Regresa la pelota. Lo hace con una calidad modesta, hoy sin grandes nombres a seguir, precedida de un verano gris en los terrenos internacionales. Retorna porque no ha renunciado a ser una de las venas por donde corre nuestra nacionalidad. El sábado, el campeón defensor, Granma, recibirá a Villa Clara para abrir las puertas de la 57 Serie Nacional.
Es desde esta misma temporada en la que deben comenzar a avistarse las altas cotas competitivas situadas en los aparentemente lejanos en el tiempo 2020 y 2021. Esos calendarios tienen inscritos a los Juegos Olímpicos de Tokio y el V Clásico Mundial. Y es que la distancia se acorta, porque por delante estará la exigencia clasificatoria para la cita bajo los cinco aros, la cual podría tener en el 2019, en el segundo evento Premier 12 (convocatoria para la primera docena del IV Clásico), el primer examen preolímpico. Para los que no aprueben allí son muy probables otras oportunidades por regiones geográficas y hasta otra posibilidad a nivel mundial.
En cada año hasta llegar a tales compromisos aparecen los topes Cuba-Estados Unidos, la Liga Can–am, las lides en Holanda y la más competitiva Serie del Caribe, a los que la etiqueta de test preparatorios les viene como anillo al dedo. Sin embargo, lo que dejemos de hacer en casa, con un calendario largo, de 87 partidos para los que jueguen en las dos fases, más los playoff, no lo sustituirá nada ni nadie.
De lo que se trata es de que directores, entrenadores y peloteros vistan los diamantes de cada partido de la temporada con sus mejores galas, entiéndase, combatividad, entrega, espíritu de equipo. Como si en cada turno, lance o lanzamiento, estuvieran disputando esa clasificación olímpica o una final de Clásico Mundial.
No se puede tapar el sol con un dedo, no pasamos ahora por el mejor momento, pero sí hay calidad, talento en muchos de los jóvenes y también en los más experimentados. Estos últimos quizá no estén en las nóminas del 2020 o el 2021, pero si hoy se exigen y les exigen a los de mañana, habría que darles desde ya una medalla de oro. Si los que nos representen en el futuro batean 300 o impulsan la decisiva en aquellos exigentes certámenes, ellos habrían bateado los jits de ese average y a la hoja de la historia, no la de anotación, iría también la carrera remolcada para definir.
Los 640 peloteros inscritos el pasado martes en el Congresillo Técnico son el gran equipo Cuba con el que hoy contamos y los 16 mentores son los directores de esa gran selección. Todos cuentan porque todos han de aportar a un obligatorio y necesario repunte de nuestra pelota. Se los exige la afición y un pueblo que la arropa en su cultura, en el seno de su Patria. En el libro El Juego Galante, imprescindible obra del doctor Félix Julio Alfonso López, que cada amante o directivo de béisbol debiera leer para entender la pasión cubana por este deporte y su impronta en la conciencia nacional, el autor cita al primer historiador del béisbol cubano, Wenceslao Gálvez y del Monte: «Mi opinión es que mientras la juventud se dedique, como hasta ahora, al base ball y otros sports, habrá Patria». La referencia es textual de La Habana Elegante, el 14 de agosto de 1887.
También se dijo el pasado martes que la 57 Serie Nacional estaba dedicada al Comandante en Jefe Fidel Castro. Ese es otro de los grandes compromisos de la campaña beisbolera, pues será la primera sin su presencia física, desde que inauguró el 14 de enero de 1962, estas contiendas. En el Congresillo Técnico de la justa, el vicepresidente de la Federación Cubana, Antonio Castro Soto del Valle, invocó otro libro, el del colega villaclareño Osvaldo Rojas Garay, Fidel nunca se poncha. Y si él no se ponchó, no pueden jugadores, mentores, entrenadores, dejar que el béisbol se siga ponchando.
Si no existen hoy esas grandes figuras, el rigor, la fe en la victoria, el juego colectivo y la defensa de la camiseta de la tierra chica, es decir la de la provincia, han de ser los resortes motivacionales para que regrese el respetable a las gradas. Claro, la pelota no es solo de ellos, si es pasión nacional, cultura e identidad, las autoridades territoriales deben auparla, de cara al aficionado, pero también al pelotero. Deberían crearse facilidades y opciones en los estadios, en el acceso a estos, en tratar de jugar de noche. La pelota es para el pueblo, para ese mismo que trabaja y que a la una, dos o cuatro de la tarde en días laborables no la puede disfrutar.
Hay otros muchísimos detalles en el orden organizativo que deben pensarse para mejorar nuestro principal espectáculo deportivo, pero estos, son los que tienen en sus bates y guantes los principales actores de la escena: los peloteros.
