Mientras muchos se frotan las manos con el regreso de Cuba a la Serie del Caribe medio siglo después y ceban sus expectativas con posibles abridores y el line up de Villa Clara en el clásico caribeño, encuentro un paréntesis para mirar, de modo grosso, cabe decir, hacia uno de los agujeros negros de la pelota cubana.

Resultó que la abundancia de zurdos en la nómina del vigente campeón (siete jugadores de posición y dos lanzadores) llamó sobremanera la atención. Tanto, que interrogado en el protocolo de presentación del equipo, el director Ramón Moré declaró haber considerado otros refuerzos, pero declinó incluirlos porque podían convertir esa fortaleza en una debilidad.

Y sobrevino el asombro porque si una verdad de Perogrullo hay en nuestro béisbol hoy es que la carencia de “calidad zurda” es una de sus mayores ruinas (no hablemos ya de la ausencia casi total de ambidextros). Parece un efecto dominó: disminuye el nivel de la liga cubana y se desploma también la cantidad y calidad de los zurdos. O viceversa, lo mismo da.

Lo cierto es que el talento zurdo está en falta -para usar esa fea frase de las dependientes en tiendas minoristas-, igual en el box que con el madero. Y se trata, como la mayoría de las que son, de una debilidad de vieja data y lenta solución.

¿Cuáles son los mejores abridores de esa mano hoy? Julio Alfredo Martínez, Ariel Miranda y Wilber Pérez. Se dice a la carrera, sin temor a equívocos. Así de cadavérica es la situación sobre la loma de los martirios.

Puede quererse incluir en la lista a Yoanni Yera, Yuniel Leyva, Robelio Carrillo, Yasmany Hernández, Yudiel Rodríguez, Darién Núñez, Leandro Martínez, Luis Ángel Gómez, Lander Moreira, un desatino por donde se mire, pues son pitchers inestables, o con números sobresalientes por vez primera en sus carreras, o con potencialidades aún por desarrollar.

Es más, mientras Julio, Ariel y Wilber se combinaron para 14 victorias y seis derrotas en la fase preliminar de la Serie 53, los otros nueve zurdos, juntos, lo hicieron para 22-21, contado, por supuesto, el récord 4-1 de Luis Ángel Gómez.

Pero bien, ganar es lo más complicado del juego y otras estadísticas hablan mejor del rendimiento. Miremos dos, cual botones de muestra.

Le batearon a la terna menos de .220, a los otros nueve .270 aproximadamente, en una campaña de equilibrio entre pitcheo y bateo. Tuvieron, los tres de arriba, 2.22 de promedio de carreras limpias, y hasta 4.20 subió la efectividad de los otros nueve.

Las diferencias también son abismales, dentro de un panorama sin muchos lanzadores zurdos: para el comienzo de la Serie 53, vistieron uniforme 51 entre 213 lanzadores, seis menos que en la Serie 51, cuando fueron 17 los equipos concurrentes al torneo.

Son, en síntesis, pocos y de baja calidad.

Madero en ristre, la situación es diferente. Si en 2011 se inscribieron 53 bateadores zurdos (sin contar los ambidextros), a la presente temporada se presentaron 60 (siete ambidextros). Aumentó el número, pero la ascendencia en el juego siguió siendo más o menos la misma, esto es, mínima.

Apenas nueve zurdos, de 36 bateadores en total, conectaron para .300 o más en la fase clasificatoria y, en el inicio de la segunda fase, también nueve, entre 40, tuvieron rendimientos sobresalientes en los primeros nueve juegos.

Tampoco en el bateo de fuerza se destacan, toda vez que menos de un tercio (13, contados tres de Cepeda, que es ambidextro) de los 42 jonrones en la segunda instancia fueron conectados desde la parte derecha del home plate.

Guillermo Avilés, Jorge Alberto Tartabull, Yordanis Linares y Roel Santos, en potencia, integrantes de una hornada con armas para imponerse en nuestros clásicos, muestran una imagen nada desdeñable, cuando se conjugan con la estabilidad de José Miguel Fernández, Ariel Sánchez, Yadiel Hernández, Alexander Malleta, Stayler Hernández, Ariel Borrero, Andy Zamora, Giorvis Duvergel,Yeniet Flores, Edilse Silva y otros pocos.

Esperanzadora pueden verla algunos, incluso, si bien aún es raquítica la disposición de más y mejores jugadores de posición zurdos.

Sin embargo, anótese que casi todos ellos superaron ya la cresta de sus carreras e iniciaron la cuesta rumbo al retiro o hacia años de rendimientos inferiores a los actuales.

De manera que, como en el pitcheo, la carencia de “calidad zurda” es una flaqueza, otra por la cual preocuparse y que está necesitada de todos los empeños posibles en las categorías inferiores, en primer término. Eso, claro, si se aspira a que nuestro béisbol sea a la zurda tanto -o más- que diestro en unos pocos años.