Las incógnitas en el caso Gurriel continúan—los de afuera sobre todo—no obstante sobre el de dentro también quedaban algunas dudas. Una vez «desaparecidos» los más pequeños de su apellido en Dominicana, él se tomó par de subseries de «vacaciones». El mayor de los Gurriel, no alineó con su equipo Industriales, ni contra Holguín, ni contra Las Tunas.


Seguramente afectado por el tono personal de la noticia que medio paralizó la Isla—supongo a su familia—e ignorando quizás cómo reaccionaría el público, este Gurriel había decidido conversar consigo mismo un poco de más tiempo en casa. ¿Pero y cómo reaccionó la fanaticada? Pues en San José de las Lajas, en un estadio alternativo tras los arreglos del Latino, Yuniesky Gurriel regresó con doblete a los azules de la capital, y desde las gradas de Mayabeque le respondieron con un fuerte aplauso apenas se encaminó al home. Yuniesky se sacó el casco, dio la cara al público y levantó el madero en señal de: ¡Estoy aquí!

Así sucedería todas las veces que vino al bate. Ellos aplaudían y Gurriel agradecía. Mientras de la mano de la ofensiva, los Leones apaleaban a unos Piratas maltrechos en el sótano de la Serie Nacional de Béisbol. Fuera del doblete, Gurriel no haría mucho más, pero entre la gente y él, había este halo de complicidad. Una suerte de cubaneo que resumía el: «tú sabes y yo sé». Pero nadie se atrevió a gritarle nada referente a ese otro dolor. El público fue consecuente, Gurriel también.