Es desde esta misma temporada en la que deben comenzar a avistarse las altas cotas competitivas situadas en los aparentemente lejanos en el tiempo 2020 y 2021. Esos calendarios tienen inscritos a los Juegos Olímpicos de Tokio y el V Clásico Mundial. Y es que la distancia se acorta, porque por delante estará la exigencia clasificatoria para la cita bajo los cinco aros, la cual podría tener en el 2019, en el segundo evento Premier 12 (convocatoria para la primera docena del IV Clásico), el primer examen preolímpico. Para los que no aprueben allí son muy probables otras oportunidades por regiones geográficas y hasta otra posibilidad a nivel mundial.
En cada año hasta llegar a tales compromisos aparecen los topes Cuba-Estados Unidos, la Liga Can–am, las lides en Holanda y la más competitiva Serie del Caribe, a los que la etiqueta de test preparatorios les viene como anillo al dedo. Sin embargo, lo que dejemos de hacer en casa, con un calendario largo, de 87 partidos para los que jueguen en las dos fases, más los playoff, no lo sustituirá nada ni nadie.
De lo que se trata es de que directores, entrenadores y peloteros vistan los diamantes de cada partido de la temporada con sus mejores galas, entiéndase, combatividad, entrega, espíritu de equipo. Como si en cada turno, lance o lanzamiento, estuvieran disputando esa clasificación olímpica o una final de Clásico Mundial.
No se puede tapar el sol con un dedo, no pasamos ahora por el mejor momento, pero sí hay calidad, talento en muchos de los jóvenes y también en los más experimentados. Estos últimos quizá no estén en las nóminas del 2020 o el 2021, pero si hoy se exigen y les exigen a los de mañana, habría que darles desde ya una medalla de oro. Si los que nos representen en el futuro batean 300 o impulsan la decisiva en aquellos exigentes certámenes, ellos habrían bateado los jits de ese average y a la hoja de la historia, no la de anotación, iría también la carrera remolcada para definir.
Los 640 peloteros inscritos el pasado martes en el Congresillo Técnico son el gran equipo Cuba con el que hoy contamos y los 16 mentores son los directores de esa gran selección. Todos cuentan porque todos han de aportar a un obligatorio y necesario repunte de nuestra pelota. Se los exige la afición y un pueblo que la arropa en su cultura, en el seno de su Patria. En el libro El Juego Galante, imprescindible obra del doctor Félix Julio Alfonso López, que cada amante o directivo de béisbol debiera leer para entender la pasión cubana por este deporte y su impronta en la conciencia nacional, el autor cita al primer historiador del béisbol cubano, Wenceslao Gálvez y del Monte: «Mi opinión es que mientras la juventud se dedique, como hasta ahora, al base ball y otros sports, habrá Patria». La referencia es textual de La Habana Elegante, el 14 de agosto de 1887.
También se dijo el pasado martes que la 57 Serie Nacional estaba dedicada al Comandante en Jefe Fidel Castro. Ese es otro de los grandes compromisos de la campaña beisbolera, pues será la primera sin su presencia física, desde que inauguró el 14 de enero de 1962, estas contiendas. En el Congresillo Técnico de la justa, el vicepresidente de la Federación Cubana, Antonio Castro Soto del Valle, invocó otro libro, el del colega villaclareño Osvaldo Rojas Garay, Fidel nunca se poncha. Y si él no se ponchó, no pueden jugadores, mentores, entrenadores, dejar que el béisbol se siga ponchando.
Si no existen hoy esas grandes figuras, el rigor, la fe en la victoria, el juego colectivo y la defensa de la camiseta de la tierra chica, es decir la de la provincia, han de ser los resortes motivacionales para que regrese el respetable a las gradas. Claro, la pelota no es solo de ellos, si es pasión nacional, cultura e identidad, las autoridades territoriales deben auparla, de cara al aficionado, pero también al pelotero. Deberían crearse facilidades y opciones en los estadios, en el acceso a estos, en tratar de jugar de noche. La pelota es para el pueblo, para ese mismo que trabaja y que a la una, dos o cuatro de la tarde en días laborables no la puede disfrutar.
Hay otros muchísimos detalles en el orden organizativo que deben pensarse para mejorar nuestro principal espectáculo deportivo, pero estos, son los que tienen en sus bates y guantes los principales actores de la escena: los peloteros.
Debes Iniciar sesión o Regístrate!!! para votar
( click en este cuadro para cerrar )No puedes votar elementos creados por ti
( click en este cuadro para cerrar )Has agotado tus 20 votos para 24 horas
( click en este cuadro para cerrar )Debes tener +10 de Reputación para votar
( click en este cuadro para cerrar )Debes Iniciar sesión o Regístrate!!! para denunciar
( click en este cuadro para cerrar )No puedes denunciar elementos creados por ti
( click en este cuadro para cerrar )Has agotado tus 10 denuncias para 24 horas
( click en este cuadro para cerrar )Debes tener +10 de Reputación para denunciar
( click en este cuadro para cerrar )Ya denunciastes este elemento
( click en este cuadro para cerrar )Motivo de la denuncia: