Cuesta encontrar a otro elenco que haya perdido la discusión del cetro nacional y, a su vez, fuera considerado tan triunfador como el campeón, pero los pineros se ajustan perfectamente a la condición de monarcas
Michel Enríquez conversó con la prensa al concluir el séptimo partido de la final beisbolera entre Isla de la Juventud y Ciego de Ávila, y en ningún momento mencionó la palabra derrota, al contrario, dedicó su victoria, la victoria de los Piratas, a todos los que apoyaron a la novena durante la campaña.
Hurgando en la historia, cuesta encontrar a otro elenco que haya perdido la discusión del cetro nacional y, a su vez, fuera considerado tan triunfador como el campeón, pero los pineros se ajustan perfectamente a la condición de monarcas, la cual se ganaron con la solidez y constancia de los más grandes equipos en 55 años de béisbol revolucionario.
El sentido colectivo fue la clave del éxito, al punto de que, Dainier Gálvez, por ejemplo, tras caer en un partido en el que conectó tres imparables, expresó que hubiera sido mejor irse en blanco y alcanzar la victoria.
Ese espíritu, esa forma de concebir su juego, impulsó a los Piratas viento en popa y a toda vela, al punto de alcanzar 15 victorias en las últimas 22 salidas de la campaña, incluyendo sus éxitos contra Matanzas en la semifinal y las tres sonrisas frente a los Tigres en la discusión del título.
“Este resultado nos compromete, la varilla sube y tenemos la misión de llegar de nuevo lo más lejos posible. Es el mejor regalo para la afición, que nos apoyó incondicionalmente durante todo el año y merece la actuación que hemos tenido”, señaló a Granma el inicialista Luis Felipe Rivera, inmenso en la postemporada, con promedio ofensivo de 360, 18 jits (segundo detrás de Ariel Borrero), ocho anotadas y seis remolques.
Más allá de su figura, prominente en cuestiones ofensivas, resaltó la sangre fría de Dainier Gálvez en el plato y con el guante, la oportunidad de Rigoberto Gómez y Jorge Tartabull, la explosividad de Julio Pablo Martínez como ideal hombre proa, el dominio en la lomita de Yoalkis Cruz, Luis Manuel Suárez, Jesús Amador y Héctor Mendoza, el extraordinario recital defensivo del torpedero novato Alfredo Rodríguez, y el liderazgo de Michel Enríquez.
“Michel es un ejemplo, transmite energía, apoya moralmente al equipo, aunque esté mal siempre tiene fe en la victoria, y eso arrastra a los muchachos”, señaló a nuestro diario el mentor José Luis Rodríguez Pantoja, casi sin voz al concluir los desafíos.
“Creo que fue muy importante el trabajo colectivo, se hizo una labor grupal intensa, no hubo jamás fraccionamiento, todos se comprometieron, a pesar de su juventud. Esos jóvenes tienen deseos de jugar pelota y aprovecharon la ocasión para hacer historia y casi tocar la gloria con sus propias manos”, añadió el manager.
Por su parte, Michel Enríquez destacó que en 18 años en Series Nacionales, esto es lo mejor que le ha pasado. “Guardaré el trofeo en un lugar privilegiado de mi vitrina, y todo gracias al gran equipo, al cuerpo de dirección, a los refuerzos, que apoyaron e influyeron en el 90% de nuestros triunfos, es una bendición para el béisbol cubano”, expresó emocionado Michel Enríquez, quien agradeció al pueblo de Cuba y a la afición pinera.
“Para ellos, esta medalla de plata es una medalla de oro, y yo se las dedico de corazón. Durante todos estos días dimos muestra que con tan solo 84 000 habitantes sí podemos discutir una final. Demostramos a todos los equipos de Cuba que cuando se trabaja en familia, con unión, amor, disciplina y deseos se logran grandes resultados. Justo eso ha conseguido la dirección y la Isla de la Juventud en sentido general, no solo en el deporte, sino también en todas las esferas”, añadió el estelar antesalista.
“Siempre me sentí ganador, no nos dimos por derrotados, además, soy campeón, a pesar del segundo lugar, me siento campeón por el derroche de amor, valentía, disciplina y respeto a la afición cubana. Creo que nos metimos en el corazón de la gente por el juego bonito y el deseo de haber bien las cosas”, concluyó el pelotero insignia de los Piratas de Isla de la Juventud.
