Muchas veces debemos leer entre líneas, para comprender la intencionalidad de una declaración, una valoración, un relato o cualquier texto, dicho esto, de la forma más abarcadora; es decir, ya sea verbal o extraverbal, porque una imagen, un gesto facial, un movimiento de los brazos o de los hombros, nos puede trasladar un significativo mensaje.

Pero no es nuestra intención llegar a aguas tan profundas, no es necesario, ni el espacio el más adecuado.

Analicemos algunas declaraciones; por ejemplo, el exdirector de los Yanquis de Nueva York y ahora manager de Estados Unidos al III Clásico Mundial de Béisbol, Joe Torre, ha dicho que la selección bajo su mando se tomará la competición en serio, y añadió: “los peloteros que estuvieron en las dos primeras ediciones, las asumieron como si estuvieran en pretemporada, mientras que el resto de los países se lo tomaban como algo muy serio y de vital importancia”.

Esas declaraciones justifican la pobre actuación de Estados Unidos en los dos primeros Clásicos, y le restan valor a lo realizado por Japón, Korea, Cuba y otros equipos, pues según él, lo consiguieron porque los estadounidenses no le pusieron el interés debido.

Verdaderamente, son consideraciones injustas, porque critica a los peloteros estadounidenses en las dos primeras ediciones del Clásico Mundial, así como a los directores de los equipos, que no pudieron incentivar a los jugadores e inculcarles la debida responsabilidad; además, le resta valor a lo conseguido por los medallistas, y en todo caso, el problema es de ellos, porque es la organización de las llamadas Grandes Ligas, la gran promotora de este torneo.

Ahora bien, Joe Torre también se compromete, porque no tendrá nada que alegar, si no tuviera un resultado relevante, si no ocupara uno de los primeros puestos. Esa opinión casi lo obliga a ganar el Clásico.