Las jóvenes avispas de Santiago terminaron a la cabeza del cuarteto clasificado para la postemporada en el III Campeonato Nacional de Béisbol, categoría Sub-23, que tuvo definición absoluta en el último partido de la etapa preliminar este lunes, magnífico colofón para una campaña en la cual estuvieron presentes deficiencias que no deben repetirse.
Junto a los santiagueros, dueños y señores del grupo D como protagonistas de lujo durante todo el evento, lograron su clasificación como líderes de sus respectivas llaves, Artemisa en el A, Villa Clara en el B y Ciego de Ávila en el C, los cuales repiten igualmente su presencia en el segmento decisivo.
Los azucareritos de Villa Clara fueron los que con más holgura dominaron su grupo, al reportar ventaja de 3,5 rayas sobre los fantitos de Cienfuegos en el B; los cazadores noveles de Artemisa sacaron tres a La Habana en el A, las avispitas terminaron con dos sobre los potros alazanes de Granma en el D y los tigresitos de Ciego de Ávila debieron darlo todo hasta el último out, porque en el C, los toretes de Camagüey se quedaron a un escaso jueguito.
Al final, la cerrada lucha por la clasificación opacó un tanto el disgusto de aficionados y especialistas acerca de las deficiencias que marcaron el quehacer de casi todos los equipos, sobre todo desde el punto de vista técnico-táctico, el pésimo trabajo defensivo, las escasas conexiones de largo alcance, el descontrol y la falta de un repertorio adecuado en los lanzadores.
Desde el punto de vista colectivo, dejó mucho que desear el desempeño del equipo de La Habana, campeón vigente, el cual no cumplió las expectativas y sus principales figuras no aportaron lo suficiente para ganar el derecho a estar en la postemporada y defender su reinado hasta el último momento.
Pero, lo más triste es la caída en barrena de la representación de Pinar del Río. Los vegueritos estuvieron fuera de la pelea todo el tiempo, sin posibilidades desde la mitad del calendario. Por respeto a la calidad y tradición del béisbol en la Tierra del Mejor Tabaco del Mundo, los encargados de dirigirlo deberán hacer un análisis bien profundo para que la respuesta sea contundente en la temporada por venir de esa categoría.
Aplausos para los camagüeyanos, quienes parecen encaminados a rescatar su buen béisbol, al igual que los espirituanos, finalistas en la anterior edición y que, esta vez, aunque se quedaron cortos, ofrecieron espectáculo. Para Granma, el reconocimiento por su combatividad y crecimiento integral en esta categoría, en tanto que Las Tunas y Holguín precisan de un trabajo más específico en las áreas cuyos problemas no acaban de resolverse.
A partir de este viernes 8, en duelos de tres partidos en los que se precisan dos victorias para acceder a la final, se enfrentarán Villa Clara-Artemisa en el apostadero de los Cazadores, el estadio 26 de Julio y Ciego de Ávila-Santiago en el “Guillermón Moncada”, de la Ciudad Héroe.
¿Cuál es mi pronóstico? Confieso que estos cuatro equipos presentan posibilidades muy parejas y en una serie tan corta no da tiempo a recuperarse si la arrancada no es positiva, pero, como es mi costumbre, me aventuro en afirmar: Santiago y Villa Clara deben pasar a la final. Y digo más, en lo que sería muy bueno para la salud de la pelota cubana, las avispitas santiagueras están listas para quedarse con el banderín. Puedo equivocarme o no. Solo manifiesto lo que pienso.
Por Juan E. Batista Cruz
Junto a los santiagueros, dueños y señores del grupo D como protagonistas de lujo durante todo el evento, lograron su clasificación como líderes de sus respectivas llaves, Artemisa en el A, Villa Clara en el B y Ciego de Ávila en el C, los cuales repiten igualmente su presencia en el segmento decisivo.
Los azucareritos de Villa Clara fueron los que con más holgura dominaron su grupo, al reportar ventaja de 3,5 rayas sobre los fantitos de Cienfuegos en el B; los cazadores noveles de Artemisa sacaron tres a La Habana en el A, las avispitas terminaron con dos sobre los potros alazanes de Granma en el D y los tigresitos de Ciego de Ávila debieron darlo todo hasta el último out, porque en el C, los toretes de Camagüey se quedaron a un escaso jueguito.
Al final, la cerrada lucha por la clasificación opacó un tanto el disgusto de aficionados y especialistas acerca de las deficiencias que marcaron el quehacer de casi todos los equipos, sobre todo desde el punto de vista técnico-táctico, el pésimo trabajo defensivo, las escasas conexiones de largo alcance, el descontrol y la falta de un repertorio adecuado en los lanzadores.
Desde el punto de vista colectivo, dejó mucho que desear el desempeño del equipo de La Habana, campeón vigente, el cual no cumplió las expectativas y sus principales figuras no aportaron lo suficiente para ganar el derecho a estar en la postemporada y defender su reinado hasta el último momento.
Pero, lo más triste es la caída en barrena de la representación de Pinar del Río. Los vegueritos estuvieron fuera de la pelea todo el tiempo, sin posibilidades desde la mitad del calendario. Por respeto a la calidad y tradición del béisbol en la Tierra del Mejor Tabaco del Mundo, los encargados de dirigirlo deberán hacer un análisis bien profundo para que la respuesta sea contundente en la temporada por venir de esa categoría.
Aplausos para los camagüeyanos, quienes parecen encaminados a rescatar su buen béisbol, al igual que los espirituanos, finalistas en la anterior edición y que, esta vez, aunque se quedaron cortos, ofrecieron espectáculo. Para Granma, el reconocimiento por su combatividad y crecimiento integral en esta categoría, en tanto que Las Tunas y Holguín precisan de un trabajo más específico en las áreas cuyos problemas no acaban de resolverse.
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