Michel Enríquez conversó con la prensa al concluir el séptimo partido de la final beisbolera entre Isla de la Juventud y Ciego de Ávila, y en ningún momento mencionó la palabra derrota, al contrario, dedicó su victoria, la victoria de los Piratas, a todos los que apoyaron a la novena durante la campaña.
Hurgando en la historia, cuesta encontrar a otro elenco que haya perdido la discusión del cetro nacional y, a su vez, fuera considerado tan triunfador como el campeón, pero los pineros se ajustan perfectamente a la condición de monarcas, la cual se ganaron con la solidez y constancia de los más grandes equipos en 55 años de béisbol revolucionario.
El sentido colectivo fue la clave del éxito, al punto de que, Dainier Gálvez, por ejemplo, tras caer en un partido en el que conectó tres imparables, expresó que hubiera sido mejor irse en blanco y alcanzar la victoria.
Ese espíritu, esa forma de concebir su juego, impulsó a los Piratas viento en popa y a toda vela, al punto de alcanzar 15 victorias en las últimas 22 salidas de la campaña, incluyendo sus éxitos contra Matanzas en la semifinal y las tres sonrisas frente a los Tigres en la discusión del título.
“Este resultado nos compromete, la varilla sube y tenemos la misión de llegar de nuevo lo más lejos posible. Es el mejor regalo para la afición, que nos apoyó incondicionalmente durante todo el año y merece la actuación que hemos tenido”, señaló a Granma el inicialista Luis Felipe Rivera, inmenso en la postemporada, con promedio ofensivo de 360, 18 jits (segundo detrás de Ariel Borrero), ocho anotadas y seis remolques.
Más allá de su figura, prominente en cuestiones ofensivas, resaltó la sangre fría de Dainier Gálvez en el plato y con el guante, la oportunidad de Rigoberto Gómez y Jorge Tartabull, la explosividad de Julio Pablo Martínez como ideal hombre proa, el dominio en la lomita de Yoalkis Cruz, Luis Manuel Suárez, Jesús Amador y Héctor Mendoza, el extraordinario recital defensivo del torpedero novato Alfredo Rodríguez, y el liderazgo de Michel Enríquez.
“Michel es un ejemplo, transmite energía, apoya moralmente al equipo, aunque esté mal siempre tiene fe en la victoria, y eso arrastra a los muchachos”, señaló a nuestro diario el mentor José Luis Rodríguez Pantoja, casi sin voz al concluir los desafíos.
“Creo que fue muy importante el trabajo colectivo, se hizo una labor grupal intensa, no hubo jamás fraccionamiento, todos se comprometieron, a pesar de su juventud. Esos jóvenes tienen deseos de jugar pelota y aprovecharon la ocasión para hacer historia y casi tocar la gloria con sus propias manos”, añadió el manager.
Por su parte, Michel Enríquez destacó que en 18 años en Series Nacionales, esto es lo mejor que le ha pasado. “Guardaré el trofeo en un lugar privilegiado de mi vitrina, y todo gracias al gran equipo, al cuerpo de dirección, a los refuerzos, que apoyaron e influyeron en el 90% de nuestros triunfos, es una bendición para el béisbol cubano”, expresó emocionado Michel Enríquez, quien agradeció al pueblo de Cuba y a la afición pinera.
“Para ellos, esta medalla de plata es una medalla de oro, y yo se las dedico de corazón. Durante todos estos días dimos muestra que con tan solo 84 000 habitantes sí podemos discutir una final. Demostramos a todos los equipos de Cuba que cuando se trabaja en familia, con unión, amor, disciplina y deseos se logran grandes resultados. Justo eso ha conseguido la dirección y la Isla de la Juventud en sentido general, no solo en el deporte, sino también en todas las esferas”, añadió el estelar antesalista.
“Siempre me sentí ganador, no nos dimos por derrotados, además, soy campeón, a pesar del segundo lugar, me siento campeón por el derroche de amor, valentía, disciplina y respeto a la afición cubana. Creo que nos metimos en el corazón de la gente por el juego bonito y el deseo de haber bien las cosas”, concluyó el pelotero insignia de los Piratas de Isla de la Juventud.