmente le lanzan en la zona vertical por fuera, ha conllevado a resultados que lo convierten en un bateador más completo.
Tanto así, que este año su perfil cambió, y se ha mostrado como una pieza mucho más respetada en el home.
Suma ya 45 carreras producidas en 66 desafíos, y cerró el mes de Diciembre bateando para .380 (19 hits en 50 turnos al bate) con nueve empujadas en 13 juegos.
En la tanda de los Leones, que lidera la ofensiva en la 55 Serie Nacional de Béisbol con un average de .319, Frank Camilo promedia .311 en el octavo turno —casi siempre—, y acumula 30 remolcadas y 7 de ellas para empatar o definir compromisos.
Aún queda un camino largo para el receptor del municipio del Cerro, quien debutó con Metropolitanos en la 44 Serie Nacional, dirigido por Juan Padilla.
Desde su inicio sorprendió por su preciado y poderoso brazo, y su modo de asumir la tarea de dirigir el pitcheo.
Al año siguiente, Rey Vicente Anglada lo llamó a vestirse de azul, con Industriales, en un viaje largo donde él ha tenido que lidiar con altas y bajas, y que ahora disfruta recogiendo frutos con el trayecto de su swing.
Luego de una leve lesión en su cuello, el enmascarado azul regresó al orden ofensivo de Industriales, y lo hizo por la puerta grande con un bambinazo –entre sus tres jits- ante Granma, el primero en su carrera para dejar rival en el terreno del parque Latinoamericano.
El vuelacercas trascendió como su segundo bateado en una novena entrada y el quinto en una serie, lo cual pasa a ser su nuevo record personal, superando sus cuatro en las 45 y 54 Series Nacionales.
Muchos se preguntan cuál ha sido el cambio que le ha permitido, luego de 66 juegos, marchar con promedio de .304 (66 hits en 212), porcentaje de embasado de .382 y 16 extra bases; además de varias marcas implantadas en el orden personal.
La clave principal radica en la confianza que le ha dado el manager Javier Méndez, quien desde el inicio le confió las riendas de todo el trabajo detrás de home.
“Frank es un chico trabajador y exigente con sí mismo. Sé lo feliz que está por esta campaña porque sé cuánto le gusta batear. Aunque también, él adora estar recibiendo detrás del plato, y recuerdo desde los juveniles que ya se hablaba mucho sobre su futuro”. Comentó Javier.
Nadie mejor que el tiempo consiguió hacerle comprender muchas cosas del bateo. Su manera de expresarse con el madero en mano esta temporada, si la revisamos bien, podemos entender que él se ha despejado las viejas tendencias que solían detener hasta sus mejores rachas ofensivas.
Muchos bateadores en un momento determinado dejan prolongar errores, pensando que en su estrategia mental y táctica no se van a registrar. Pues sí, muchas veces en la mente se quedan algunas malas tendencias que son las que llevan a los jugadores al slum (ofensivo)”.
El magistral bateador Tony Gwim, ocho veces campeón de bateo en la liga nacional en las mayores, decía que un bateador se hace bueno cuando realiza en el cajón de bateo las ‘cosas pequeñas’..
“Quedarte un rato más tomando práctica de bateo. Recurrir a los entrenadores en caso de slum, fallos o simplemente para chequear”. Afirmaba Gwim
Para Gwim, la repetición fue la vía que lo condujo a los mejores resultados”.
Ahí radica el mejoramiento en la producción de Frank Camilo.
Con un poco más de paciencia y no la ansiedad de antaño, quizás ya aplicando con mayor veracidad su conocimiento de la zona de strike, ha podido hacer ajustes que le han dado un giro a su rendimiento.
Elevó a un 57% sus conexiones de línea hacia el jardín izquierdo y central, convirtiendo el 12% de los elevados para out que promedio en el pasado certamen, en batazos que hicieron mejorar su promedio.
Ahora él desecha la mayor cantidad de envíos malos en la zona de afuera, privilegio de su ojo de bateo que ha hecho posible que cuando le lancen por dentro, él esté sentado esperando y escogiendo sin agitación.
Esa ha sido una clave más de las que han cambiado la temporada del cátcher azul.
Un swing trabajando más para contacto, obviando con más frialdad hacerle swing al primer pitcheo, mejor selección — ¡paciencia, paciencia! —, e intentando no halar los envíos que normalmente le lanzan en la zona vertical por fuera, ha conllevado a resultados que lo convierten en un bateador más completo.
Tanto así, que este año su perfil cambió, y se ha mostrado como una pieza mucho más respetada en el home.
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El picheo en Cuba no sirve.
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