Todavía con los ecos en nuestros oídos de la pasada 59 Serie Nacional, la pelota se apresta a cubrir sus primeros capítulos de la temporada internacional. En solo unos días, a partir del 19 de febrero, el elenco Sub-23 buscará una de las tres plazas al Campeonato Mundial en el torneo Panamericano con sede en Honduras y Nicaragua, mientras que, como ya sabemos, desde el 3 del segundo mes del año, el seleccionado élite comenzará su preparación de cara al difícil certamen preolímpico, entre los días 22 y 26 de marzo, en la ciudad estadounidense de Arizona, donde solo habrá un boleto para la cita estival de Tokio-2020.

Siempre que los peloteros se visten con el uniforme del equipo Cuba el compromiso se agiganta, y hoy se multiplica, pues los menores de 23 en su último intento de clasificación mundialista fracasaron y los mayores, en el pasado Premier 12, en la primera ventana para inscribirse en la lid bajo los cinco aros, apenas pudieron pasar de la primera vuelta.

Pero aun cuando los resultados de los últimos diez años tienen más ponches que jits, el béisbol llegará a estos compromisos con otra cara, porque el rostro de la 59 Serie Nacional mostró que la pelota vive. Si la temporada en casa está bien, tarde o temprano regresarán los rendimientos en los certámenes internacionales.

No es que lo vivido nos haga automáticamente campeones en la lid continental Sub-23 y en Arizona, pero sí es una premisa para aspirar a un dividendo. Y mientras el ambiente de la última temporada se irradie en el sistema competitivo en todo el país, pues también serán más las probabilidades de éxitos en cualquier torneo extrafronteras. Por eso es tan buena la noticia de que todos los territorios tengan su campeonato provincial, después de algunas amenazas de ausencias de estos o de calendarios deteriorados en otros. Es bienvenida igual la decisión de ponerle a esas justas algunos de los mismos recursos que se utilizan en la contienda nacional, como el uso de una pelota de calidad, la Mizuno 150, lo cual no solo dignifica la competencia en la base, sino que contribuye al proceso creador del resultado deportivo.

Un ejemplo de que lo sustancial es lo que hagamos en casa es el Sub-23, cuya preselección de 36 jóvenes se alista en Sancti Spíritus bajo el mando del director ganador de la categoría, Elier Sánchez. Ese grupo tendrá en sus filas a muchachos que fueron protagonistas principales de la 59 Serie Nacional, con grandes responsabilidades en sus equipos, como los lanzadores Yosimar Cousín, Andy Rodríguez, Bryan Chi, Carlos Font, Alyanser Álvarez o Naikel Cruz; los jardineros Dailier Peña, Luis E. González, Dismani Ortiz y el novato del año Loidel Chapellí; los jugadores de cuadro César Prieto, Vicente Mateo y Rangel Ramos, y los receptores Lázaro R. Martín y Andrys Pérez, entre otros.

Tres de los integrantes de la preselección de 36 y que han de estar en la cita panamericana, no solo fueron decisivos en la temporada cubana recién finalizada, sino que también ya participaron con el equipo grande en el Premier 12 y están en el proyecto del preolímpico de Arizona: César Prieto, Andy Rodríguez y Yosimar Cousín. A ellos se suma Brayan Chi, actualmente en la preparación del principal equipo cubano.

La tropa de Eriel Sánchez jugará en Honduras, en un grupo que contará con la presencia de Panamá, Colombia, Argentina y Guatemala, más el plantel anfitrión; en Nicaragua, además de la nómina local estarán Brasil, Costa Rica, El Salvador, República Dominicana y Venezuela. Avanzarán los tres primeros de cada zona para la fase de Súper Ronda, en suelo nicaragüense, donde los ocupantes de los puestos del uno al tres se asegurarán de participar en el campeonato Mundial, en México, en el mes de octubre.