Muchos fuimos escépticos antes del inicio del III Clásico Mundial de Béisbol.

La ausencia de varios de los nombres más ilustres, así como la reticencia de los equipos de Grandes Ligas a ceder a sus estrellas, despertaron dudas sobre el éxito del certamen y su futuro en próximas ediciones.

Pero los que expusimos públicamente nuestras incertidumbres nos equivocamos de medio a medio.

El III Clásico fue un éxito rotundo y no solo por el triunfo invicto de la selección de la República Dominicana.

Fue una victoria desde el punto organizativo, con gran apoyo de público, con entrega total de sus participantes, que regalaron un espectáculo digno de la magnitud del evento.

Sí, es verdad que faltaron figuras que podrían haberle dado más lustre al torneo.
Pero por las razones que se hayan ausentado, ¿quién se acuerda hoy en Quisqueya de Albert Pujols o Adrián Beltré, por ejemplo?

Quizás Venezuela extrañó a Félix Hernández, posible ganador de un partido en la primera ronda que hubiera cambiado la historia.

Tal vez Estados Unidos habría necesitado de ayuda extra, sobre todo después de las lesiones de Mark Teixeira, antes del inicio de la competencia, y de David Wright, ya en segunda ronda.

De hecho, varias estrellas, al ver cómo se desarrollaba el certamen, lamentaron no haber aceptado la invitación a participar.

Posiblemente Cuba hubiera llegado más lejos si hubiera convocado a sus jugadores de Grandes Ligas, pero sabidas son las razones por lo que eso no sucedió.

Pero nada de eso empaña el nivel que se vio en este evento, que si bien está lejos de ser perfecto, se consolidó para ediciones venideras.

La desaparición de las Copas Mundiales organizadas por la IBAF ayuda también en el reconocimiento del Clásico, cuyo campeón puede ser considerado ya como monarca universal del deporte de las bolas y los strikes.

La naturaleza del torneo, con limitaciones en el uso de lanzadores y la premura con que transcurre su calendario, obliga a los managers a lucirse como estrategas, pues cada partido se juega con la presión de una serie playoffs.

Por eso vimos sorpresas, algunas muy buenas, otras decepcionantes, pero eso es parte del juego, donde unos ganan y otros pierden.

Las notas inesperadas positivas las pusieron las selecciones de Puerto Rico e Italia.
Condenados en los pronósticos a quedarse en primera ronda, boricuas e italianos sorprendieron a los expertos.

Los puertorriqueños tumbaron a tres gigantes, Venezuela en primera ronda, Estados Unidos en la segunda y a Japón, campeón en las dos primeras ediciones, en semifinales, antes de ceder frente a los invictos quisqueyanos.

Italia, en tanto, eliminó a México y Canadá para avanzar a Miami, donde le dio duras batallas a dominicanos y boricuas, a la postre campeones y subcampeones.

La caída de México, con el bochornoso espectáculo de su pelea campal frente a los canadienses, así como la eliminación en primera ronda del hasta entonces subtitular Corea, fueron las sorpresas negativas de la competencia.

Por ahora comienza a cocinarse la posibilidad de celebrar dentro de dos años un torneo llamado Premium 12, con los equipos que ganaron de manera automática su presencia en el Clásico del 2017.

Estos serían República Dominicana, Puerto Rico, Japón, Holanda, Cuba, Estados Unidos, Italia, China Taipei, Corea, Canadá, Venezuela y China, aunque no se han dado más detalles aún.

Pero mientras las autoridades beisboleras organizan sus ideas sobre ese supuesto torneo, los amantes de este deporte ya tenemos razones suficientes para empezar a saborear desde ya lo que nos espera dentro de cuatro años, en el IV Clásico Mundial.