Algunos sobresalen por su poder, otros por sus jugadas centelleantes o su velocidad extrema, pero ninguno de los peloteros cubanos en Grandes Ligas posee esa serena durabilidad de Alexei Ramírez.
El torpedero de los Medias Blancas se ha ganado el respeto de todos en las Mayores por su capacidad para mantenerse en el terreno por encima de dolores y problemas, ofreciéndole a su equipo la mejor opción de triunfo.
“Lo de jugar todos los días es un motivo de orgullo y algo que aprendí en Cuba desde chiquito”, expresó el hombre que brillara con Pinar del Río y la selección nacional. “Desde niño vi a los jugadores que cogían el guante con dolores de muela, se amarraban la espalda con una banda para aliviar las punzadas en la columna. El dolor no era pretexto”.
Por supuesto, Ramírez apenas escuchó hablar de Carl Ripken en sus tiempos de formación en la isla, pero una vez en las Mayores aprendió a respetar la historia de quienes exhibían sus rachas de juegos como un estandarte de honor.
El torpedero cubano ha sido un modelo de consistencia en sus siete temporadas con Chicago al punto que jamás ha jugado por debajo de los 147 encuentros en ninguna contienda y las pocas veces que no ha podido alinear ha sido por motivos más que justificados.
De por vida, Ramírez conecta para .277 y solo en dos ocasiones ha pegado menos de 15 cuadrangulares y menos de 68 impulsadas, números que si bien no son los de un slugger sí son muestra de su constante ofensiva, como lo atestiguan sus dos Bates de Plata.
¿Y el Guante de Oro?
Estadísticas tradicionales y sabermétricas indican que Ramírez se mantiene en la élite de los torpederos, pues su Ultimate Zone Rating -que mide el rango de un defensor- lo ubica como el séptimo mejor entre todos los de su posición en la gran carpa.
“Aprecio mucho ese galardón del Guante de Oro, pero no depende de mí sino de quienes votan”, afirmó Ramírez, de quien muchos no recuerdan que jugó center field para Cuba en el primer Clásico Mundial de Béisbol. “No digo que lo voy a ganar, pero sí que mientras me mantenga sano y en el terreno habrá chance de hacer el esfuerzo”.
Y Ramírez espera que sus días como campocorto de los Medias Blancas no disminuyan en el 2015, de ahí que no pierda de entrenar un solo día en el laboratorio deportivo Elites Athletes Performace, donde prepara su cuerpo para el cruento devenir de la nueva campaña.
Basta verlo entrenar y sudar para percibir que, a sus 33 años, Ramírez no está listo para soltar su titularidad en Chicago, equipo con el cual le restan dos contiendas para cumplir su contrato.
“Alexei es un ejemplo para todos los otros deportistas que vienen al laboratorio”, comentó el doctor Gil González, uno de los especialistas que atienden a los estelares. “Nunca se cansa, siempre va por más y su mente parece de acero. Solo con el paso del tiempo la gente se dará cuenta real de lo que está haciendo y le falta por hacer”.
Pero el tiempo pasa y Ramírez -elegido al Juego de las Estrellas en el 2014- se da cuenta de que ya no es más aquel muchacho que llegó al primer entrenamiento de primavera en el 2008 para encontrarse con un José Ariel Contreras que ya venía de retirada y le ayudó en la transición.
Luego él hizo algo similar con Dayán Viciedo y aunque le dolió la partida de su compatriota, no tiene duda de que tanto el chico de Villa Clara como Chicago vivirán épocas mejores en el futuro.
“En este 2015 el equipo se ha reforzado con Melkys Cabrera, con buenos lanzadores y tendremos a un José Abreu en su segundo año, más experimentado”, razonó Ramírez. “Vamos a darla pelea y trataré de estar en medio de ella, jugando cada día posible, aunque me muera de dolor”.
El torpedero de los Medias Blancas se ha ganado el respeto de todos en las Mayores por su capacidad para mantenerse en el terreno por encima de dolores y problemas, ofreciéndole a su equipo la mejor opción de triunfo.
“Lo de jugar todos los días es un motivo de orgullo y algo que aprendí en Cuba desde chiquito”, expresó el hombre que brillara con Pinar del Río y la selección nacional. “Desde niño vi a los jugadores que cogían el guante con dolores de muela, se amarraban la espalda con una banda para aliviar las punzadas en la columna. El dolor no era pretexto”.
Por supuesto, Ramírez apenas escuchó hablar de Carl Ripken en sus tiempos de formación en la isla, pero una vez en las Mayores aprendió a respetar la historia de quienes exhibían sus rachas de juegos como un estandarte de honor.
El torpedero cubano ha sido un modelo de consistencia en sus siete temporadas con Chicago al punto que jamás ha jugado por debajo de los 147 encuentros en ninguna contienda y las pocas veces que no ha podido alinear ha sido por motivos más que justificados.
De por vida, Ramírez conecta para .277 y solo en dos ocasiones ha pegado menos de 15 cuadrangulares y menos de 68 impulsadas, números que si bien no son los de un slugger sí son muestra de su constante ofensiva, como lo atestiguan sus dos Bates de Plata.
¿Y el Guante de Oro?
Estadísticas tradicionales y sabermétricas indican que Ramírez se mantiene en la élite de los torpederos, pues su Ultimate Zone Rating -que mide el rango de un defensor- lo ubica como el séptimo mejor entre todos los de su posición en la gran carpa.
“Aprecio mucho ese galardón del Guante de Oro, pero no depende de mí sino de quienes votan”, afirmó Ramírez, de quien muchos no recuerdan que jugó center field para Cuba en el primer Clásico Mundial de Béisbol. “No digo que lo voy a ganar, pero sí que mientras me mantenga sano y en el terreno habrá chance de hacer el esfuerzo”.
Y Ramírez espera que sus días como campocorto de los Medias Blancas no disminuyan en el 2015, de ahí que no pierda de entrenar un solo día en el laboratorio deportivo Elites Athletes Performace, donde prepara su cuerpo para el cruento devenir de la nueva campaña.
Basta verlo entrenar y sudar para percibir que, a sus 33 años, Ramírez no está listo para soltar su titularidad en Chicago, equipo con el cual le restan dos contiendas para cumplir su contrato.
“Alexei es un ejemplo para todos los otros deportistas que vienen al laboratorio”, comentó el doctor Gil González, uno de los especialistas que atienden a los estelares. “Nunca se cansa, siempre va por más y su mente parece de acero. Solo con el paso del tiempo la gente se dará cuenta real de lo que está haciendo y le falta por hacer”.
Pero el tiempo pasa y Ramírez -elegido al Juego de las Estrellas en el 2014- se da cuenta de que ya no es más aquel muchacho que llegó al primer entrenamiento de primavera en el 2008 para encontrarse con un José Ariel Contreras que ya venía de retirada y le ayudó en la transición.
Luego él hizo algo similar con Dayán Viciedo y aunque le dolió la partida de su compatriota, no tiene duda de que tanto el chico de Villa Clara como Chicago vivirán épocas mejores en el futuro.
“En este 2015 el equipo se ha reforzado con Melkys Cabrera, con buenos lanzadores y tendremos a un José Abreu en su segundo año, más experimentado”, razonó Ramírez. “Vamos a darla pelea y trataré de estar en medio de ella, jugando cada día posible, aunque me muera de dolor”.